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(Nuestras raíces)

Tradición viva: Vestigios del teatro de evangelización novohispano.

(Totlamamaliz. In ixeuayotl pampa teomachtia)

Wendy Lucía Morales Prado*

La impronta de la orden franciscana pronto se percibió en los territorios novohispanos. Llegaron los primeros 12 en 1524 con el firme objetivo de evangelizar a las comunidades autóctonas. Los religiosos encontraron su razón de ser en las poblaciones indígenas mermadas por la violencia de la guerra de conquista y en plena debacle por la pérdida de su cultura, el fin de su manera de ser y estar en su mundo.

Sin abandonar su intención primigenia, los franciscanos fueron sensibles a las necesidades expresivas de las comunidades y las integraron con mayor o menor permisividad a las suyas: así, como herencia del mitote, figuró el tocotín, danza a la usanza prehispánica al frente de las procesiones.

Hacia 1530 los franciscanos se valieron de una estrategia de evangelización única que agradó a los indígenas: el teatro. Retomaron la tradición de los “misterios” medievales europeos -aunque también hubo franceses e ingleses- que se representaban en fechas relevantes del calendario litúrgico, como la fiesta de Corpus Christi, la Pascua y la Navidad, con personajes alegóricos.

Sin embargo, los franciscanos permitieron la incorporación de elementos para favorecer la participación de los indígenas. El resultado fue una mayor vistosidad de la representación, mediante fuegos artificiales, la división del escenario en tres niveles, el uso de dispositivos mecánicos para cambios en escena, etc. Sobre todo, los indígenas añadieron al teatro el color de las flores y animales vivos al elaborar las escenografías, así como elementos de la naturaleza se incorporaron al lenguaje teatral, como los caminos de juncia y flores trazados para el paso de procesiones religiosas.

De ello dan cuenta los escritos de fray Toribio de Benavente, Motolinía, fray Bartolomé de las Casas, fray Juan de Torquemada y Antonio de Ciudad Real, asombrados ante la imaginería indígena y su gran entusiasmo al participar activamente en cada aspecto de la organización, confección de vestuario, disposición teatral y actuaciones.

Un aspecto importante de este teatro fue la preeminencia de la lengua nativa por encima del castellano, así, las obras concebidas por los religiosos fueron representadas por los indígenas en náhuatl. Hasta el momento se conservan diversas obras y testimonios de la vivencia de este momento de ficción espectacular plena de gestualidad, tan valorada por los pueblos originarios de aquellos tiempos posteriores a la brutalidad de la conquista.

Al parecer, la primera obra de estas características fue La conversión de san Pablo representada en 1530. Otros nombres de obras de teatro de evangelización revelan la selección de pasajes religiosos representados con gran dramatismo y espectacularidad, como El diluvio, La tentación del demonio, El juicio final, La caída de nuestros primeros padres, La adoración de los Reyes Magos, La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, La predicación de San Francisco a las aves, El sacrificio de Abraham, etc. Y se cuentan también los “cuadros vivientes”: representaciones fijas a las que también concurría un público multitudinario, algunos presentaron la Lucha entre el arcángel Miguel y Lucifer, La impresión de las llegas de san Francisco, entre otros.

El periodo de esplendor del teatro de evangelización sucedió por los años 1538 a 1539 y de manera tardía en 1587, en lo que hoy es Jalisco. Diversas circunstancias ocasionaron el fin del teatro misionero. Podemos mencionar las críticas del mismo clero (sobre todo secular) a las prácticas franciscanas que daban ocasión a todo tipo de sustituciones y sincretismos religiosos, que fueron mal vistos por sus detractores; otro factor fueron las epidemias que mermaron a las poblaciones indígenas casi hasta su desaparición; otro elemento fue la llegada del Santo Oficio y el cambio social que trajo la sociedad criolla. Sin embargo, vestigios del teatro de evangelización perviven hasta hoy en las representaciones de la Pasión de Cristo, las pastorelas y todavía se pueden reconocer algunos cuadros vivientes en la tradición popular de nuestros pueblos originarios.

*Profesora Investigadora de Tiempo Completo de El Colegio de Morelos

Pastorela Foto: Regina Barberena @Regina_395 / https://viraltiempobullet.wordpress.com

La Jornada Morelos