Del heteropesimismo o de la heteronorma que desplazó al amor
Hoy quiero contarle sobre un término que encontré, cuál cazadora de palabras compuestas; heteropesimismo. ¿¡¡Qué!!!? me pregunté cuando lo leí. ¿Será qué debo caminar hacia el universo lésbico-político? ¿o será qué las mujeres estamos cansadas de jugar a la casita?, ¿de competir con nuestras pares para estar “vigentes” en apps de citas?, ¿de la exigencia a la monogamia no correspondida?, ¿del cíclico issue de las parejas con sus mamás?, ¿de mantener y maternar a nuestras parejas, a cambio que nos tomen la mano mientras vemos una serie en Netflix?, ¿de la violencia feminicida ante un rompimiento?, ¿de obedecer la hetenorma obligatoria o de la maternidad impuesta “para no morir solas”?, ¿de qué nos digan histéricas o locas si expresamos nuestra indignación? o ¿malcogidas? frente a este último adjetivo la standupera Malena Pichot dice, “me sorprende que este término, sea un insulto para nosotras, cuándo la taxonomía de la frase indica que, quién lo hace, mal son ellos”.
Usted, ¿qué se imagina cuándo lee heteropesimismo? Le cuento que dicho termino lo acuñó en 2019 la escritora Asa Seresin, quién lo define como la sensación de arrepentimiento, vergüenza o desesperanza por la experiencia heterosexual que encuentra su raíz en las actitudes de los hombres (onvres para fines de este escrito). Pero no sólo en las relaciones hetero, también en las historias lésbicas o gays, puesto que no es biológico o de una preferencia sexoafectiva en específico, va más allá de la frontera de la piel, es sistémico e histórico. Es decir, el heteropesimismo es la vergüenza de amar desde la heteronorma disfrazada de “amor romántico”.
Los feminismos cuestionan las dinámicas de las relaciones construidas desde el modelo heteronormado, y muchos de los onvres han empezado a mostrarse incómodos al verse obligados a cambiar y vigilar cómo se comportan y nos tratan, (debe ser difícil para ellos tratarnos como personas) y padecen una especie de “regresión a la infancia” dónde las feministas somos el coco, es monstruo debajo de la cama, de su adultez.
Frente ese temor crean redes y comunidades homosociales, para proteger y cuidar a los onvres de los traumas románticos y los comportamientos emancipatorios de “sus mujeres” en pleno 2024, en una sociedad que formula conversaciones y modelos más amables para una convivencia justa y equitativa, empeñada en desmontar los estereotipos y roles de género, que busca formas de detener el avance del capitalismo gore y la sangre que escurre día a día por las once mujeres asesinadas, llegan onvres desde las redes a decir; nosotros debemos llevar las riendas de la relación amorosa porque somos «los Alfas» expresa #temach el tiktokero más misógino de este trimestre (porque cada semana nace uno nuevo, más violento y menos informado).
Parece que el avance de un grupo históricamente vulnerado, o la invitación a construirnos más allá de las fronteras del género o nuestra inserción en los puestos de decisión o hacer la pregunta ¿qué es el amor y por qué debemos morir o matar por él? para esos especímenes “Alfa” no es un avance histórico, es un agravio para ellos y sus eternos, inservibles y aburridos ya, privilegios.
Así relacionarnos desde la heteronorma es un problema agudo, reflejado en movimientos sociales como #MeToo #YoTeCreo o la protesta #MenAreTrash movimiento sudafricano contra la violencia de pareja, que dan muestra de la urgencia de abandonar la heteronorma.
Dice Seresin, que el heteropesimismo puede ser un punto de partida para una revolución emancipatoria que no arrastre estructuras paraliticas, como el modo heteronormativo con el que aprendimos a entender el amor, nos invita a observar cuando la “heterosexualidad” se convierte en una forma expandida y aceptada de misoginia.
“Los hombres han interpretado las demandas de equidad de género y la transformación del amor romántico como una conspiración femenina a nivel global. Sostienen que las mujeres son astutas y malvadas, y algunos alientan a otros hombres a abstenerse de relacionarse con ellas”, expresa Seresin. Esto ha resultado en ridiculizar al feminismo según la autora. Y por lo tanto retrasar el avance de las sociedades.
Si me lo permite, ese discurso del archienemigo, déjelo para el mundo imaginario del cómic, aquí en este mundo nos urge, que deje de ser onvre, que recordemos que toda relación (como en Spiderman) conlleva una gran responsabilidad, que el heteropesimismo no invita a volverse gay o lesbiana, si no lo desea, invita a cuestionarnos e imaginar nuevas formas de relacionarnos sexoafectivamente, más allá, de una estructura heteronormada. En materia de “amor” siempre recuerdo aquella frase, los hombres temen a que las mujeres se rían de ellos, nosotras tememos que nos maten.