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Francisco Moreno

Entendí tarde que la vida es un laberinto, al que entras y muy pronto anhelas llegar a una meta. En el camino transitas corredores, pasillos sin salida, topas con muros y a veces converedas que te conducen a finales no esperados. Es un ardid que sucumbe frente al destino; navegamos en un mar de casualidades; es un caleidoscopio de ilusiones, una narrativa con capítulos alternos, insospechados, para al final arribar apuertos impredecibles. 

Yo crecí en el asfalto, entre edificios, azoteas y sótanos;soy rata de alcantarilla. El ruido de la ciudad que nunca duerme yace en mis recuerdos, y nunca pensé que me alejaría de la urbe, porque me gusta. A pesar de ello hace casi tres años decidí salirme de ella, y Tepoztlán fue mi punto de arribo. La quietud me era rara, incluso incómoda,por lo que al desaparecer la vorágine citadina me sentí obligado a generar mis nuevos derroteros. En las maletas que traje había libros y antigüedades, obras de arte y expectativas, triunfos y capitulaciones, demonios y espectros, también una voluntad impaciente por incorporarme a mi nueva comunidad, trastocarla, intervenir en el ámbito cultural que tiene viejas raíces en este árbol que soy.

Llegué con la pintura cual bastón de mando en mi mano diestra, la literatura en la siniestra, la música calzaba mis pies. Las ramas que me crecen son la danza, el arte popular, el teatro, el cine, la gastronomía, el café, la antropología, la historia, la poesía… Todo esto nutre mis sentidos y provoca mis ideas, y en el desenfreno por abonar en mi nuevo espacio indagué, observé, intervine, mostré y aporté lo que puede desde mi trinchera, y aún lo hago.

He organizado siete exposiciones en la magnífica “Posada del Tepozteco”, y he asistido a muchas más; he valuado cerca de doce colecciones privadas con más de seiscientas obras de arte y antigüedades, y he vendidodecenas de pinturas, grabados y esculturas. Aparecieron nuevos amigos, y he visitado y me han visitado otros tantos, añorados. Fui candidato a dirigir un museo, y viajé a Oaxaca, Valle de Bravo, León, Monterrey, Toluca, y cientos de veces he ido a la Ciudad de México. He disfrutado opíparas comidas, bailado y dormido mucho; he bebido café a raudales. También me subí a un caballo desbocado con todo el ímpetu de domarlo y me caí de nuevo. He desarrollado proyectos exitosos e iniciado otros que han quedado inconclusos, pero lo más enriquecedor ha sido que he escrito y escribo; construyo desde crónicas y ficciones hasta análisis e investigaciones, y esta es la actividad en la que mejor fluyo y la que me hace más feliz.

Este tiempo me ha permitido atemperar lo que me rodea, y no deja de asombrarme cómo todos somos generadores de cultura. Sí, todos, desde el campesino que cultiva con paciencia su milpa, hasta el artista que busca generar vanguardias y explorar lenguajes, o tantos otros que ejercen un sinfín de actividades, pues a pesar de ser un término sumamente aludido, no lo encasillo en añejas definiciones, calificaciones románticas o estereotipos. Para mí, cultura es todo aquello que realizamos, sin importar si es una idea o un concepto, o cualquiera de la enorme cantidad de prácticas que ejecutamos día a día.

Sin embargo, al mirar mi contexto, la sociedad y comunidad que hoy me rodean, es imposible no hacerlo con ojos críticos, pues no estoy aislado, ni soy inmune al acontecer y actuar de todos. Yo soy también parte y corresponsable del todo y de todo, y me guste o no, la omisión también es una acción. Por eso miro con desazón a quienes siendo responsables de gobernar y administrar siguen tomando decisiones verticales, que no parecen atinadas, sino claros desaciertos. Lo sabemos: para la política, la cultura sigue siendo un elemento ornamental, y esincreíble el lugar que aún se le asigna en la agenda de las políticas públicas.

Llevo mucho tiempo inmerso en forma activa en el sector cultural del país, y no lo hago desde el gabinete, donde pueden enajenarme las teorías y las especulaciones académicas, sino desde la práctica. Generar un aparatocrítico alrededor de la cultura solo es posible a partir de experiencias, de discusiones y de compartimientos. Nadie tiene la única razón o la verdad; el disenso y la réplica son herramientas valiosas, y el diálogo es el medio para encontrar equilibrio. Estoy convencido de que la cultura y sus miles de manifestaciones nos hacen mejores seres humanos, más sensibles, a veces ingobernables, otras reflexivos, críticos, pero siempre abona al desarrollo de quienes somos; es el actuar y la libertad lo que más nos benefician como individuos, pero también como sociedad.

Hoy es el último día del 2022, y en esta periódica cartografía política ya comienzan a observarse señales que dibujan escenarios para el año que inicia mañana. El interés de la clase política y sus promesas fustigan nuestro acontecer doméstico, y se filtran como la humedad. ¿Será que los candidatos elegidos por alianzas y partidos tomarán en cuenta a la cultura como una de sus fortalezas?, ¿serán consideradas las urgentes necesidades de la población en esta materia? Como todos, reconozco que el flagelo de la violencia y la corrupción permean nuestra inmediatez, y que son temas que exigen atención inmediata, pero también estoy cierto de que la semilla de la cultura no sólo puede dar frutos a mediano plazo, sino que serán las futuras generaciones las que se verán obligadas a cambiar las cosas, y hacer lo que nosotros no hemos hecho. Por lo mismo, sin caer en idealismos y utopías, creo que debemos exigir a quienes arranquen sus campañas políticas que escuchen las voces de quienes han trabajado por este estado en materia cultural. Son cientos, y es imposible enumerarlos en el breve espacio de este escrito, pero ellos son quienes poseen laexperiencia y el conocimiento preciso, exacto y puntual denuestro estado. 

Yo, como muchos más, deseo que el año que ya comienza tenga como sello la participación y la crítica cultural y social; que sea un año en el que logremos generar un robusto preludio de las elecciones del 2024, y que la cultura sea un elemento ineludible en todo este proceso. Reciban un cálido abrazo.

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