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LIBERALISMO Y CONSERVADURISMO: VISIONES DEL MUNDO DIFERENTES

 

Categorizar es una práctica básica del pensamiento humano toda vez que es una herramienta para organizar, entender, y comunicar la complejidad del mundo. Aristóteles formalizó la categorización como una disciplina filosófica en su obra Categorías dividiendo el mundo en diez grupos o categorías. Hoy, se pretende dividir al país en dos grupos: los liberales y los conservadores.

Esta reflexión pretende incursionar en la génesis de estos conceptos, sus características, así como sus contradicciones y hasta similitudes. Entendiendo que ambos conceptos son constructos humanos en continua construcción y deconstrucción.

El Liberalismo surgió en los siglos XVIII y XIX como respuesta a las estructuras feudales y monárquicas. Sus progenitores fueron John Locke, Monstesquieu, Immanuel Kant y Volataire, entre otros pensadores. El pensamiento conservador tiene como padre a Edmundo Burke quien defendía la tradición, la continuidad, las instituciones establecidas.

En América Latina las ideas liberales y conservadoras se mezclaron con las luchas por la independencia. En México se dio un conflicto entre liberales y conservadores que culminó con la Guerra de Reforma (1857- 1861). Benito Juárez fue quien lideró este movimiento.

Liberalismo y conservadurismo como corrientes en aparente contradicción no son estáticas, se transforman y evolucionan con los distintos contextos históricos y culturales, unas veces acercándose y otras alejándose.

En los Estados Unidos de Norteamérica los conservadores están representados por el Partido Republicano y los liberales por el Partido Demócrata con una continua alternancia de estas visiones del mundo. Kamala Harris pertenece al Partido Demócrata, mientras que Donald Trump al Partido Republicano.

En la actualidad el liberalismo tiene dos vertientes: el liberalismo económico y el liberalismo social. La primera vertiente está asociada con el neoliberalismo que promueve la economía de mercado, la globalización, la mínima intervención del estado, la privatización de industrias y servicios.

La segunda vertiente, el liberalismo social defiende los derechos individuales, la igualdad de oportunidades, la diversidad, los derechos de las minorías, la justicia social, el acceso a la educación, la salud y la recreación.

Por su parte, el conservadurismo social moderno pretende preservar los valores tradicionales, como la familia, la religión y la moralidad en la sociedad. Se oponen a los cambios rápidos en áreas como los derechos LGBTQ+ o el aborto. El conservadurismo económico favorece el libre mercado, la reducción del gasto gubernamental, la baja carga impositiva, y la propiedad privada.

El liberalismo y el conservadurismo en su calidad de constructos humanos sostienen ideologías políticas que mantienen tanto beneficios como desventajas, dependiendo del contexto y la perspectiva desde la cual se analicen.

El liberalismo promueve la libertad y el cambio, pero puede aumentar la desigualdad y provocar desarraigo cultural. El conservadurismo valora la estabilidad y la tradición, pero puede resistir el progreso social y económico necesario para enfrentar los desafíos contemporáneos. La eficacia de cada una de estas ideologías depende en gran medida del contexto en el que se aplique y de la capacidad para adaptarse a las circunstancias cambiantes.

En la sociedad actual, tanto el liberalismo como el conservadurismo han mostrado algunas manifestaciones extremas que no solo son polarizantes sino hasta peligrosas para la cohesión social y el diálogo democrático.

Las dos visiones del mundo llevadas a los extremos conducen al fanatismo y a la polarización política y social, creando un ambiente donde el diálogo y la cooperación se vuelven prácticamente imposibles. Las sociedades polarizadas se fragmentan generando fuertes conflictos internos, la ruptura de la cohesión social y la ingobernabilidad.

Cuando prevalecen los extremos, la democracia entra en crisis toda vez que se rompe el diálogo el cual se sustituye por la confrontación donde imperan las descalificaciones, la desconfianza y el rechazo a la pluralidad de opiniones que son la esencia de la vida democrática.

Cuando fui profesor de genética pude comprender teóricamente que la naturaleza no privilegia los extremos, no solo hay negros o blancos, entre estos dos colores hay una gama rica e infinita de grises; entre lo grueso y delgado hay una gama de muchas tallas.

En la sociedad no hay buenos o malos, hay humanos con defectos y virtudes. En este contexto, entre los extremos del liberalismo y el conservadurismo hay muchas otras posiciones sincréticas que enriquecen la pluralidad de las visiones del mundo.