

Misión de la educación en el siglo XXI: una aproximación
La misión hace explícita cuál es la razón de ser de algo, cuál es su finalidad última, nuestros ancestros la conocían como el corazón de las cosas y la denominaban como el netziliztly. Si no se tiene clara la misión de la educación, se enseña sin rumbo, se aprende sin propósito, y se forman seres humanos sin dirección y sin sentido.

Desde una perspectiva filosófica la misión se entiende como la esencia de las cosas. La esencia de la educación explica su propósito central. Desde una visión aristotélica la misión de la educación sería formar seres humanos en su dimensión racional y moral para que alcance su realización plena, es decir, la eudaimonía (vida buena). La educación tiene como fin último el desarrollo moral e intelectual del ser humano.
Por su parte, la IA sugiere que la misión de la educación es formar personas conscientes, libres, responsables y solidarias, capaces de transformar el mundo con sentido y justicia. Vale desglosar los componentes de esta propuesta:
Consciencia. Educar no es solo saber cosas, sino comprender el mundo y a uno mismo, es decir nuestra historia, cultura, ciencia, emociones, cuerpo, comunidad.
Libertad. Implica que la educación forma para la autonomía. Enseña que cada quien piense por sí mismo, desarrolle criterio, tome decisiones, cuestione lo injusto, y trace su propio camino.

Responsabilidad. Significa saber que el conocimiento tiene consecuencias. Que lo que aprendo no es solo para mí, sino que me compromete con los otros, con el planeta y con el tiempo que me toca vivir.
Solidaridad. Educar no es solo preparar o formar individuos exitosos, sino tejer comunidad. Educar es formar para cooperar, empatizar, convivir y para construir la paz.
Transformar. Nos invita a imaginar futuros posibles. La educación instrumenta para crear, resistir, sanar, construir algo nuevo. Paulo Freire decía que “La educación no cambia el mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo.”Final del formulario
Desde la perspectiva de Edgar Morín, La educación no se puede seguir dando de manera fragmentada, en disciplinas. Es necesario comprender la complejidad del mundo. La misión de la educación debe contemplar la complejidad, entender relaciones, contextos, interacciones, contradicciones, incertidumbres.

En un documento que Morín escribió para la UNESCO (Los siete saberes necesarios para la educación del futuro), propone siete principios para la educación del futuro los cuales pueden ser el sustrato para la construcción de la misión de la educación. Enuncio los siete principios:
Los tres primeros son: enseñar a reconocer los errores e ilusiones del saber; enseñar el conocimiento pertinente, es decir, contextualizado, significativo, vinculado a los grandes desafíos del presente y enseñar la condición humana, entendiendo al ser humano como una unidad biológica, psíquica, social, cultural y espiritual.
Los otros cuatro principios son: enseñar la identidad terrenal, fomentando una conciencia planetaria, ecológica y solidaria; enseñar a enfrentar las incertidumbres, formando personas capaces de vivir en un mundo cambiante, inestable, imprevisible; enseñar la comprensión, promoviendo la empatía, el diálogo, el entendimiento entre personas y culturas y enseñar la ética del género humano formando ciudadanos responsables, conscientes de su papel en la historia común de la humanidad.
Morín sugiere que la educación debe trascender el mercado laboral y participar a encontrar el sentido de la vida, a imaginar, a crear, a resistir la deshumanización. Educar es un acto de transformación del mundo, y debe incluir tanto el rigor del pensamiento como la apertura al asombro, al arte, al misterio, lo vivo.

Sabemos que la construcción de la misión de una institución es un trabajo colegiado. Esta reflexión es una modesta aportación a la construcción de la misión de la educación a partir de tres visiones: la de la filosofía, la Inteligencia Artificial y el pensamiento de Edgar Morín.
