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El inmenso retroceso en el desarrollo artístico en el Estado de Morelos no ha sido obra sola del gobernador saliente Cuauhtémoc Blanco a quien el tema le interesaba tanto como a una mosca el raid matabichos. Es evidente que el desprecio a la cultura ha sido por décadas de parte de los presidentes municipales y los cabildos un factor inmenso en el mínimo desarrollo de agentes culturales, agrupaciones y espacios artísticos independientes en el territorio, lejos de la capital morelense. Toda generalización es mala incluida la que contiene esta misma frase. Es evidente que ahí donde hubo sensibilidad e interés se sembraron semillas de las que hoy podemos ver algunos brotes o plantas enraizadas como es el caso de Jojutla y el hoy diputado electo y expresidente municipal Juan Ángel Flores Bustamante. Ese es un garbanzo de a libra que se ha producido pocas veces.

A lo que estamos acostumbrados y hasta nos encogemos en hombros y nos parece normal es que nada suceda ni se fomente ni se invente habiendo un presupuesto destinado y una Dirección de Cultura en cada organigrama municipal. El primero se convierte en el monedero y la segunda en el salón de fiestas del Presidente Municipal en casi todos los casos. ¡Ay, qué a gusto! Con ello se jubilan de alta labor que es acompañar, incentivar y proteger los esfuerzos culturales de la sociedad civil organizada así como de las comunidades. Obligación suya sería también propiciar o de plano crear los procesos formativos que los conduzcan al disfrute del tiempo libre a través del teatro, la danza, la pintura, la música, la literatura, la crónica histórica o la recuperación de la artesanía local o la lengua si se ha perdido la originaria. Tantas son las tareas y los responsables de dirigir los destinos de los municipios privilegian, a falta de imaginación o con dolo, el narcocorrido, el jaripeo, los bailes o las fiestas cívicas con un dinero que se pensó para elevar el espíritu de la población y no para enajenarla.

La Ley de Cultura y Derechos Culturales del Estado de Morelos, nuevecita y en espera de que la Secretaría de Turismo y Cultura emita el Reglamento respectivo ya en próximos días, debe ser leída con muchísimo cuidado por los 36 presidentes municipales electos el pasado 2 de junio. También deberán pensarse muy bien a quién designan para su respectiva Dirección de Cultura. Y es que este nuevo instrumento jurídico mandata cosas muy claras para los ediles que estarán en falta si no lo acatan. En principio tendrán la obligación de presentar un plan de cultura y crear un consejo ciudadano que de vigilancia al presupuesto y al cumplimiento de la Ley. Además, para el puesto de Director de Cultura, se pide que cumplan con un perfil idóneo y demostrable en el ramo; absteniéndose de las viejas prácticas de nombrar por compromisos políticos o por debilidades familiares o de compadrazgo. Porque no queremos que esta Ley se tome como letra muerta y para ello me parece que estarán vigilantes algunos grupos ciudadanos, entre ellos Cultura 33+3 que fue su más tenaz impulsora.

La nueva institución de Cultura para el Estado de Morelos sea Secretaría o Instituto, ya separada de Turismo, tendrá como tarea sensibilizar a los 36 alcaldes para que asuman con entusiasmo o a regañadientes, ellos elegirán, la Ley de Cultura y Derechos Culturales. También nos toca a los agentes culturales y sociedad civil organizada coadyuvar a que haya un cambio profundo en la mentalidad de nuestras autoridades electas para que el pueblo morelense acceda a los bienes culturales y los integre a su horizonte para el disfrute del tiempo libre.