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Los resultados de la seguridad pública en Morelos han ido de la mano de los militares a partir de la incorporación de nuestro actual territorio al pacto federal en 1869. Los referentes son contundentes y el juicio inobjetable de los hechos históricos destierran cualquier alegato que pretenda aludir a la militarización de la seguridad pública en el estado, simple y llanamente los miembros del ejército han dado resultados. El general Carlos Pacheco, distinguido veterano de la guerra contra la intervención y el imperio, perdió un brazo y una pierna en la decisiva batalla del 2 de abril de 1867, lo cual no le impidió seguir sirviendo a México, lo hizo como Secretario de Fomento, Gobernador de su natal Chihuahua, también del Distrito Federal, Secretario de Guerra y Marina y en 1876, como Gobernador de Morelos donde fue un decidido impulsor de la bonanza económica caracterizó a la entidad durante la recta final del siglo XIX y la primera década del siglo pasado.

Pero el general Pacheco, no solo fue durante su breve mandato un promotor de la prosperidad, sino que abatió a los legendarios “Plateados” que más allá de ser personajes románticos o novelescos, fueron una horda de bandidos que asolaron el territorio morelense, incluso amagaron con saquear y arrasar Cuernavaca, pero fueron derrotados por Pacheco en la hoy olvidada Batalla de la Cazahuatera que se libró en lo que hoy es la intersección entre la avenida Plan de Ayala y el paseo Cuauhnahuac.

Es bien sabido que Morelos fue un estado diezmado durante el periodo revolucionario, sin embargo, el único momento de paz durante aquel aciago periodo, se dio cuando el Director del Colegio Militar y afamado artillero, Felipe Ángeles fue Jefe de las Operaciones Militares en Morelos en 1912, afortunadamente existe mucha referencia bibliográfica al respecto. Hay quienes especulan, no sin razón, que, de no haber estallado la Decena Trágica, Ángeles pudo haber resuelto las insalvables diferencias entre Madero y Zapata.

A principios de 1957, un trágico suceso detonó la mayor protesta social que Morelos ha vivido. Cuernavaca era una ciudad pequeña, donde todos prácticamente se conocían, Jorge Garrigos era un joven recién casado, de formidable fortaleza física y apreciado por la comunidad. Resulta que, tras un incidente vial, en un exceso policial, Jorge fue asesinado por un motociclista de tránsito. El crimen indignó a la sociedad que sin distinción clases se unió, llegando al extremo de apedrear el Palacio de Cortés, sede en ese entonces del gobierno estatal y a rechazar la mediación del Obispo Sergio Méndez Arceo. La situación solo volvió a la calma tras la prudente y valiente intervención del comandante de la 24 Zona Militar, el general Julio Pardiñas Blancas.

Durante la década de los setenta, Morelos no estuvo exento de los amagos de los movimientos guerrilleros en el vecino estado de Guerrero, incluso ocurrieron los primeros asaltos bancarios que sorprendieron a la apacible Cuernavaca, en aquellos años, la situación no se salió de control gracias a la presencia de comandantes de la zona militar como el general Francisco Andrade.

En años recientes han destacado positivamente mandos militares como los generales Leopoldo Díaz Pérez y Agustín Vallejo Silva. Si bien es cierto que la seguridad pública debe estar manos de las policías bajo mando civil, por lo menos en Morelos, las fuerzas de seguridad pública no han estado ni están a la altura de las circunstancias. Los policías locales se encuentran aún muy lejos de equipararse en preparación y valores con los soldados del Ejército Mexicano.

La población de Morelos ronda los casi dos millones de habitantes y el estado de fuerza de la policía estatal es de poco más de 900 efectivos en las calles, una cifra que debería tenernos muy preocupados. Hoy la Guardia Nacional (GN) se ha organizado bajo mando de la SEDENA, lo cual a pesar de la criticas, es en una opinión personalísima, muy acertado. Los Guardias Nacionales no solo reciben el adiestramiento y equipo castrense, sino que están sujetos al fuero militar, lo cual les imprime disciplina y eficiencia. también los oficiales de la GN, hoy se forman en el Heroico Colegio Militar, lo cual asegura una instrucción y valores que jamás podrían tener en una academia estatal de policía, es importante destacar también el número de efectivos con que cuenta la GN, un batallón de Guardias Nacionales lo componen alrededor de 2,500 elementos, más del doble de los policías estatales disponibles actualmente en Morelos.

Es bien sabido que todos los morelenses estamos a merced de la delincuencia, es difícil que exista en la entidad, una familia que no haya sufrido algún delito en sus bienes o personas. También es una realidad que, sin seguridad, será imposible alcanzar o concretar cualquier logro en el rubro de desarrollo económico y social, por lo tanto, no se puede realizar ningún esfuerzo en materia de seguridad pública sin la colaboración de la Secretaria de la Defensa Nacional y la intervención de la Guardia Nacional.

*Escritor y cronista morelense.

Un grupo de personas alrededor de una camioneta verde

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Foto: SEDENA / Cortesía del autor