No todo polinizador es una abeja
No todo lo que poliniza es una abeja. En el complejo sistema de polinización, necesario para la subsistencia de las plantas con flores, las abejas son el grupo más importante de polinizadores del planeta, pero no son el único, ya que una gran variedad de insectos y animales (e incluso el viento y el agua) contribuyen a este proceso.
Cuando hablo de las abejas me estoy refiriendo a muchísimas especies de abejas nativas (alrededor de dos mil especies tan solo en México) y no únicamente a Apis mellifera, ese insecto volador gordito con rayas amarillas y negro que todos conocemos y que fue introducido a América en el siglo XVII. En México estas abejas fueron importadas desde Cuba aproximadamente en 1780, e introducidas en la península de Yucatán aproximadamente en 1880.
Las abejas europeas rápidamente se adaptaron a las nuevas condiciones climáticas. Eventualmente escaparon de las colonias y, poco a poco, se integraron en nuestros ecosistemas y en la agricultura. Actualmente se considera que Apis mellifera es la especie de abeja con mayor distribución en el mundo, presente prácticamente en todo el planeta.
Sin embargo, como suele ocurrir cuando un organismo invade un nicho ecológico, la adaptación y proliferación de estas abejas ha tiene un efecto negativo sobre las abejas nativas, como las llamadas abejas meliponas (Melipona beecheii), vitales para las culturas mesoamericanas debido a su producción de miel, que han sido desplazadas por la abeja europea.
Además de las abejas, otros insectos participan en los sistemas de polinización. Cuando las plantas polinizadas por escarabajos se le llama catarofilia; cuando son mariposas diurnas, psicofilia y falenofilia cuando son palomillas nocturnas; si poliniza una mosca es miofilia; si son aves, ornitofilia (en América los colibríes son los reconocidos); quiropterofilia cuando polinizan murciélagos y si el polinizador es una abeja se le llama melitofilia.
La relación entre planta y polinizador puede ser muy compleja, derivando en sistemas especializados. Un ejemplo es la polinización por moscas de plantas de los géneros Stapelia y Rafflesia. Estas plantas emiten un olor fétido similar a la carne putrefacta, lo que atrae moscas que buscan lugares para depositar sus huevos y al ir de una flor a otra llevan el polen de una planta a otra. Las flores de algunos cactus —como Selenicereus (pitayas) o Carnegiea (saguaros)— son muy grandes, con forma de copa y florecen de noche para atraer a murciélagos. Los higos (y otros árboles del género Ficus) son polinizados por avispas que entran en los higos inmaduros para depositar sus huevos (este proceso es muy complejo y de verdad que recomiendo ver algunos de los muchos videos que lo explican a detalle). También el cacao (Theobroma cacao) depende de diminutos mosquitos del género Forcipomyia para su polinización.
Las orquídeas son otro género de plantas que ha desarrollado sistemas de polinización increíblemente específicos. El caso más sonado es el de la famosa “Orquídea de Darwin” (Angraecum sesquipedale), llamada así porque al examinar ejemplares de la flor, Darwin aseguró que debía existir una palomilla nocturna con una probóscide (la lengüita con la que beben el néctar) capaz de llegar hasta la base del espolón (y así ser polinizada), es decir unos 25 cm de largo. Esa palomilla no se conoció hasta 40 años después, cuando en 1903 la encontraron en Madagascar y fue llamada Xanthopan morganii praedicta. Otra relación muy curiosa es la pseudocopulación que se observa en ciertas orquídeas y abejas. Las orquídeas del género Ophrys han desarrollado flores que imitan la apariencia y el olor de las hembras de algunas especies de abejas. Los machos, engañados por esta mimetización, intentan copular con las flores, lo que resulta en la transferencia de polen.
Con todo y la diversidad de polinizadores y a pesar de su gran adaptabilidad, estas poblaciones mundiales están disminuyendo drásticamente, debido a factores como la pérdida de hábitat, el uso intensivo de pesticidas y el cambio climático.
Ojalá que las plantas con flores, ese último grupo de plantas en aparecer en la historia de la Tierra (140 millones de años atrás), no sea el primero en desaparecer en el Antropoceno.
*Comunicador de ciencia / Instagram: @Cacturante
Imagen cortesía del autor