Estos días de movilizaciones y acciones por el Día Internacional para la eliminación de las violencias contra las mujeres se respira una herida abierta: está por cumplirse un año del feminicidio de Mafer Rejón y nos negamos a que nuestras historias se conviertan en estadística. La memoria como un ejercicio permanente se vuelve indispensable en medio de una comunidad que se resiste a que nuestros destinos estén trazados por una política de muerte.
Mafer era una mujer artista, pintaba y cantaba para denunciar y para sanar. Hoy su mamá nos recordó que hace un año Mafer planeaba iniciar un proyecto de música medicina. ¿A dónde se fueron sus palabras? ¿Qué hacer cuando silencian para siempre el canto de una de nosotras?
Muchas y muchos nos negamos a la desesperanza, tal vez porque esperar otros caminos posibles es lo único que nos queda. Pero también nos queda la voz colectiva, el eco, la indignación y la humanidad que habita en miles de corazones que arropan desde distintos lugares a las familias de quienes ya no están.
Con un hueco en el pecho comparto aquí un fragmento de la carta que Mariana Molina, mamá de Mafer, escribió a la presidenta Claudia Sheinbaum a manera de un llamado urgente. Cedo este espacio esperando no sólo que el mensaje llegue a los oídos necesarios, sino que resuene en cada territorio y como dice Vivir Quintana, “que tiemble el Estado, los suelos, las calles, que tiemblen los jueces y los judiciales”.
Hola Claudia,
Perdóname la ausencia de protocolo, que en ningún momento pretende faltar al respeto a tu investidura, sino que intento visibilizar nuestra equiparable condición de mujer, hija, madre, trabajadora… con la diferencia de que a mi segunda hija, la asesinaron.
Hoy, 22 de noviembre del 2024, se cumplen 11 meses del brutal feminicidio y hallazgo de mi hija, en el arcén de la carretera a Acapulco, semi vestida, envuelta en una sábana, golpeadísima y con un balazo en la cabeza.
La fiscalía del feminicidio en Morelos, me dijo en alguna de las primeras citas, que había coincidencia por balística, con algunos otros eventos que tenían que ver con el crimen organizado… me aterraron haciendo comentarios e implicaciones de que mi hija tuviera algún nivel de responsabilidad, consumo de sustancias, -velada y dolosamente, para luego desaparecer y dejarme sin noticias por meses. La comisión de atención a víctimas, se avocó a «apoyarme” en irme del estado y se desentendieron por completo después. El instituto de la mujer me dio apoyo tanatológico por unas cuantas sesiones… mujeres que enfrentan estos casos desde sus trabajos con perspectiva de género, me cuentan (fuera de registro), que los grupos de delincuencia organizada están divididos entre el gobernador del estado y el fiscal… la policía no se lleva con la guardia nacional, tampoco con los forenses, que no tienen presupuesto para investigar, estudiar, determinar con veracidad absolutamente nada. La ciberpolicía, no sé qué hace, pero dice la ministerio pública N, que me atendió en ese espantoso inicio de investigación, que los resultados no serían revelados… y esta es la hora en que nadie supo. Lo único que me han dejado claro es que hay que tenerles miedo, también a ellos. Aquí, por escribir ésto, ruego a los cielos que no me desaparezcan a mí también.
La carta completa está disponible en mis redes sociales así como en las redes de diversas colectivas morelenses.
#JusticiaParaMafer #VidaParaTodas
Foto: VHSR