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Helechos: más antiguos que las plantas con flores

 

Estoy obsesionándome con los helechos. Aunque no es una obsesión nueva, se había mantenido en latencia, esperando las condiciones adecuadas para emerger de nuevo, tal como la espora de un helecho espera el momento en que la humedad le permitirá surgir como una planta nueva.

En esta temporada, especialmente con el año tan lluvioso que estamos viviendo, helechos y musgos reinan sobre las superficies, y eso me hace inmensamente feliz. En Santa María Ahuacatitlán, al norte de Cuernavaca, las lluvias son mayores que en el resto del municipio. Estamos más arriba en el nivel del mar y la cercanía con el corredor biológico Chichinautzin, llamado bosque de agua nos vuelve un poblado mojado casi la mitad del año.

Ya que los helechos necesitan de mucha humedad y como en Sta. María tenemos mucha lluvia, aquí los helechos pueden vivir a sus anchas en un montón de lugares: en las bardas, en los techos, en el suelo, sobre los árboles, entre rocas y en muchos lugares más.

Los helechos son plantas prehistóricas. Aparecieron en la Tierra hace más de 400 millones de años, mientras que las plantas con flores surgieron 260 millones de años después, durante el cretácico; así que quizá algunos helechos fueron alimento de dinosaurios hasta que se extinguieron, después de que un asteroide cayera en Yucatán, también en el cretácico.

Uno de los aspectos fascinantes de los helechos, además de sus formas, es la manera en que se reproducen. A diferencia del ciclo de vida de las plantas con flores con el que estamos tan familiarizados (en el que aparecen las flores con polen que se fecundan para luego formar frutos con semillas y de esas semillas surgir nuevas plantas) el ciclo de la vida de los helechos es misterioso, esto porque una parte del ciclo no ocurre a simple vista. Los helechos se reproducen por esporas, aunque el ciclo de vida, es más complejo que eso y, en resumen, tiene dos fases: la primera fase (gametofito) consiste en un conjunto de etapas que van desde la formación de las células reproductoras asexuales (esporas), las cuales son producto de un proceso de división celular que reduce a la mitad el número de cromosomas (meiosis), hasta la producción de células sexuales maduras; la segunda fase (esporofito) inicia con la formación del embrión a través de la fusión de dos células sexuales (fecundación), hasta la formación de las esporas, que luego pasan nuevamente por el proceso de división celular que reduce el número de cromosomas (meiosis). Esta fase está representada por los helechos que conocemos, con sus raíces, rizomas (tallos) y frondas (hojas).

Se calcula que hay alrededor de 11 mil especies de helechos en el mundo, presentes en ambientes que van desde zonas alpinas, desiertos y semidesiertos, hasta bosques y zonas tropicales. De hecho, las montañas tropicales son los sitios con mayor diversidad de especies de helechos, concentrándose en la altitud media (en las partes más altas y más bajas, disminuye la diversidad).

En cuanto a distribución mundial, América del Sur, el Sudeste asiático y Oceanía son las regiones con mayor diversidad de helechos. Curiosamente, África es especialmente pobre en diversidad estas plantas, con alrededor de 630 especies.

México, por otro lado, tenía 1008 especies registradas hasta 2004, de acuerdo con la obra de J. T. Mickel y A. R. Smith, The pteridophytes of Mexico. Este libro, publicado en “Memoirs of the New York Botanical Garden”, es el fruto del trabajo de campo de cerca de 50 años, desde que el J. T. Michel concibiera el proyecto después de ser invitado por el Dr. R. McVaugh a una expedición botánica en 1957 por el noroccidente del país. Esta obra es monumental, no solo por el tiempo que se necesitó para elaborar, sino también por la enorme cantidad de información que condensa: más de 1000 páginas y un índice analítico de nombres científicos; 124 géneros descritos con claves dicotómicas para identificación; descripción de las especies, datos de distribución en México a nivel estatal con mapa incluido y, además, 328 láminas que ilustran perfectamente las características de las especies descritas. Quienes, como yo, están fascinados con los helechos, con solo dar una mirada a esas láminas encontrarán una impresionante diversidad en la forma de las frondas, los rizomas y los soros.

Los helechos no solo son fascinantes desde una perspectiva estética. Además del uso que hacemos de ellos como plantas de ornato, son un marcador de conservación de ecosistemas, se han utilizado con fines medicinales e incluso como alimento, especialmente en Asia. Esto, sin embargo, tiene un lado preocupante, ya que hay evidencia que ha mostrado una mayor presencia de cáncer gástrico en personas que habitan en áreas pobladas por helechos del género Pteridium, que produce una toxina llamada ptaquilósido (sobre esto hablaré en otra columna).

Hay mucho más que se puede decir sobre los helechos, pero termino esta entrega con unos versos de Ernesto Flores a manera de colofón: “el lecho de tu vientre por mi nuca/ helecho de tu vientre germinante/ el hecho de tu vientre con mi vientre”.

Felices frondas.

*Comunicador de ciencia / Instagram: @Cacturante