

Me preguntaba si podríamos hablar de alguna pedagogía proveniente de Trump, y definitivamente, eso sería demasiado esperar de quien sólo ve súbditos obedientes a su alrededor y como lo ha dicho, no acepta que difieran de sus puntos de vista. Entonces, estamos ante una persona que ha renunciado al diálogo, a esa expresión que en alta estima tenemos de los humanos, la palabra entre iguales, que busca acuerdos, coordinación y empeños colaborativos.
Por eso amenaza, sabiendo que a su mano tiene medios desmesurados de combate, de aniquilamiento de los otros, en espera de que a su estímulo intimidante, le siga una respuesta de sumisión a sus órdenes y dictados, una respuesta meramente animal, y que me perdonen tantos animales que comprenden a sus dueños y a otros animales, sin pretender medrar de ellas.

Su doctrina, lo sepa él o no, como la de sus seguidores, es el fascismo, que como ya lo ha hecho, busca la eliminación de grupos sociales, poblaciones, por motivos de género, diversidad, nacionalidad, con fines de apoderarse de sus recursos, patrimonios, haberes individuales y colectivos, que hagan lucir aún más su poder, su infinito ego, su gozo en dominar a los demás.
En ese contexto, nos queda recordar los resultados de los regímenes fascistas, y quienes no lo saben, deberían, me atrevo a proponerles, leer, documentarse al respecto, para valorar lo que nos concierne personal y colectivamente, a manera de preparar el terreno para nuestra defensa ante tales ataques que vienen en cadena, desde países que se alían a los EUA, para ejercer con su liderazgo, tal dominación.
Sí, nos toca aprender de cada una de las políticas, abiertas y veladas, de Trump y de los EUA, y valernos de la experiencia histórica de otros países que vivieron el yugo del fascismo, de los análisis sociales y políticos de expertos que formulan pronósticos de lo que puede venir para los pueblos del sur, con relativa debilidad militar, pero con grandes recursos territoriales, mineros, energéticos y poblacionales.
Todo imperio conocido, ha sucumbido tarde que temprano, algunos se han desintegrado por sus afanes megalómanos, pero hay que ayudarle al norteamericano, podemos y debemos ayudarle. Ni la población de USA ni nosotros, ni el resto del mundo, merece el trato que nos da Trump y su administración, y por supuesto que tiene debilidades que se están detectando y pronunciando. La inteligencia desde el Sur (también existe, dice Benedetti cantado por Serrat), también existe y es poderosa en valores de comunidad, de construcción de futuros, de solidaridad ante los ofendidos y los heridos. Las alianzas desde el sur, y esperemos también desde Europa, África y Asia, son necesarias, por el bien de todos sus estados miembros y poblaciones, actualmente amenazados.

Como lo ha hecho Petro desde Colombia, y Sheinbaum desde México, algunos senadores canadienses y europeos, algunos artistas norteamericanos, tenemos un gran patrimonio de dignidad y convicciones suficientes para enfrentar los actuales desafíos que nos presenta el invasor, el violento y desenfrenado, porque va a caer, va a caer, y habremos de ayudarle a caer, clarificando sus procederes para que su propia base social se le vaya en contra, como empieza a suceder. Nos toca, allá y acá. Nuestros héroes nos han dado guías morales para hacerlo nuevamente.
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