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Sofía Belén Castro Brenes*

Imagina un mundo donde ser mujer pudiera definir tus oportunidades y limitar tus sueños. Esta no es solo una hipótesis; es una realidad palpable: las mujeres, que representan el 50% de la población mundial, ocupan solo el 29% de los roles de liderazgo en las empresas a nivel global (World Economic Forum, 2023). Esta estadística no solo refleja una brecha de género abismal, sino que también subraya la urgente necesidad de avanzar hacia la igualdad económica real. Ante este contexto, la Economía Social y Solidaria en adelante (ESS) se posiciona como un medio eficaz para promover la equidad debido a su enfoque en la cooperación, participación comunitaria, y gestión democrática, a diferencia de las estructuras empresariales tradicionales que a menudo priorizan las ganancias sobre el bienestar social.

Si bien es cierto, últimamente, mucho se habla sobre la necesidad de redefinir la equidad, pero las acciones concretas son escasas, las grandes empresas del sistema dominante continúan privilegiando las ganancias sobre el bienestar social, perpetuando estructuras de poder que limitan el verdadero potencial de las mujeres en la economía global. Entonces, ¿cómo podemos redefinir la equidad de manera efectiva y práctica? En un primer aspecto, para redefinir la equidad, debemos enfocarnos en cerrar la brecha de género y empoderar a las mujeres.

En este sentido, una respuesta transformadora se encuentra en el cooperativismo, un pilar de la ESS que promueve la igualdad y la justicia social mediante el cooperativismo. Al fomentar cooperativas dirigidas por mujeres o que prioricen la equidad de género en sus estatutos, se ofrece a las mujeres no solo un empleo, sino una voz en la toma de decisiones y una porción equitativa de los beneficios económicos. Esto no solo fortalece su autonomía económica, sino que también les permite incidir directamente en las dinámicas de mercado que tradicionalmente las han excluido o subvalorado.

En México, un ejemplo inspirador es la cooperativa Jolom Mayaetik, cuyo nombre en lengua tzotzil significa «tejedoras», es más que una cooperativa textil: es un símbolo de resistencia y reafirmación de la identidad cultural de las mujeres indígenas de Chiapas, México, fue fundada en 1985 por mujeres tzeltales, tzotziles y choles, esta cooperativa no solo preserva el arte del tejido tradicional, sino que también representa un modelo de empoderamiento económico y social. El trabajo de Jolom Mayaetik es mucho más que tejer telas, cada hilo tejido es una historia de vida, estos tejidos con sus colores vivos representan los paisajes de Chiapas, estas artesanas, al llevar sus creaciones desde mercados locales a ferias internacionales, no solo mejoran su bienestar económico, sino que también promueven la riqueza cultural de su comunidad, cada venta es un testimonio de su habilidad y un paso hacia el reconocimiento global de su arte ancestral. La cooperativa no solo actúa como un canal económico, sino que también funciona como un vehículo para el empoderamiento y la preservación cultural, mostrando cómo la ESS puede ser crucial para fomentar la sostenibilidad y la equidad en comunidades indígenas.

En este sentido, el futuro de la Economía Social y Solidaria (ESS) en reducir la brecha de género es alentador, demostrado por cooperativas como Jolom Mayaetik, donde modelos no solo empoderan económicamente a las mujeres sino que promueven prácticas equitativas globales. En palabras de Hermelinda Tiburcio Cayetano lideresa indígena y activista mexicana quien nos inspira diciendo: «Nuestra lucha es por el respeto a nuestra tierra y tradiciones.» Sigamos expandiendo la ESS para un futuro más justo y equitativo.

*Colaboradora del NODESS Morelos Solidario y Cooperativo. Estudiante del Doctorado en Derecho y Globalización de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos