El cisma de la Selva Lacandona
En 1985, mientras recorría la localidad de Crucero Corozal en Chiapas, Esteban Martínez Salas, biólogo egresado de la UAM, encontró una pequeñita planta de color transparente, con tallos sin hojas y flores en forma de estrella. Era una planta poco llamativa que había pasado inadvertida por años hasta que la mirada aguda de Estaban la identificó creciendo sobre hojas y materia orgánica húmeda. Él no sabía que, pocos años después, su hallazgo se consideraría el mayor descubrimiento de la botánica del siglo XX y, a la vez, un cisma, un parteaguas para la evolución vegetal.
La presencia de Esteban en la Selva Lacandona no era casualidad. Desde 1984 formaba parte de proyecto Flora Mesoamericana, un ambicioso proyecto conjunto entre el Instituto de Biología de la UNAM, el Missouri Botanical Garden y el Natural History Museum (Londres), con descripciones de todas las plantas vasculares del sureste mexicano.
De la colecta en 1985 hasta inicios de 1987 no se sabe mucho, pero en febrero de ese año Esteban, junto con Clara H. Ramos de la Facultad de Ciencias de la UNAM, propusieron un género nuevo a partir de la planta colectada y lo sometieron para su publicación a los Annals del Missouri Botanical Garden. El nombre del género fue Lacandonia y la especie schismatica, haciendo alusión al cisma, a la ruptura, que representaba esta nueva planta.
Pero ¿por qué era tan especial esta plantita sin hojas y tallos trasparentes, como para nombrarla así? La respuesta está en sus flores. No en la forma de estrella, sino en sus órganos sexuales…
La mayoría de las plantas de la Tierra son angiospermas, es decir, plantas que producen flores. Aunque aparecieron casi 300 millones de años después de las primeras plantas, en la actualidad son la flora dominante, representando alrededor de 90%, con alrededor de 300 mil especies. Todas las flores tienen la misma disposición de los órganos sexuales: los “femeninos” están al centro, y rodeándolos se encuentran los “masculinos”, es decir los estambres. En Lacandonia schismatica la disposición es inversa: los estambres están al centro y rodándolos están los capelos (femeninos). Es decir que, de 300 mil plantas, solo una tiene las flores en orden invertido, algo que no se había visto en la historia de la botánica.
Es tan difícil de creer que siete meses después de someter el manuscrito a revisión, en septiembre de 1987, J. Maas y H. Maas-van de Kamer, especialistas en la familia de plantas a la que iba a pertenecer Lacandonia, rechazaron la publicación, sugiriendo que una planta así no podría existir.
Afortunadamente, para ese momento Judith Márquez, también de la Facultad de Ciencias de la UNAM, realizaba estudios de anatomía de Lacandonia schismatica y ya se habían tomado fotos con microscopio electrónico de barrido y óptico, lo que apoyaría la existencia de la planta.
En enero de 1988 se propuso de nuevo a la revista del Jardín Botánico de Missouri, esta vez no solo como un nuevo género, sino como una nueva familia (algo que hacía medio siglo no pasaba). En junio de ese año se aceptó la publicación y vio la luz en el primer número de 1989 con el título “Lacandoniaceae (Triuridales): Una Nueva Familia de México”. A partir de ese momento, los estudios de Lacandonia no se han detenido, incluidos análisis sobre los genes implicados en la inversión de sus órganos sexuales. En 2003, el Angiosperm Phylogeny Group publicó una actualización de la clasificación de las angiospermas, desapareciendo la familia Lacandoniaceae y situándola dentro de otra, Triuridaceae.
Veintitrés años después del gran cisma, en 2012, la hazaña de Esteban Martínez y Clara Ramos se repitió, esta vez en Brasil: Aline Melo y Marccus Alves de la Universidade Federal de Pernambuco publicaron la descripción de una planta con características muy similares a Lacandonia schismatica, encontrada en el extremo norte de la Mata Atlántica en el estado de Paraíba. La nueva especie fue nombrada Lacandonia brasiliana y, hasta hoy, es la segunda planta con flores, de las casi 300 mil que existen, con los órganos sexuales invertidos.
*Comunicador de ciencia / Instagram: @Cacturante
Fotografías de María Elena Álvarez Buylla