GENERACIONES EN CRISIS: FUTURO INCIERTO DE MILLENNIALS Y CENTENNIALS
Hace unos días leí un documento que revela los resultados de una encuesta de opinión hecha a jóvenes pertenecientes a las generaciones millenials y centennials. El Centro de Opinión Pública (COP) de la UVM realizó el estudio. Los resultados muestran que la política no es un tema de interés de estos jóvenes a quienes incluso “les provoca desconfianza, desanimo y molestia”
El documento revela que los jóvenes no se sienten representados por los candidatos de los distintos partidos políticos a los que conocen a través de las redes sociales. Por otro lado, los entrevistados dicen que esperarían políticos más preparados y que cumplan sus promesas.
Investigadores, sociólogos, psicólogos, entre otros buscan una explicación a lo que pareciera ser un desencanto o una total falta de interés por la vida cultural, económica, histórica, los valores universales y regionales, así como una falta de identidad que evidencia gran parte de los jóvenes de las nuevas generaciones.
En mi grupo de estudio también se ha tocado el tema con preocupación, pues estos jóvenes millenials y los centennials son quienes en algunos años más tendrán las riendas y la responsabilidad de la conducción de las instituciones y del país.
El fenómeno es complejo y multifactorial. Empecemos por analizar algunos de los elementos contextuales en que han vivido las generaciones previas como la de los baby boom que nacieron en las postrimerías de la segunda guerra mundial y la generación X que vivió la llamada guerra fría.
Los baby boom (1946-1964) nacieron en un periodo de fuerte aumento de la natalidad, pero también de gran expansión económica y prosperidad sin precedentes. Vivieron la transición de la tecnología analógica a la digital, vieron llegar la televisión, las primeras computadoras personales y el internet.
Una de las características de los baby boom es su disciplina por el trabajo, son hijos de la cultura del esfuerzo. Vivieron una época de estabilidad laboral, trabajos bien remunerados y planes de jubilación sólidos. Valoran la seguridad financiera y el ahorro. Ya en su tercera edad son muy activos, viajan, aprenden, se niegan a envejecer.
La generación X (1965 a 1980) empezó a vivir la época de las vacas flacas, vivieron las recesiones, muchos crecieron con ambos padres trabajando o en hogares monoparentales. Posiblemente esto los condujo a ser autosuficientes y responsables a edad temprana.
Fueron testigos del surgimiento de las tecnologías de la información y comunicación. Se adaptaron a la computación, el internet, la telefonía móvil con relativa facilidad. Vivieron la llamada guerra fría, la caída del muro de Berlín, y la recesión de los 80. Muchos tienen una jubilación y o pensión que les permite una vejez económicamente estable.
Las nuevas generaciones, los milenials (1981-1996) y la generación Z (1997-2012) no tienen las condiciones de auge económico, una jubilación asegurada, trabajos bien remunerados, oportunidades de desarrollo, crecimiento y movilidad social que tuvieron las generaciones predecesoras.
No es de extrañarse que nuestros jóvenes vean la vida con incertidumbre y falta de esperanza en el futuro. Los nacidos en los años posteriores a 1980, tienen una visión más del presente e inmediata, están conscientes que tienen que disfrutar el presente, experimentar y aprender, su futuro es muy incierto.
Las preocupaciones principales de estos jóvenes son la falta de oportunidades laborales, los salarios bajos y los grandes problemas de la sociedad como la violencia. Su contexto es de incertidumbre económica y laboral; el mercado laboral es precario, los trabajos temporales, mal remunerados y con pocas oportunidades de crecimiento.
Por otro lado, viven bajo una crisis ambiental con la amenaza de un cambio climático de consecuencias impredecibles. Afrontan mayores problemas de salud mental con mayores índices de ansiedad y depresión por las presiones sociales, económicas, el impacto de las redes sociales y la tecnología en sus vidas.
Aunado a esto las nuevas generaciones tienen valores y expectativas diferentes a las de las generaciones pasadas que los lleva a una desconexión y falta de empatía con las generaciones que los precedieron.
Estas características del contexto que viven las nuevas generaciones les crea una visión de futuro negativa, una sensación de desesperanza, un mundo incierto y peligroso. Esta es la herencia que estamos legando a nuestros hijos y a nuestros nietos. Creo que aún hay tiempo de hacer un cambio en el futuro que dejaremos a nuestros descendientes. Aún es posible la construcción de un mundo mejor.