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Gabriela Mendizábal Bermúdez*

El Día de Reyes, celebrado cada 6 de enero, es una de las tradiciones más queridas en México. En esta fecha, las familias se reúnen para compartir la tradicional rosca de reyes y los niños reciben regalos que simbolizan los obsequios entregados al Niño Jesús por los Reyes Magos. Más allá de su carácter cultural y religioso, esta festividad nos invita a reflexionar sobre la importancia de la seguridad social como un factor clave para garantizar que todas las niñas y niños en sus familias puedan disfrutar de estas tradiciones y de los derechos de la infancia. Una adecuada seguridad social protege de los riesgos de la pérdida del ingreso económico y brinda atención a la salud, por lo que no solo protege a las familias, sino que, como consecuencia, también garantiza que las niñas y niños tengan acceso a educación, salud y esparcimiento. La falta de estos derechos no solo limita las celebraciones, sino que perpetúa el ciclo de pobreza y orilla a las y los niños a trabajar.

El trabajo infantil es un tema prioritario en la agenda global debido a su impacto negativo tanto en la infancia como en la sociedad en general, generando elevados costos sociales y económicos. Este fenómeno se define como cualquier actividad laboral, remunerada o no, que impida a niñas y niños ejercer sus derechos, desarrollar su potencial, preservar su dignidad, y que afecte su desarrollo físico y psicológico.

El trabajo infantil incluye a menores de 5 a 14 años en cualquier tipo de actividad laboral, adolescentes de 15 a 17 años en ocupaciones peligrosas (como las agropecuarias, minería, construcción, o trabajos en ambientes peligrosos y horarios prolongados), así como a niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años en labores domésticas no remuneradas bajo condiciones inapropiadas.

En el ámbito internacional, instrumentos como la Convención sobre los Derechos del Niño y diversos convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) establecen límites legales al trabajo infantil. También destacan el Convenio 138 (1973) sobre la edad mínima para trabajar y el Convenio 182 (1999) sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil. A nivel nacional en México, marcos normativos como la Constitución, la Ley Federal del Trabajo, la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, y la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes, establecen las bases legales para abordar esta problemática.

En México, los datos más actualizados por la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) son del 2022 y en esa encuesta se estimó que la población de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años en México fue de 28.4 millones. De esta población, 3.7 millones (13.1 %) se encontraban en condición de trabajo infantil.

En el estado de Morelos, según datos del INEGI (ENTI, 2022), el 5.9% de los niños de 5 a 17 años trabaja en actividades no permitidas, mientras que el 5.5% realiza ocupaciones peligrosas. Las principales razones detrás de esta situación incluyen la necesidad económica del hogar, el aprendizaje de un oficio, el pago de gastos escolares y personales, y la contribución a las deudas familiares.

La erradicación del trabajo infantil requiere la colaboración entre sectores público, social y privado, así como un entorno favorable que combine políticas sociales, combate a la pobreza y estabilidad económica. La pobreza, vinculada al desempleo y subempleo, refleja desequilibrios estructurales que afectan la productividad, la competitividad y el desarrollo económico.

Los datos del INEGI muestran que, en ausencia de protección por desempleo, los hogares recurren al trabajo infantil para suplir ingresos. Por ello, garantizar la protección de la seguridad social a familias vulnerables es esencial para evitar que menores ingresen prematuramente al trabajo. Es necesario atender los factores que provocan que las y los adolescentes no estudien, ni trabajen y con ello sean víctimas de las consecuencias de la exclusión social, la cual los aleja tanto de la posibilidad de continuar su acumulación de conocimientos y habilidades en la escuela, como de acceder a oportunidades del mercado laboral.

El trabajo infantil impacta negativamente el acceso a educación y capacitación, perpetuando el círculo de pobreza. Esto limita el desarrollo personal, familiar y nacional, reduciendo las oportunidades de un mejor empleo para las y los niños trabajadores y afectando la productividad nacional.

La seguridad social ha demostrado ser un factor crucial para mantener vivas las tradiciones y la cohesión social. Al reforzar los sistemas de protección social, México puede garantizar que todas las familias celebren el Día de Reyes con alegría, preservando esta costumbre como un símbolo de unión y esperanza. El Día de Reyes no solo celebra la infancia, sino también la necesidad de construir un país más justo e inclusivo.

*Seguróloga social y Profesora-investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

La Jornada Morelos