

(Nuestras raíces)
La Ingeniería Prehispánica

In huecauh tlazalolli
La extensa obra ingenieril prehispánica que se puede encontrar en el continente americano da cuenta de la sabiduría milenaria de nuestros pueblos originarios. Los conocimientos tecnológicos, de diseño y matemático han sido ignorados y nulamente considerados incluso por nosotros, su propio pueblo. Lo anterior probablemente debido a que la investigación de las grandes obras construidas se ha dado principalmente bajo una orientación arqueológica o antropológica.
La ingeniería moderna se basa en dos conceptos básicos, el uso eficiente de los recursos disponibles y la efectividad de la obra; conceptos, que nuestros antiguos constructores siguieron y respetaron. No debemos olvidar que en aquellos tiempos las herramientas con las que se disponía eran muy simples, nada de hierro y en su mayoría hechas de madera y piedra, los trabajadores eran la mayor fuerza de trabajo, La eficiencia en el manejo del tiempo y la mano de obra era de gran importancia y nuestros antepasados constructores eran expertos en el orden y la distribución del tiempo y el trabajo.
Otra de los aspectos que permitieron a nuestros antiguos arquitectos e ingenieros desarrollar estructuras tan monumentales y que algunas de ellas aún se mantengan en pie (las que no lo han hecho ha sido por efecto de la mano del hombre mas no por la ineficacia de la obra en sí), es el hecho de que en la era moderna la mayoría de los proyectos de construcción tienen como base, la “conquista” de la naturaleza. Mientras que la filosofía de los constructores de nuestros pueblos originarios fue la de convivir y respetar el poder imprescindible da la naturaleza, en vez de tratar de modificarla. Por ejemplo, el sistema antiguo de controlar inundaciones en la cuenca baja del río Guayas en la costa ecuatoriana, que había modificado más de 50.000 hectáreas de tierra anegable con sus canales y campos elevados, no contempló nunca bloquear o restringir el curso de los caudalosos ríos de la cuenca, más bien, este sistema facilitaba la entrada de los caudales picos a los canales artificiales, bajando el nivel del río y manteniendo los campos agrícolas y residenciales secos y seguros.

La pirámide del Sol de Teotihuacán, de 250 x 250 m de base y 68 m de altura aproximadamente, también fue construido con bloques de adobe, alrededor de 150 d.C. (Tompkins 1987). Bloques de 40 x 30 x 10 cm (aproximadamente) se colocaron horizontalmente donde dominaba la presión vertical y verticalmente donde dominaba la presión lateral.
Los bloques de barro se descomponían rápidamente con la lluvia y por eso fueron cubiertos, primero con unas capas gruesas de piedras mezcladas con barro, después con una de hormigón, de cal quemado y barro y últimamente revestidos con bloques de piedras (Fig. 1a).
La pirámide de la Luna y el templo de Quetzalcóatl, del mismo complejo, fueron construidos unos 150 años después, con una técnica diferente, más rápida y estable (Kubler 1975); el núcleo fue formado por una combinación de columnas y paredes de tabletas de tufa (tepetate), que dejaba vacíos entre sí, que fueron rellenados con tierra. Paredes del tipo “tablero” (Fig. 1b) delineaban los límites de las estructuras, que también apoyaban en contener el relleno. Las estructuras de Teotihuacán se distinguen de sus antecesoras por el uso de hormigón de cal y las paredes de “tablero” (Kubler 1975).
Lo anterior ejemplifica el gran conocimiento técnico de nuestros pueblos, pero sobre todo su gran respeto a la Madre Tierra.
*Ingeniero y Tlayecanqui
Figura 1b
Figura 2a
