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En días recientes sucedieron eventos que, por desgracia, tuvieron poco impacto público: la entrega de los informes del Mecanismo de Esclarecimiento Histórico (MEH) de la Comisión para investigar los hechos de la llamada “guerra sucia”. Volvimos a perder la oportunidad de obtener verdad y justicia en un tema que implica miles de víctimas.

No se puede afirmar que no hubo ningún avance. Por ejemplo, en el contexto de los trabajos de la comisión, se creó el Sitio de memoria Circular de Morelia, ubicado en uno de los edificios estatales utilizados para violentar a distintas formas de disidencia. Sin embargo, también quedan algunos temas para nada resueltos.

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Retomo algo que señalé en mi colaboración anterior: los Estados no se componen de instituciones dadas de una vez y para siempre, sino de relaciones cambiantes entre grupos con intereses diversos, incluso contradictorias. Es importante recordarlo ya que la comisión fue creada por medio de un mandato presidencial, pero fue obstruida por poderes políticos y, particularmente, militares.

El MEH fue uno de los cinco mecanismos que, en teoría, integraban la comisión en su conjunto (los otros eran: impulso a la justicia, búsqueda de personas, reparación del daño, memoria y garantía de no repetición). Sin embargo, los otros mecanismos ni siquiera emitieron informes. No debe pensarse que fue necesariamente así por incumplimiento de sus integrantes. Y lo digo con conocimiento de causa en el caso de uno de los mecanismos: el de búsqueda de personas. Formé parte de él de septiembre desde 2022 hasta febrero de 2023, aproximadamente, como becario de un proyecto de investigación financiado por Conacyt y que colaboraba con una instancia pública: la Comisión Nacional de Búsqueda.

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Durante los meses que fui parte de este equipo de trabajo, pude percatarme del firme interés de sus integrantes en colaborar en el esclarecimiento de casos de desaparición forzada a causa de militancia política (una práctica estatal sistemática). Otra cosa de la que pude darme cuenta fue de la desintegración del proyecto. Un equipo de alrededor de 20 personas, quienes éramos becarias y becarios del proyecto de investigación, trabajamos únicamente durante unos meses no por gusto, sino porque no hubo renovación del financiamiento. Posteriormente, hubo despidos de otros integrantes (quienes trabajaban directamente para la Comisión Nacional de Búsqueda), incluyendo al líder del proyecto Javier Yankelevich, una persona sensible con las víctimas y claramente preparada para el puesto.

Desconozco cómo fueron llevados a cabo los procesos internos de los otros mecanismos, pero, si recibieron recursos similares a los destinados al de búsqueda de personas, no era posible dar resultados satisfactorios. Con todo, no creo que esa sea la única razón para explicar los limitados resultados de las investigaciones. El Mecanismo de Esclarecimiento Histórico (el principal de toda la comisión) tuvo fallas de origen, renuncias, divisiones y, al final, dos equipos y dos informes.

Siempre estuvo claro que no sería una lucha fácil; fueron décadas de silencio y continua represión. Además, hay muchas evidencias de que las Fuerzas Armadas obstaculizan la obtención de verdad y justicia. Quienes formaron parte del MEH lo denunciaron en varias ocasiones. También manifestaron su inconformidad respecto a que el expresidente López Obrador no quiso recibir sus informes. Fue el nuevo gobierno el que los recibió.

Las víctimas y sus familias han esperado durante demasiado tiempo ⎯¡décadas enteras!⎯ para que sus justas exigencias sean escuchadas. Cada día que pasa sin respuestas es un día más de impunidad. No debemos permitir que el silencio continúe siendo la norma, ni que las Fuerzas Armadas sigan ocultando la verdad. Más que esperar para la creación de los resultados deseados, debemos llevar a cabo lo que esté en nuestras manos para hacerlo posible.

*Profesor de Tiempo Completo en El Colegio de Morelos. Doctor en Estudios del Desarrollo por el Instituto Mora.

Cuitláhuac Alfonso Galaviz Miranda