MÁS TECNOLOGÍA, MENOS CONOCIMIENTO: LA GRAN CONTRADICCIÓN
Hace tiempo hice una reflexión sobre el oscurantismo en la edad media. En esa época histórica los teólogos eran quienes tenían la verdad incuestionable. Con el Iluminismo se desarrolló el constructo humano conocido como ciencia. Hoy el criterio de verdad universalmente reconocido es el método científico.
Hoy, igual que en la edad media, la mayoría de la población desconoce los códigos científicos y son los investigadores, los científicos quienes deciden sobre la verdad y les creemos sin preguntar. ¿Estamos viviendo un oscurantismo como en la edad media con la diferencia de que el dogma teológico fue sustituido por el dogma científico?
Científicos noveles con frecuencia llegan a pensar que tienen un conocimiento muy amplio de la realidad aunque con el tiempo buena parte de éstos, asumen la inmensidad del conocimiento y reconocen lo poquito del saber al que se tiene acceso.
Filósofos y pensadores reconocen que a pesar de los avances en el conocimiento que ha tenido la humanidad, seguimos siendo profundamente ignorantes en comparación con la inmensidad del conocimiento universal y la complejidad de la realidad.
Una versión de esta forma de pensar la expresaba hace unos 2500 años el filósofo griego Sócrates, a quien se le atribuye la autoría de la célebre premisa filosófica «solo sé que no sé nada», frase que refleja una profunda humildad intelectual con respecto a lo infinito del conocimiento.
Pensadores como Immanuel Kant han reflexionado sobre los límites del conocimiento humano, destacando que hay muchas cosas que están más allá de nuestra comprensión. La ciencia como todo constructo humano tiene límites, por lo cual no puede responder a todos los cuestionamientos, en especial los de la realidad subjetiva.
En pocos años el avance de la tecnología ha rebasado los límites de la imaginación. El desarrollo de la tecnología en todos sus ámbitos pero en especial en la informática nos hace sentir orgullosos y presumir que estamos en el top del reino animal.
El avance tecnológico ha transformado la vida humana. Desde la comunicación instantánea a través de teléfonos inteligentes y redes sociales, hasta los avances en medicina, energía, inteligencia artificial y exploración espacial.
La tecnología se ha democratizado y hoy casi todos tenemos el acceso a la información. Sin embargo, el avance tecnológico al parecer corre paralelo al avance de la ignorancia de muchos usuarios de las redes. El acceso masivo a la tecnología no se traduce necesariamente en una mejora del conocimiento o la educación general de la población.
El fenómeno de la “ignorancia informada” o desinformación ha crecido con la proliferación de la tecnología. Trataré de desglosar algunos de los elementos y factores que explican este fenómeno.
Sin duda alguna, la tecnología vino a facilitar muchas actividades cognitivas. Hoy poca gente hace cálculos como una regla de tres, o busca información calificada sobre problemas sociales, económicos, culturales, históricos, ya que la información y las soluciones a este tipo de problemas se obtiene en buscadores y ahora con la inteligencia artificial en cuestión de segundos, no hay necesidad de ejercitar el razonamiento.
Cuando empecé a escribir en las redes sociales artículos sobre educación, medioambiente, cultura y más, descubrí que los usuarios, en particular los más jóvenes difícilmente leen un párrafo de cinco renglones, prefieren mensajes cortos, de menos de un minuto, preferentemente imágenes o iconos.
A través de algoritmos y filtros, las plataformas digitales filtran a los usuarios un tipo de información que refuerza sus creencias preexistentes, las que están de moda o las de los influencers preferidos, limitando la exploración a información calificada o al menos diferentes puntos de vista.
Tener acceso a la información no garantiza la comprensión de la misma, es necesaria la educación y un pensamiento crítico para interpretar la información. La ausencia de estos factores lleva a la ignorancia incluso en un entorno rico en información y datos. Además, las redes sociales suben contenidos que capturan la atención, sin importar su veracidad, lo cual fomenta la ignorancia y las creencias erróneas.
Aunado a lo anterior la tecnología informática con frecuencia simplifica las complejidades llevando a los jóvenes a buscar respuestas fáciles a preguntas complejas, contribuyendo así a la ignorancia de la población.
En síntesis, la tecnología crece a un ritmo sin precedentes, aunque no sucede lo mismo con el pensamiento crítico. Nos encontramos ante la contradicción donde en medida que la tecnología crece, el conocimiento, el razonamiento y la cultura decrecen de manera casi directamente proporcional.