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Educación sanitaria para prevenir lesiones por sumersión

José Rogelio Sánchez Garay*

A continuación, se expone un artículo que aborda las principales medidas de prevención, la importancia de la educación y concientización, así como las acciones a seguir en caso de emergencias.

Se define como ahogamiento al proceso de sufrir una deficiencia respiratoria por sumersión o inmersión en un líquido. La insuficiencia respiratoria, la hipoxia, puede derivar en muerte.

El ahogamiento es una de las principales causas de muerte accidental en todo el mundo, especialmente entre niños y jóvenes. En Estados Unidos, el 45% de las personas que se han ahogado forman parte de la población económicamente activa. La OMS establece que los países deberán adoptar un plan de seguridad para evitar lesiones por sumersión en agua (OMS, 2021).

Por otro lado, para la Secretaría de Salud (2016) los ahogamientos son un importante problema de salud pública en México y el mundo entero, con alto grado de fallecimiento por esta causa.

Se estima que en 2012 murieron 372 mil personas a causa de ahogamiento por sumersión, ubicándose entre las 10 principales causas de muerte en el mundo. El riesgo de ahogamiento es mayor en los menores de edad, en los hombres y en las personas que están más expuestas a depósitos amplios de agua.

Las tasas más altas son en menores de 5 años, en donde el porcentaje más alto ocurrió en el hogar 41.7% (albercas o cisternas abiertas sin seguridad). En adolescentes y personas adultas mayores, donde se presentaron las defunciones por ahogamiento, se presentaron en arroyos, canales, estanques o piscinas, lagos, pantanos, playa, puertos y ríos.

Este problema puede prevenirse mediante la implementación de diversas estrategias de seguridad tanto en albercas como en ríos.

Uno de los factores más críticos en la prevención del ahogamiento es la vigilancia activa. En las albercas, es fundamental que siempre haya una persona designada para supervisar a los bañistas. Esta persona debe estar capacitada en primeros auxilios y en técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP) y accesibilidad a los servicios de ambulancias para traslado oportuno de los pacientes. La vigilancia activa implica estar siempre alerta y no distraerse con actividades como el uso del teléfono móvil, leer o socializar.

En el caso de los ríos, donde las corrientes pueden ser impredecibles, la vigilancia debe ser aún más rigurosa. Las áreas designadas para nadar deben estar claramente delimitadas y, preferentemente, contar con la presencia de socorristas. Es crucial recordar que los ríos pueden cambiar rápidamente, y lo que en un momento es seguro, al siguiente puede no serlo.

Educación y concientización. La educación es una herramienta poderosa para prevenir el ahogamiento. Enseñar a los niños desde temprana edad a nadar y a reconocer los peligros asociados con el agua puede salvar vidas. Los programas de natación y seguridad acuática deben ser accesibles y promovidos en las escuelas y comunidades. Además de enseñar habilidades de natación, es esencial educar sobre el comportamiento seguro en el agua. Por ejemplo, los niños deben aprender a no correr alrededor de las albercas, a no nadar solos y a respetar las señales y normas de seguridad.

Los adultos también deben recibir educación sobre cómo actuar en emergencias acuáticas y cómo utilizar equipos de salvamento, como chalecos salvavidas, cuerdas y no convertirse en una segunda víctima.

Medidas de seguridad en albercas. Las albercas deben contar con diversas medidas de seguridad para minimizar el riesgo de ahogamiento. Entre las más importantes se encuentran las siguientes:

Cercas y barreras: las albercas deben estar rodeadas por cercas o barreras que impidan el acceso no supervisado, especialmente por parte de niños pequeños. Las puertas de estas cercas deben contar con cerraduras de seguridad y mecanismos de cierre automático.

Alarmas y sensores: las alarmas de agua y los sensores de movimiento pueden alertar a los supervisores sobre la presencia de una persona en la alberca. Estos dispositivos son especialmente útiles durante la noche o en momentos en los que no hay vigilancia directa.

Cubiertas de seguridad: las cubiertas de seguridad para albercas ayudan a prevenir caídas accidentales cuando la alberca no está en uso. Es importante asegurarse de que estas cubiertas estén bien instaladas y sean capaces de soportar el peso de una persona.

Equipos de salvamento: las albercas deben estar equipadas con flotadores, cuerdas de rescate y un botiquín de primeros auxilios. Todos los usuarios de la alberca deben saber dónde se encuentran estos equipos y cómo utilizarlos en caso de emergencia.

Precauciones en ríos: nadar en ríos presenta desafíos adicionales debido a las corrientes y la falta de control sobre el entorno. A continuación, se enumeran algunas precauciones esenciales para garantizar la seguridad:

1.- Conocer el Terreno: antes de nadar en un río, es importante conocer las características del área. Informarse sobre la presencia de corrientes fuertes, remolinos y obstáculos sumergidos con estas acciones se puede prevenir accidentes.

2.- Nadar en zonas designadas: siempre es más seguro nadar en áreas designadas para este propósito, donde las autoridades locales hayan evaluado y delimitado zonas seguras. Evitar nadar cerca de embarcaderos, presas o zonas de rápido caudal es crucial.

3.- Utilizar chalecos salvavidas: en albercas y en ríos, especialmente aquellos con corrientes fuertes, es recomendable el uso de chalecos salvavidas. Estos dispositivos proporcionan flotabilidad adicional y pueden ser vitales en caso de ser arrastrado por la corriente.

4.- Evitar el alcohol y drogas: el consumo de alcohol y drogas disminuye la capacidad de reacción y juicio, aumentando significativamente el riesgo de ahogamiento. Es fundamental evitar estas sustancias al nadar en ríos.

Barcala et. al (2023) realiza las siguientes puntuaciones relacionadas con los incidentes acuáticos:

La persona que se ahoga, frecuentemente lo hace en silencio, no grita, no pide ayuda, realiza movimientos de braceo bajo el agua que pueden intentar salir a la superficie como si tratase de escalar, con la boca a nivel o debajo del agua y la mirada fija. Las personas con síntomas leves se recuperan en pocas horas, sin embargo, cuando están desorientadas, confusas, con disminución del nivel del estado de alerta o dificultad respiratoria deben de derivarse a un servicio de urgencias.

“El manejo del soporte vital básico y avanzado de estas personas se basa en el correcto manejo de la vía aérea y la ventilación para corregir la hipoxia y así aumentar las posibilidades de supervivencia. Considerando a la hipoxia como la principal causa de paro respiratorio y paro cardiorrespiratorio en una persona ahogada, los protocolos de reanimación prehospitalaria difieren de los algoritmos universales de RCP. La reversión de la hipoxia mediante el inicio rápido de ventilaciones es fundamental en estos casos. Por lo tanto, el papel del personal de primera respuesta en la escena, con frecuencia Guardavidas y/o personal de los Servicios Médicos de Emergencia, es primordial”. (1)

Importante recalcar que en niños de corta edad los manguitos o diversos flotadores no previenen el ahogamiento, ya que no garantizan que las vías respiratorias queden fuera del agua en todo momento, su uso como medida preventiva exclusiva puede generar una falsa sensación de seguridad en bañistas y confianza en los cuidadores, disminuyendo así su atención y vigilancia.

Conclusión: se ha demostrado que la principal función de los socorristas es la prevención en el 99.8%, ya que el rescate solo representa el 0.1% de las acciones y la asistencia crítica menos del 0.02%, los incidentes que requieren maniobras de reanimación son muy residual.

El factor más importante para la supervivencia es el tiempo de sumersión, por lo que lograr identificar y detener el proceso de ahogamiento es fundamental para un pronóstico favorable, identificando a los grupos vulnerables, que se encuentran en el agua, que no avanzan, que parecen inmóviles, y apenas sobresalen de la lámina del agua, son datos que nos deben de alarmar en un bañista y no como las imágenes de ficción (cine, televisión y redes sociales) en las que la persona grita, agita los brazos y pide ayuda, ya que se puede generar un sesgo en detectar victimas en el medio acuático.

El único material efectivo y recomendado para la flotación de los bañistas son los chalecos salvavidas certificados que siempre deben de usarse cuando se navegue en un bote, en ríos, albercas, etc.

Invertir en educación y equipamiento adecuado, así como fomentar una cultura de seguridad, es esencial para proteger la vida y disfrutar de manera segura de las actividades acuáticas.

Un aspecto relevante en el tratamiento del ahogado es reconocer el origen asfíctico del paro cardiaco, por lo que se debe priorizar la oxigenación para combatir la hipoxia iniciando reanimación cardiopulmonar.

Si una persona es rescatada del agua y no respira, iniciar inmediatamente la reanimación cardiopulmonar puede salvar su vida. Conocer y practicar las técnicas de RCP es vital para cualquier persona que frecuentes áreas acuáticas.

Si usted está interesado en aprender primeros auxilios, reanimación cardiopulmonar, se le invita a adquirir el conocimiento y técnicas necesarias para responder en forma efectiva a situaciones de emergencia, acérquese a los servicios de emergencia de su comunidad para programar su capacitación.

Bibliografía:

1. Barcala-Furelos, R., Sanz-Arribas, I., Sánchez-Lloria, P., Izquierdo, V., Martínez-Isasi, S., Aranda-García, S., … & Muñoz-Barús, I. (2023). Educación sanitaria ante las falsas creencias, mitos y errores en torno a los incidentes acuáticos. Una revisión conceptual basada en evidencias. Educación Médica, 24(5), 100821.

2. Secretaria de Salud (2016) Modelo para la Prevención de Ahogamientos en grupos Vulnerables en México. Recuperado de https://www.gob.mx/salud/documentos/modelo-para-la-prevencion-de-ahogamientos-en-grupos-vulnerables-en-mexico-101834?state=published

*Especialista en Medicina de Urgencias. OOAD IMSS Morelos.