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A propósito del día internacional del deporte para el desarrollo y la paz: volviendo la mirada al deporte social inclusivo

Gabriela Mendizábal Bermúdez y Antonio de Jesús Guevara Mendoza*

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó desde el año 2013 que el 6 de abril se conmemoraría como el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz, con el propósito de sensibilizar a la población en general de la importancia del deporte para lograr cambios positivos, superar barreras y trascender fronteras. El tema principal para este 2025 es: la inclusión social y la misma ONU hace énfasis en la atención particular a los grupos más marginados.

El deporte y la actividad física son herramientas clave para garantizar la salud y el bienestar a lo largo de la vida. La Carta Internacional de la Educación Física, la Actividad Física y el Deporte de la UNESCO establece en su artículo 1º que el acceso a la actividad física y al deporte es un derecho humano sin discriminación alguna. Es decir, el deporte no solo es una forma de entretenimiento o espectáculo profesional, sino también una vía para promover la salud, el bienestar personal, la integración social, la igualdad de oportunidades y el desarrollo comunitario.

El deporte trasciende las competencias de élite y los eventos internacionales, como los Juegos Olímpicos o las ligas profesionales de fútbol. Existe también el deporte social, destinado a todas las personas sin distinción, fomentando la participación colectiva, la cooperación y la construcción de comunidades más cohesionadas. El deporte social fortalece valores como la disciplina, la solidaridad y la inclusión, contribuyendo la seguridad social al ofrecer espacios seguros para el desarrollo físico y emocional y con ello conservar la salud.

En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) recopila desde 2013 datos sobre la práctica deportiva de la población de 18 años o más a través del Módulo de Práctica Deportiva y Ejercicio Físico (MOPRADEF). Según los datos de 2024, el 41.1 % de la población adulta es físicamente activa, y el 64.2 % de este grupo cumple con los niveles de actividad física recomendados (al menos tres días por semana, acumulando 75 minutos de ejercicio vigoroso o 150 minutos de actividad moderada).

Sin embargo, el MOPRADEF no proporciona cifras específicas sobre la participación de las personas con discapacidad, lo que dificulta la implementación de políticas públicas para garantizar la inclusión de este sector en las actividades deportivas.

La Ley General de Cultura Física y Deporte (LGCFD), en su artículo 91, establece que las instalaciones deportivas deben garantizar la accesibilidad para las personas con discapacidad. En marzo de 2024, el Senado de la República aprobó una reforma a esta ley para asegurar que las instalaciones deportivas sean seguras y accesibles para toda la población, fomentando el uso eficiente de los recursos naturales y la gestión responsable de las infraestructuras deportivas.

En el ámbito local, el Instituto del Deporte y Cultura Física del Estado de Morelos (INDEM) ha promovido la inclusión en el deporte adaptado mediante diversas actividades. Un ejemplo fue la jornada deportiva organizada en diciembre de 2024 en la Plaza de Armas «General Emiliano Zapata Salazar» de Cuernavaca, en conmemoración del Día Internacional de las Personas Sordas. Estas acciones reflejan un esfuerzo por garantizar que las personas con discapacidad tengan acceso a la práctica deportiva y a la actividad física como un derecho fundamental.

No obstante, es necesario fortalecer las políticas públicas para consolidar una cultura deportiva inclusiva. La seguridad social basada en el deporte implica no solo la accesibilidad física, sino también la creación de programas específicos para la salud de las personas con discapacidad, la mejora en la infraestructura deportiva y la capacitación de entrenadores y personal técnico para garantizar una experiencia deportiva adaptada e igualitaria.

Con miras al Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz 2025, es crucial implementar estrategias que promuevan la inclusión en el deporte. Esto requiere mejorar la recopilación de datos sobre la participación de personas con discapacidad, optimizar la infraestructura deportiva y fomentar programas que integren a todos los sectores de la sociedad.

El deporte, entendido como un derecho humano y una herramienta de seguridad social, tiene el potencial de transformar sociedades y generar entornos más seguros, saludables e inclusivos. Para lograrlo, es esencial garantizar que todas las personas, sin distinción de edad, género o condición física, tengan la oportunidad de participar activamente en actividades deportivas y recreativas. La práctica deportiva, más allá de los logros individuales, es una vía para construir sociedades más justas, integradas y resilientes a lo largo de la vida.

*Profesora Investigadora de Tiempo Completo y Doctorante en Derecho y Globalización en la FDyCS de la UAEM.

La Jornada Morelos