De la compra de diputados a la construcción de consensos
Pragmática y de moral por lo menos relajada, la administración de Graco Ramírez Garrido (gobernador de Morelos entre 2012-2018 cuya soberbia no le permitía considerar oposición alguna a sus planes y proyectos), decidió establecer una relación con el Congreso que incluyó la compra de voluntades que daban vía libre a sus proyectos, incluso a costa de la transparencia y la honestidad obligada para cualquier profesional, mucho más quienes se dedican a la función pública.
Para el mercado diputadil, el gobernador tenía en su hijastro, Rodrigo Gayosso un operador muy efectivo. Quien fuera por voluntad gubernamental dirigente del Partido de la Revolución Democrática y después candidato a la sucesión en la administración estatal, pasó muy pronto de la adquisición de cascajo partidista en una especie de pago por evento, a una mucho más estratégica forja de alianzas con los intereses personales de los legisladores que le permitió hasta engrosar artificialmente la bancada de su partido en el Congreso para regalar al entonces gobernador un Legislativo a modo.
Cuauhtémoc Blanco Bravo, igual de soberbio que su antecesor, tampoco entendía que existiera una oposición a sus ocurrencias, pero tampoco parecía muy animoso para adquirir legisladores. La relación con el Congreso local en tiempos de Blanco Bravo fue operada por tres personajes, primero el jefe de la oficina de la Gubernatura, José Manuel Sanz, quien compartía la personalidad de Cuauhtémoc Blanco y muy pronto arruinó la alianza legislativa presupuesta con una colmilluda Tania Valentina Rodríguez del Partido del Trabajo, y luego con los diputados de Morena. A tratar de operar (no resolver) el desaguisado entró el secretario de gobierno, Pablo Ojeda, cuya debilidad al interior del gabinete era sabida por los diputados que le creyeron muy poco. Y aunque formalmente ellos dos eran quienes aparecían como los dialoguistas con los diputados, en privado las reuniones sustantivas se daban con el hermano del gobernador, Ulises Bravo, que desde el principio trataba de imponer instrucciones a los legisladores, primero a cambio de nada, luego ofreciendo beneficios (en algunos casos para la carrera política -una obra con qué presumir, por ejemplo-, en otros para la vida personal de los diputados) que al final no cumplía.
Esa colección de compromisos incumplidos llevó a la ruptura de las posibles alianzas y a que la colaboración entre Ejecutivo y Legislativo fuera nula. A partir de ello, de los terribles resultados en prácticamente todos los rubros, y de las evidencias de corrupción en el régimen de Blanco Bravo, inició el enfrentamiento abierto entre los legisladores y el Ejecutivo.
En efecto, Cuauhtémoc Blanco pudo, y todo indica que intentó, seguir el mismo esquema que su antecesor en la relación con el Congreso, pero incumplir acuerdos y “bronquearse” todos los días con los legisladores imposibilitó la relación que se convirtió en un enfrentamiento entre poderes.
Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco no tuvieron una mayoría calificada, así que intentaron construirla, con relativo éxito el primero, y un rotundo fracaso el segundo.
La gobernadora Margarita González Saravia llegó al poder no solo con una amplia mayoría en el voto popular. Los partidos que aliados la postularon obtuvieron en conjunto 14 de las 20 diputaciones así que cualquiera podría pensar que la aduana del Congreso sería un mero trámite para ella. Pero no ha sido así.
La bancada del Partido del Trabajo ha pintado su raya respecto del bloque mayoritario en el Congreso. Los desacuerdos, primero en la repartición de candidaturas en la alianza electoral, y luego de cuotas de poder al interior del Legislativo, complican las negociaciones al grado que la minoría opositora formada por PAN, PRI y Movimiento Ciudadano parece más dispuesta a colaborar con el proyecto de desarrollo de la gobernadora.
A diferencia de sus antecesores, Margarita González Saravia marcó desde el inicio de su gobierno pautas que marcan una nueva relación con el Congreso. Primero advirtió que no comprará la voluntad de un solo diputado, en efectivo o especie, lo que en sí mismo plantea una distinción con profunda diferencia. Luego decidió confiar la operación política en el Congreso a un legislador de su partido, Rafa Reyes Reyes, quien como coordinador parlamentario de la mitad de los diputados tiene mucha cancha para operar y construir consensos desde dentro, así no se trata de un extraño quien busca llevar la agenda del Ejecutivo al Congreso, sino de un legislador que construye acuerdos en torno a un proyecto de desarrollo conjunto entre el Ejecutivo y el Legislativo.
La reunión de este martes en la residencia oficial del Ejecutivo fue un acto de buena voluntad entre la gobernadora y la diputación. La idea era lograr una muestra gráfica de la nueva colaboración entre ambos poderes y se logró si uno atiende a la selección de imágenes que el Ejecutivo difundió de la reunión privada.
Más que la foto grupal, una imagen de cajón que suele decir bastante poco a pesar de las enormes sonrisas de la gobernadora y los diputados; vale la pena revisar la que seleccionaron para ilustrar la mesa de diálogo. En la cabecera de un ensamble de herradura, la gobernadora Margarita González Saravia, flanqueada por la diputada presidenta de la Mesa Directiva, Jazmín Solano, a la derecha, y el coordinador parlamentario de Morena a la izquierda. Junto a ellos, en la misma mesa central Juan Salgado Brito, secretario de Gobierno, Javier García Chávez, jefe de la Oficina de la Gubernatura y Édgar Maldonado Ceballos, consejero jurídico. También está en esa mesa la secretaria de Hacienda, Mirna Zavala Zúñiga, tomando nota de lo que dice quien habla. Al micrófono, la diputada panista, presidenta de la Comisión de Hacienda, Andrea Gordillo Vega ubicada junto a los diputados del PAN entre quienes se colocaron la morenista, Brenda Espinosa y el del Verde Ecologista, Luis Eduardo Pedrero. Los diputados de Morena, todos, muestran una actitud de escucha. La imagen intencionadamente muestra un gobierno abierto al diálogo que escucha y anota lo que dice la oposición.
Una nueva época para la relación entre poderes. Esperamos que dure.
@martinellito /martinellito@outlook.com