El próximo viernes 27 de septiembre, en el Museo de las Culturas Indígenas de Morelos, se presentará a las 17 horas, el libro “Ximena: las Antillas y la esclavitud”, del escritor Fernando Vela López. Se trata del volumen IV, con parte de la saga que se antoja monumental, dado que llegará pronto a ocho volúmenes.
Las dimensiones de esta novela, los arrestos de su autor y el cumplimiento de sus propósitos, labor de investigación y de escritura hacen ver que lo está consiguiendo en mucho más de un decenio. Por ese sólo hecho, considero que los críticos literarios de Morelos como del país, deben voltear a ver y a analizar esta serie de obras… además del público en general, interesado en novelas históricas, y más.
El autor es una persona culta, que domina conocimientos y saberes de varias ciencias, de varias ramas de las tecnologías, de religiones, como de su desarrollo a través de los siglos. Junto con corroborar estos atributos del autor, he disfrutado dejarme llevar por su narrativa densa, profusa, con también amplísimos léxicos provenientes de disciplinas y estudios dispares, pero no menos constitutivos de la evolución social, económica, política y religiosa, a lo largo de siglos.
Considero que es un asunto de importancia al emprender una obra mayor, como esta saga (de la cual tenemos en las manos del volumen primero al cuarto), concretarla narrativamente, de modo que sea verosímil, coherente, atractiva para quienes la leemos. Eso requiere dominio, profundo manejo de las herramientas de un escritor disciplinado, con suficiente capacidad organizativa de un discurso que abarca por lo menos 20 siglos, a través de varias tramas que se entremezclan. Además requiere una memoria prodigiosa, para concatenar sucesos, trayectorias de vida, linajes, organizaciones sociales que se confrontan o se alían, a través de seres concretos que encarnan sus ideologías, creencias, fantasmas y pretensiones. Sí, su complejo entramado requiere continua vigilancia del armado de la novela, y millares de horas dándole coherencia, armonía, interés. Se trata ciertamente de una novela del género ficción, con algunos amarres en hechos y procesos históricos fijados en la memoria colectiva y otros en activo, que dadas las probabilidades de enlazarse unos con otras, nos pueden tocar, como lo ha hecho Fernando, ligándolos al pueblo de Ocotepec, en Morelos, con la historia del Mediterráneo, de África, del Medio Oriente y América.
La pestaña de interiores del volumen nos da noticia de los variados y ricos intereses del autor, que ya de por sí, maravillan. Pero la lectura de los volúmenes hasta llegar al IV nos hace ver que se quedó corta tal referencia. Es notorio por la novela, su dominio de temas como la herbolaria, de la cría de caballos de sangre, la cartografía del mediterráneo, del mar atlántico y del caribe, como de otros mares en diferentes épocas, las luchas intestinas al Vaticano, la formación desarrollo de varias orientaciones cristianas, contrapuestas y que se han hecho la guerra, el surgimiento y desarrollo del esclavismo en varios continentes, su traslado marítimo y terrestre, las justificaciones eclesiales y de la nobleza sobre su existencia y promoción.
El autor ha elegido a un personaje femenino como protagonista, cuyo perfil se va desenvolviendo en el relato, y quien hereda linaje, poderes y tradiciones que se remontan a dos mil años atrás. Considero que no sólo ha logrado dotar a la protagonista de rasgos de empoderamiento, sino de inteligencia y habilidades que batalla en construirlas, que sufre en lecciones obligadas, de acuerdo a una formación vigilada por una “organización” ubicua, clandestina, cuya estructura se le va develando al paso y que no acaba de conocer en toda su extensión. Ximena es extraordinaria, multilingüe, habilidosa, entendida, devoradora de libros, revistas, periódicos y aprendizajes y en especial se forma como escritora, siguiendo una tradición familiar que le resulta sumamente eficaz en sus negocios locales y de ultramar.
Me complace felicitar ampliamente a Fernando Vela, tanto por su obra aquí comentada, como por su proyecto en curso, al que no le veo parangón, pues nos ha demostrado su capacidad para cumplir su cometido, como para recrear siglos de historia en una novela que mantiene nuestro interés y enriquece nuestros conocimientos y sentires. Les invito por lo mismo a leerla y a paladearla.
Imagen cortesía del autor