
¿Cuáles serían algunos elementos para el éxito del fenómeno educativo?
Señalemos dos: Revalorar el papel de los maestros con todo lo que esto implica, es decir, lograr que ellos y ellas mismas comprendan su papel, sus límites tanto académicos como humanos, que se reconozcan como aprendices, que recuperen su historia patria, se manejen con criterios basados en el método científico, sabedores de que no se encuentran en posesión de ninguna verdad y que se conviertan al fin, en agentes de transformación social y cultural conscientes, críticos y comprometidos.
El segundo elemento sería la contribución de los Mass Media y no sólo nos referimos a la incorporación de la tecnología a la clase sino a la denuncia cotidiana y objetiva que debe hacerse del papel que han jugado las televisoras en la masiva enajenación y estupidización del pueblo. Mientras no se toque esa su impunidad con la que acostumbran a manejarse, difícilmente accederemos a mejores niveles de concientización popular. Federico Fellini, el cineasta, lo describe con claridad: “La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural”.
Me gustaría recordar aquí a Antón Chejov: “Dejemos a un lado a Dios y las así llamadas grandes ideas progresistas; comencemos por el hombre, seamos buenos y atentos para con el hombre, sea éste lo que sea: obispo, campesino, magnate industrial, prisionero de Sajalín, camarero de un restaurante; comencemos por amar, respetar y compadecer al hombre; sin eso no funcionará nada”. (Antón CHEJOV. Citado por Vasili GROSSMAN en VIDA Y DESTINO).
Y es que –en última instancia- estamos hablando de un compromiso ético. La Ética en general nos plantea un desafío que puede parecer un arcaísmo: Las éticas tienen que replantear toda su misma problemática y orígenes desde la actual circunstancia. Los arcaísmos ideologizantes se repiten de manera doctrinaria. Tal vez plantear una Ética mínima referente a algunos valores que hay en la sociedad. Consensos que respondan a los retos de la ciencia.
Aquí tenemos que hacer una referencia a pedagogos sin ningún matiz ideológico o que dan la impresión de que no se comprometen con nada. Y en cuanto a nuestras universidades, tal parece que van atrás de la sociedad y del proyecto económico del grupo en el poder acomodándose a las circunstancias que les exige el modelo dominante… O planteamos una dimensión ética de la educación o nos quedamos con la educación como adiestramiento, como domesticación. Estamos obligados a recuperar el sentido prístino del concepto EDUCERE y recuperar la posibilidad de hablar de una educación que nos permita devenir adultos.

Tenemos que reflexionar sobre valores vividos más que sobre valores que se indoctrinen. De ahí la urgencia de una fundamentación científica de la Ética. Entendamos que Amar significa solidarizarse con la naturaleza, con la humanidad.
Finalicemos con más interrogantes. De su respuesta depende nuestra visión de esta problemática tan alejada de los mezquinos intereses del poder:
¿Cómo lograr el cambio en la actitud docente? ¡Vaya tarea! Se han instalado en sus conductas muchos hábitos que no contribuyen a resignificar ese quehacer humanitario y generoso, pleno de sacrificios si se toma con Vocación.
¿Cómo construir la pedagogía de la movilidad? Es decir, dinámica, que advierta un educador-educando con un educando-educador en el sentido de Paulo Freire.

¿Se terminaron las clases sociales? ¿Se acabó la Historia? ¿Se acabaron las ideologías? ¿Pueden discutirse con amplitud y profundidad estas preguntas?
¿Cómo motivar a los estudiantes a impedir que se adapten al interés personal, al individualismo, a la falta de solidaridad? Más si escuchan cotidianamente ese trasnochado discurso de maestras, mujeres y hombres, acerca del Liderazgo, la Competitividad, el emprendedurismo, el “concepto” de alumno como cliente (¡!) No se advierte que todo ese amasijo doctrinario pervierte el sentido prístino de la Educación haciendo que el otro sea considerado como rival, como enemigo, como alguien a quien hay que vencer y acabar.
¿Cuál sería la utopía educadora posible hoy en nuestra Latinoamérica? Véase la aplastante Lógica de este cuestionamiento. Una Utopía, sí. Posible y probable.
Metodológicamente, ¿cómo organizar la resistencia? En principio así iniciaríamos, resistiendo. Propongamos.

Vamos a esperar que algún grupo de maestras interesadas hagan uso de estos cuestionamientos por su propio bien y el de sus comunidades.