Los procesos de la política mexicana siempre han presupuesto una oportunidad de cambio en una sociedad como la nuestra, adicta a los rituales, esas coreografías del poder, y a las promesas de cambio, esa mitología que renueva el pacto entre gobernantes y gobernados.
Cambian las siglas, las y los actores (reciclados, renovados, reinventados y reciclados), pero la lógica del poder guarda el secreto de su secreto, su continuidad; ese es el secreto guardado. Al final, los gobiernos, específicamente los gabinetes, se construyen como se pueden y como se quieren, son voluntad y capricho, oportunidad, posibilidad y predestinación de un ajedrez cuyas partidas son cálculo e intuición. Su sino es la naturaleza a la que obedecen.
Ni siquiera izquierda partidista que hoy gobierna, que en su nombre y apellido lleva el signo místico de la “regeneración” y la “transformación”, ha podido prescindir de la promesa como metáfora de compromiso, esa teleología que nos acerca a pensar que un mundo mejor será posible.
Habemos quienes lo creemos, quienes lo creímos, pero el pesimismo crítico es correlato de la ensoñación. En principio, durante su campaña, la hoy gobernadora Margarita González Saravia integró un Consejo Consultivo de Cultura en el que participamos integrantes del sector artístico y cultural, algunos más cercanos a la campaña política y al equipo de trabajo de la gobernadora: la hoy secretaria de cultura, Montserrat Orellana, vinculada al mundo editorial; Lu Arce, con experiencia en medios públicos; Letizia Martínez, bailarina vinculada al mundo de la música y exrectora del Centro Morelense de las Artes; y César Guerra, promotor de la diversidad sexual y activista de los derechos humanos. Por parte de la ciudadanía, es decir con una simpatía política a la candidata, asistimos el artista plástico Cristo Contel, el dramaturgo Jaime Chabaud, la curadora de arte Isadora Escobedo, el fotógrafo Adalberto Ríos Szalay, y quien esto escribe.
Margarita es una mujer de diálogo, pero como estrategia de campaña, el Consejo fue un instrumento útil para la legitimidad de la candidata y un espacio de diálogo que sólo fue recurrido por integrantes del Movimiento Cultura 33+3 para generar un encuentro entre la candidata e integrantes de C33+3. Resultado de ese acercamiento González Saravia firmó 10 compromisos generales: 1. Consultar ampliamente a la población en general, y al sector cultural en particular, para la elaboración del Programa Sectorial de Cultura 2024-2030, desde un enfoque intercultural, interseccional, con perspectiva de derechos humanos y de género, para la erradicación de las violencias y la construcción de una cultura de paz; 2. Aplicación garante y progresiva de la Ley de Cultura y Derechos Culturales para el Estado de Morelos; 3. Rediseño de la máxima institución cultural para que asuma su responsabilidad articuladora como cabeza de sector, desde la sustentabilidad y la sostenibilidad; 4. Garantizar los derechos laborales de los y las trabajadoras de la cultura; 5. Fortalecer la educación artística en todos los niveles; 6. Descentralización de recursos, bienes y servicios culturales para promover la cultura comunitaria; 7. Preservación, investigación y difusión del patrimonio biocultural, material e inmaterial; 8. Fomento a las micro y pequeñas empresas culturales; 9. Atención a niñas, niños y adolescentes; 10. Difusión y divulgación descentralizada de las artes, artistas y grupos que habitan en el Estado.
Hay algo que no se le puede regatear a Cultura 33+3, más allá de la reforma constitucional para garantizar el derecho de acceso a bienes y servicios culturales, la verdadera reforma cultural que se tradujo en la aprobación de la Ley de Cultura y Derechos Culturales para el Estado de Morelos, luego de 10 años.
Es curioso, después del triunfo, hasta ahora ninguna elegante llamada por parte de la gobernadora, ni de su equipo, ni de la hoy Secretaria de Cultura, que corresponda al agradecimiento, al reconocimiento, a la interlocución, al encuentro, sobre todo porque anteriormente la comunicación fue constante, inteligente, eficaz, es decir asertiva y efectiva. Pero seremos pacientes.
Y aunque sabemos que algunos han intrigado e injuriado que la ley se hizo a modo para obtener cargos públicos por parte de quienes la consultamos, la diseñamos y la gestionamos políticamente, lo cierto es que el compromiso por la defensa de los derechos culturales, la progresividad en su aplicación, improntas de lucha que son paralelas al desarrollo de nuestro trabajo como agentes culturales, más allá de los cargos públicos, durante décadas, con el gobierno, por encima del gobierno o contra el gobierno, como ha sucedido siempre.
Herederos de promesas, hoy vemos como acierto la separación del sector cultural del turístico. Esta era una de las demandas de mayor exigencia entre el sector cultura. El gobierno del estado de Morelos ha concretado esa promesa. En su portal de internet que “La Secretaría de Cultura del Estado de Morelos es la dependencia gubernamental encargada de promover, proteger y difundir la cultura y el patrimonio cultural de la entidad. Su objetivo principal es fomentar el desarrollo cultural y artístico, así como el acceso a la cultura para todos los habitantes de Morelos.”
Como objetivos, la institución señala que: 1.-Fomenta el desarrollo y la difusión de manifestaciones culturales en diversas disciplinas como la música, la danza, el teatro, la literatura, las artes visuales y las tradiciones populares; 2.-Se encarga de la protección y conservación del patrimonio cultural tangible e intangible del estado, incluyendo sitios históricos, tradiciones, festividades y expresiones culturales de las comunidades; 3.- Desarrolla programas y políticas para garantizar que todos los ciudadanos, independientemente de su situación socioeconómica, tengan acceso a actividades culturales y artísticas. Esto incluye la organización de festivales, exposiciones y talleres.; 4.- Apoya y promueve la creación artística a través de becas, concursos y programas de formación artística para diferentes grupos, incluyendo niños y jóvenes; 5.- Establece lazos con diversas comunidades y grupos culturales, promoviendo la participación ciudadana en actividades culturales y artísticas; y 6.- Promueve la cultura como parte esencial de la educación, incentivando la integración de contenidos culturales en los espacios educativos y fomentando la sensibilización hacia la cultura desde una edad temprana.
Con apenas una semana, el gobierno promete, comienza a actuar. Tiene el beneficio de la duda, y nuestra cortesía política. Lo merece. Aquí el elefante también es mañoso y reumático. Nos encontramos en los umbrales de una administración que nace pobre económicamente y en la adversidad provocada por los gobiernos corruptos y desastrosos que le preceden. Por lo tanto, al paso de los días las expectativas se volverán exigencia, de justicia, de atención, de eficacia. En estos momentos, la seguridad y la violencia son los problemas más graves para Morelos, por ello a construcción de paz es colectiva o no será.
Estamos en los primeros 10 días de gobierno. No nos cansamos de escuchar los parabienes, pero después del entusiasmo, la realidad nos desborda. Los gobiernos hacen agua cuando se alejan de la ciudadanía, o cuando ésta los abandona. Morelos, sí, es la tierra que nos une, pero a lo largo de su historia la lucha por ella también nos ha dividido. Que no se nos olvide, ninguna democracia puede prescindir de la crítica o de la protesta sin propuesta. Aquí estaremos desde lo cultural.
El futuro es la promesa donde todo cabe, pero si no es cultural, no es transformación.