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María Helena González*

La literatura es mucho más que un ejercicio de creatividad; es una herramienta poderosa para expandir nuestra percepción del mundo y fortalecer nuestras habilidades cognitivas y emocionales. Travesías, la séptima publicación de la Sociedad de Escritores de Morelos (SEM), libro presentado recientemente en el Museo Universitario de Arte Indígena Contemporáneo nos invita a emprender un viaje intelectual y emocional a través de cuentos y ensayos que exploran la condición humana desde diversas perspectivas.

Como lectora apasionada e investigadora sobre la relación entre el arte y sus impactos positivos en la cognición, encuentro en Travesías una obra que no solo nos deleita con su narrativa, sino que también ilustra, de manera práctica, lo que la ciencia ha descubierto sobre los beneficios de la literatura en el cerebro (y en el cuerpo, porque no olvidemos que la cognición es corporizada).

La ciencia y la ficción: leer nos transforma

Estudios en neurociencias han demostrado que la lectura estimula la neuroplasticidad, fortalece redes neuronales en la corteza somatosensorial y el giro supramarginal, como lo demostraron Berns et al. en 2013. Esto significa que la lectura no solo nos entretiene, sino que literalmente cambia nuestro cerebro.

Además, la teoría de la mente (ToM) sugiere que comprender las emociones y pensamientos de los personajes en una historia activa las mismas áreas cerebrales que usamos en interacciones sociales reales. Este es un fenómeno que podemos experimentar al leer Apuntes, contingencia coronavirus, de Oralba Castillo Nájera, quien entrelaza su experiencia con La peste de Albert Camus, haciéndonos vivir su angustia y reflexiones como si fueran propias.

Otro aspecto clave es la activación del sistema de neuronas espejo. Cuando leemos pasajes intensamente sensoriales, nuestro cerebro los procesa como si los estuviéramos viviendo en carne propia. Un ejemplo impactante es el texto Huellas de familia, de José N. Iturriaga, que describe el castigo de un prisionero con tal detalle que sentimos cada latigazo en nuestra propia piel.

Leer para el placer y el bienestar

La literatura también contribuye a nuestro bienestar emocional. Un estudio de la Universidad de Sussex (2019) encontró que solo seis minutos de lectura pueden reducir el estrés hasta en un 68%, más que escuchar música o beber té. Esta es una noticia alentadora para quienes disfrutamos de la lectura por placer y también un argumento en contra de quienes, como Paco Ignacio Taibo II, consideran que leer por placer es «fifí».

Además, la lectura mejora la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva, aspectos fundamentales para el aprendizaje y la creatividad. Nos permite recordar a cientos de personajes literarios y sus historias con una claridad sorprendente. De hecho, hoy sabemos que la lectura genera Reserva Cognitiva, es decir, protege nuestro cerebro contra el deterioro relacionado con la edad.

La literatura como un contrato muy especial

Cuando leemos ficción, firmamos un «contrato de verosimilitud» con el autor: aceptamos mundos donde los lobos pueden disfrazarse de abuelita o donde Remedios la Bella asciende al cielo. Este proceso involucra lo que en ciencias cognitivas se llama «cognición extendida», que no es otra cosa que la manera en que nuestros procesos mentales funcionan. No están confinados en nuestro cerebro, sino que se expanden a través del lenguaje y las experiencias estéticas.

Un gran ejemplo de esto aparece en Dos mujeres, dos épocas, de Hortensia Rosas, que imagina una conversación post mortem con Elena Garro. Este cuento nos invita a reflexionar sobre el tiempo y la memoria, elementos que en literatura se diluyen y fusionan, permitiendo nuevas formas de interpretación del pensamiento humano.

La Carga Cognitiva y el placer de aprender

La literatura también desafía nuestra capacidad de comprensión a través de la carga cognitiva implicada. Algunos textos requieren un esfuerzo adicional para ser entendidos, como La zarpa de Leonel, de Hugo Calleja, que explora la historia del arte a través de la restauración de una escultura, o Bitácora de viaje, de Reicelda Oxilia, que mezcla historia, feminismo y reflexiones sobre la cultura occidental.

El razonamiento analógico también juega un papel clave en la literatura. Mutación, de Graciela Barabino, propone un mundo donde las mujeres dejan de embarazarse debido a la ausencia de placer en la intimidad. Esta idea nos invita a reflexionar sobre la intersección entre ciencia, género y ficción. Otro ejemplo es Fantástica realidad en el pasado, de Graciela Salas, que explora la imposibilidad de comprendernos plenamente como seres humanos a través de un viaje entre el presente y el pasado prehispánico.

Literatura y Guiones Cognitivos

Nuestra mente sigue ciertos patrones, llamados guiones cognitivos, que influyen en cómo tomamos decisiones y entendemos la realidad. Travesías nos desafía a cuestionar estos patrones a través de historias que nos invitan a repensar nuestras creencias. Algunos de estos guiones incluyen:

  • El guion de la secuela: La idea de que la vida debe seguir una trayectoria lineal y predecible.
  • El guion del complaciente: La presión por cumplir expectativas sociales a costa de nuestros deseos.
  • El guion épico: La creencia de que nuestras vidas deben ser extraordinarias para tener valor.

Al exponernos a nuevas formas de experimentar el mundo, la literatura expande nuestra conciencia y nos ayuda a romper con patrones mentales limitantes.

La magia de Travesías

Travesías no es solo una colección de cuentos y ensayos; es una experiencia transformadora que expande nuestra mente y enriquece nuestra visión del mundo. Como bien argumentan Susan Magsamen e Ivy Ross en Your Brain on Art: How the Arts Transform Us, comprender cómo las experiencias estéticas influyen en nuestro cerebro y cuerpo puede mejorar nuestra salud, ayudarnos a prosperar y construir comunidades más fuertes.

Invito a los lectores a embarcarse en esta travesía literaria, a dejarse llevar por las historias y a experimentar en carne propia el poder de la literatura. Porque leer no solo es un placer, sino también una herramienta para la transformación personal y colectiva.

*helenagonzalezcultura@gmail.com

La Jornada Morelos