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Graco y Cuauhtémoc ¿dónde hubo mayor corrupción?

 

Quienes desde las postrimerías de la administración de Graco Ramírez advertían que el del tabasqueño había sido el régimen morelense más corrupto en la historia, seguramente no se imaginaban que, el de Cuauhtémoc Blanco por lo menos se convertiría en un serio contendiente por la posición del sexenio más plagado de irregularidades en el manejo de los recursos públicos.

Los trabajos de entrega recepción avanzan a cuentagotas en términos de la información que los funcionarios que ha nombrado de forma adelantada Margarita González Saravia requieren para ir planeando los tres meses que ejercerán en el 2024; la actitud de los funcionarios salientes ha sido, en términos generales, por lo menos poco seria respecto al proceso. De hecho, algunos funcionarios ni siquiera han atendido a su obligación de presentarse al proceso de entrega de sus despachos.

Y lo que empieza a encontrarse no es bello, mucho menos tranquilizador. El escenario es desastroso por donde se vea, al grado de que se ha comprometió incluso la operatividad de áreas enteras del Ejecutivo por insuficiencia presupuestal y laudos laborales que no fueron atendidos en su oportunidad. A Margarita González Saravia, lo hemos dicho antes, le dejan un campo minado, y hoy podemos añadir que algunos de los explosivos están programados para detonar desde el inicio de su administración.

Como la entrega es incompleta aún no puede calcularse el tamaño del desastre, pero para estas alturas parece que en términos de irregularidades ya empataría con la administración de Graco Ramírez.

A diferencia de su antecesor, y pese a la insistencia de muchos reporteros, Margarita González Saravia, no ha anunciado una persecución a su antecesor en el gobierno. De la boca de la gobernadora electa no ha salido una frase del tipo “voy a meter a la cárcel a Cuauhtémoc Blanco”, y a lo mejor justamente por eso, los ya casi exfuncionarios deberían estar mucho más preocupados. La divisa del nuevo régimen respecto de sus antecesores es no hacer muchas olas, pero tampoco permitir la impunidad, lo que significa que más de un colaborador de Cuauhtémoc Blanco podría enfrentar procesos penales.

Algunas oficinas en las que empiezan a encontrarse anomalías que se traducirían en responsabilidades administrativas y hasta penales son: Oficina de la Gubernatura (la Representación de Morelos en la Ciudad de México es un caso, pero también hay mucho por revisar en Comunicación Social), Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos, Secretaría de Desarrollo Social, Secretaría de Desarrollo Económico y Trabajo, Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Comisión Estatal de Seguridad Pública, Secretaría de Movilidad y Transporte, Secretaría de Salud. Falta aún la etapa de aclaraciones que podrían hacerse al final de cada proceso de entrega-recepción, y luego la revisión que la nueva administración haga de lo que le dejan en un lapso de dos meses durante el que podrá ya hablarse de procesos administrativos y penales. Porque si bien la gobernadora electa no ha adelantado vísperas sobre el asunto hay dos cosas que quedan claras, se harán las observaciones requeridas a las irregularidades que se encuentren y no habrá impunidad.

Lo que también es evidente es el agotamiento de la buena fe con que inició el proceso de entrega-recepción por parte del gobierno entrante. El cambio de percepción deriva, no solo de lo que se han ido encontrando en la escasa información que ofrecen los colaboradores de Cuauhtémoc Blanco, sino también en la evidente intención de los ya casi exfuncionarios de ponerle trampas a la nueva administración fabricando o dejando pasar y crecer conflictos sociales, jurídicos y políticos. Si bien la proactividad que ha mostrado Margarita González Saravia ha ayudado a mantener la fiesta más o menos en paz, la gobernadora electa está limitada en resolver primero por la falta de fuero y segundo porque muchos de los temas no han sido dados a conocer salvo por pinceladas o indiscreciones de los actuales responsables.

Como pintan las cosas hasta ahora, además de las cualidades que han mostrado la gobernadora y su equipo, tendrán que crecerse al castigo y estar dispuestos y preparados para enfrentar las sorpresas no gratas que los de Cuauhtémoc Blanco dejan a la nueva administración. Alguien en la oposición diría que nadie debería apostar a que a la gobernadora que asume el 1 de octubre le vaya mal o se le compliquen las cosas. Tal parece que ese alguien existe, son varios y están en la administración saliente.

¿Fue más corrupta la administración de Cuauhtémoc Blanco que la de Graco Ramírez? Dependerá de cómo cuantifiquemos la corrupción, Ramírez y Blanco comparten una percepción ciudadana de corrupción de casi el 90%, es decir, nueve de cada diez morelenses mayores de 18 años consideran que los actos de corrupción en sus gobiernos son frecuentes o muy frecuentes. El número de carpetas y la cuantificación de los daños requerirán esperar, por lo menos hasta diciembre próximo para hacer un comparativo, pero por lo pronto, las áreas sospechosas en la administración Blanco son ya más que las de Ramírez, y eso es casi una tragedia para el servicio público. Otro componente que empareja a los dos exgobernadores, parece que Blanco también dejará solos a quienes actuaron con su permiso y en su mandato.

@martinellito / martinellito@outlook.com