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Por Cafeólogo

No hay forma simple de abordar la cuestión, pero está ahí, la queramos ver, atender, o no. El planeta tierra está siendo dramáticamente modificado, desde hace mucho tiempo y hoy como nunca, por la acción de las sociedades humanas, y la gente del café jugamos un rol en tal escenario. Ya sea porque lo produzcamos, lo transportemos, lo vendamos o lo consumamos, todos los del café tenemos algo que ver con el momento que hoy vive nuestro mundo y con el mundo que tendremos el día de mañana.

Esta cuestión tiene muchísimas aristas. No alcanzo siquiera a imaginar cuántas, pero sé que son cientos o miles de ángulos, tan solo desde el mundo del café la cuestión planetaria se puede dirimir en cuantiosas discusiones, acciones y consecuencias. No conozco a una sola persona que pueda abordarlas todas; de hecho, ahí está el encanto de la solución: todos podemos ser parte de ella. Por lo pronto contaré una anécdota, que quizá no resuelve nada pero imagino que podría mover a alguno a la reflexión, y sobre todo, a la acción.

Esta semana que ahora termina la pasé en un país centroamericano famoso por ser una marca país “verde”. Una pequeña nación grande en su fama por el cuidado del medio ambiente, por la abundancia de reservas naturales, por las muchas zonas de resguardo de especies animales y vegetales de incontable valor, y no memos conocida como un destino obligado para quienes quieren hacer turismo con conciencia ambiental.

Estuve ahí, no como turista sino como profesional del café, catando y juzgando en un certamen para identificar cafés de la máxima calidad en dicho país. Es un origen de café muy famoso por entregar al mundo cafés únicos; en un origen de café rico en caficultores, con diferentes regiones cada una con su terroir, con marcas insignia en el mundo del café -tanto del comercial como del especializado-, y sede de importantes instituciones civiles y gubernamentales enfocadas en la investigación de café.

Pues bien, este paraíso cafetero pregunté: ¿cuál es la participación, presencia, importancia, valor, de la caficultura orgánica, o de la biodinámica, o de la agroecológica en el universo de la producción de café del país? Y la respuesta fue un largo e incómodo silencio.

No podía creerlo, pero sí podía creerlo, porque habemos muchos en el mundo que decimos que estamos preocupados por nuestro planeta, por la biodiversidad de la que goza aún este mundo, por los recursos tan vitales como el agua y los suelos… y en la práctica no predicamos con la acción y el ejemplo.

Los del café tenemos mucho que mejorar y mucho más que aportar al mundo para cuidarlo, conservarlo y compartirlo como la casa común que es, y este viaje me dejó en claro que debemos hacerlo con más énfasis, con más determinación, con coherencia, porque el café se lo merece y el mundo se lo merece. Dedicaré las siguientes entregas a reflexionar sobre esta cuestión. ¡Pura vida!

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