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(Nuestras Raíces)

Los cuadros de castas novohispanos y la clasificación de indígenas y negros

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Los cuadros de castas son series de pinturas que surgieron en la Nueva España con el propósito de representar y clasificar a la población colonial. Estos cuadros tenían la intención de servir de parámetros para que las autoridades virreinales y la propia población tuviera referencias visuales de a qué grupo pertenecía cada quién. Cada cuadro incluía una serie de sub-cuadros que ilustraban las características físicas (rasgos y vestimenta) de los diferentes grupos raciales y las combinaciones resultantes de sus mezclas. Definían cada casta que eran las categorías con las que se clasificaba. Por ejemplo, un cuadro podría mostrar un español (con rasgos y vestimenta típicos) y una mujer indígena (con sus propias características distintivas), junto con un niño o niña que representaba el resultado de la mezcla entre ambos. Debajo de cada sub-cuadro se incluía una fórmula escrita que especificaba la identidad de los padres y la descendencia resultante de la mezcla, como «mestizo» para el caso del hijo de un español y una indígena. Otros ejemplos: español más negra, da como resultado mulato; negro más india, igual a zambo; mestizo más india, cholo; zambo más negra, zambo prieto. Entre otras muchas combinaciones.

Estos cuadros funcionaban como una especie de tabla periódica que clasificaba y definía la posición de cada individuo en el orden social virreinal. El sistema social de la Nueva España era estamental , organizado en grupos cerrados y jerárquicos definidos por el nacimiento, con una movilidad limitada entre ellos. Esta clasificación estaba profundamente influenciada por el concepto hispánico de pureza de sangre, que clasificaba a las personas según la «pureza» de su ascendencia. Según esta perspectiva, cuanto más española era la ascendencia de una persona, más pura se consideraba su sangre. En contraste, aquellos con ascendencia africana eran vistos como menos puros.

El objetivo de los cuadros de castas era reafirmar el orden colonial a través de una clasificación estricta, legitimando el control social y racial. Este sistema no solo jerarquizaba a los grupos sociales, sino que también ejemplificaba las posiciones sociales y reforzaba la estructura estamental. Al promover y mantener estas jerarquías, los cuadros ayudaban a legitimar las diferencias sociales y las desigualdades basadas en la raza y el linaje.

Con la independencia en el siglo XIX, el nuevo régimen político buscó estructurar un orden social que eliminara las diferencias estamentales, promoviendo la idea de que todas las personas serían definidas como ciudadanos mexicanos. Sin embargo, a pesar de las intenciones y del discurso oficial sobre igualdad, los imaginarios del régimen virreinal perduraron. Aunque ya no se hablaba de castas y se promovía el mestizaje como forma de integración nacional, el imaginario jerárquico de la pureza de sangre persistió de manera encubierta. El indio y el negro continuaron siendo caracterizados como elementos raciales y culturales inferiores que debían desaparecer en favor del occidental, del criollo y del europeo. En última instancia, el modelo del proyecto nacional seguía teniendo como ideal lo español, lo europeo y, posteriormente, lo norteamericano.

Sin duda, a pesar de los procesos históricos y de los cambios que representó la independencia, hay muchos imaginarios coloniales que han tenido continuidad. Tal es el caso de la clasificación cultural y somática jerarquizada en que lo no blanco, lo indígena y lo negro, siguen siendo enmarcados en los grados más bajos de la jerarquización social mexicana.

Serie de cuadro de castas / Cortesía del autor

*Posdoctorado de la Universidad Autónoma de Morelos