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* En México, 46.1% de las madres de familia trabaja o genera algún ingreso económico para el hogar: INEGI  

* Madres morelenses no piden nada para ellas, sino acceso de sus hijas e hijos a salud, estudios y alimentos.

* Por falta de un sistema público de cuidados, 86% de la atención a niños y adolescentes recae en sus mamás

Antimio Cruz

La palabra ‘Madre’, significa ‘Dios’, en la boca de un niño.

–¿Por qué quieres a tu mamá? –le pregunta una reportera de televisión pública a diferentes niños en un parque.

“Porque me cuida”… “Porque me cuida”… “Porque me cuida”…

La respuesta es la misma entre decenas de niñas y niños, de diferentes edades, que son entrevistados para ese programa de televisión. No son respuestas organizadas, son coincidencias naturales. Algunos menores agregan que quieren a su mamá porque ella juega con ellos; otro dice que ella le da de comer lo que le gusta y también hay quien dice que su mamá la defiende de todo y le enseña cosas nuevas.

A través de sus palabras se puede entender la fragilidad con la que niñas y niños se perciben a sí mismos frente al mundo, así como la fortaleza y poder que observan en las mujeres que les dieron la vida y les entregan amor, protección y guía, sin condiciones.

Desafortunadamente, en México no hay quien ofrezca cuidados a las madres de manera institucional e integral; particularmente a las madres trabajadoras, quienes invierten doble esfuerzo en cuidar a otras personas y mantenerse vinculadas con una actividad económica. Existen apoyos económicos gubernamentales de entre mil 600 y 2 mil 300 pesos bimestrales, pero son precarios y no alcanzan para todas.

En México, 7 de cada 10 mujeres mayores de 15 años tiene hijos, según las Estadísticas a Propósito del Día de las Madres 2024, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Esa cifra equivalía a 38.5 millones de mujeres. De ese gran grupo de la población, el 46.1% trabaja o realiza alguna actividad económica para generar ingresos y llevar dinero a su casa, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), del mismo INEGI. Esto significa que en todo México hay por lo menos 17 millones 748 mil 500 madres trabajadoras, de quienes dependen uno o más niños o adolescentes.

Es importante señalar que oficialmente no existe un indicador que permita consultar directamente cuántas madres trabajadoras existen en el país o en cada estado, por eso es necesario generar cifras propias con diferentes indicadores, como el Censo Nacional de Población; la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, y la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados.

Para el estado de Morelos, si se realizan cálculos con los indicadores señalados, sin entrar a los microdatos estatales, se puede estimar que hay 345 mil madres morelenses trabajadoras. Esa sería la magnitud de atención que debería tener como meta un Sistema Estatal de Cuidados, para aliviar la carga de las mujeres que realizan doble y triple jornada.

Guarderías para hijos chicos

Todas las madres trabajadoras ponen en primer lugar las necesidades de sus hijos, antes que ellas. En un conjunto de entrevistas realizadas por La Jornada Morelos Plaza a mamás trabajadoras morelenses es clara la coincidencia de que, si ellas pudieran pedir algo al gobierno, patrones u otras autoridades, serían ayudas y apoyos para sus hijos. Es interesante escuchar lo que consideran necesario, pues esto cambia, en función de la edad que tienen sus hijas o hijos; ya sean niñas, niños, adolescentes o jóvenes adultos

Vanesa García Hernández es una mamá muy joven. Tiene 23 años y ya ha dado vida a una bebé que tiene 5 meses y una niña que tiene 7 años. Ella trabaja a la orilla del bosque morelense, en un vivero de la comunidad Tetela del Monte. Su trabajo consiste en cortar esquejes de la planta, que son porciones vivas del tallo que después son cuidadas en condiciones especiales para que desarrollen raíces y así nazcan plantas jóvenes. Cada jornada de trabajo debe utilizar tijeras, cubetas, agua y tierra para generar cientos de esquejes de diferentes plantas de ornato y especias, como dalias, petunias, begonias, lavandas y, en temporadas, nochebuenas.

“Yo no estoy trabajando por día ni por tiempo; es por el número de esquejes que saque cada día. Subo a trabajar con mi esposo aquí en el vivero, porque si nada más trabaja uno, no alcanza. Nosotros somos cuatro y sí está difícil la situación. Las mujeres también podemos ayudar a sacar adelante a la familia. Yo tengo esposo, pero puedo ayudarle para sacar los gastos y así nos alcance más para las dos niñas”, comenta Vanessa mientras corta esquejes y los va colocando en una cubeta con agua, al mismo tiempo que tiene a su bebé, acurrucada con cobijas y sonajas, a menos de un metro de su lugar.

“Para el cuidado de las niñas nos organizamos en la familia; mi niña de siete años se queda con su abuela y a la niña chiquita me la traigo conmigo algunos días, y cuando su abuela puede me ayuda a cuidarla en su casa. Me traigo al campo su leche, agua caliente, sus pañales y todo lo que ocupa”, agrega la joven mamá.

“Si yo le pudiera pedir algo al gobierno sería que hubiera guarderías donde nos cuiden bien a los niños porque es difícil traerlos a trabajar, y no tanto para uno, sino que ellos, como mi bebé, tiene que estar en el sol, en el calor o cuando hace mucho frío. Y también le pediría al gobierno que hubiera buenas escuelas para los más grandecitos, donde estén bien cuando una anda trabajando. Ya si pienso en algo para toda la familia, creo que sería bueno que las mujeres que trabajamos pudiéramos tener créditos para gastos que luego se presentan”, indica la joven de 23 años.

Universidad y empleo para hijos grandes

Mucho antes de que salga el sol, a las 3:15 de la mañana, Hermelinda Díaz Sánchez ya anda trabajando, de lunes a domingo. Ella es comerciante de aguacates, guayabas y ajos en el mercado Adolfo López Mateos en la sección conocida como El Circo. Actualmente tiene 62 años y se ha dedicado al comercio desde hace aproximadamente 45 años, cuando llegó a Cuernavaca, procedente de la región del Río Balsas, en Guerrero, de donde es originaria.

Su vida es como un álbum de cuidadosos recuerdos, relacionados con la maternidad, trabajo y vida familiar. Comenta que tiene cuatro hijos vivos “y otros que ya partieron, al igual que mi esposo, que ya partió hace 13 años”.

“Todas las mamás tenemos que tener muchas habilidades: la hacemos de niñera, enfermera, cocinera, psicóloga y muchas cosas. En mi caso, cuando vivía mi esposo éramos un conjunto; él y yo trabajábamos y me gustó trabajar aquí en el mercado porque yo me desocupaba temprano y él se quedaba, pero yo me iba a hacer las actividades de la casa. Cuando partió mi esposo me quedó a mí sola la responsabilidad y se me vino la loza encima, porque tuve que manejar el negocio en su totalidad. Afortunadamente, con el tiempo, pude sacar adelante el trabajo, los hijos y todos los estados emocionales que se cruzan. Yo me dije: “Si tengo esta misión que cumplir, la cumpliré lo mejor posible. Eso me hizo ser exigente con mis hijos y creativa para combinar todo. Ahora, después de 13 años de ser viuda tengo a mis hijos universitarios; ya tres terminaron y uno está estudiando”, comparte la señora Hermelinda, quien es madre de una Psicóloga, una Geóloga, una Bióloga y un joven que estudia cómputo y sistemas.

“Yo creo que para una mamá no hay nada imposible cuando se propone sacar adelante a sus hijos, y cuando un hijo termina una carrera es una gran satisfacción como mamá. Esa es mi ideología. Pero también hay cosas externas que como mamá no puedes controlar, por ejemplo, yo le pediría a las autoridades y a los patrones que abran más oportunidades para que los jóvenes puedan entrar a las universidades, porque en esa etapa es donde muchos jóvenes se pierden y ya no siguen estudiando, aunque quieran. Y también, como mamá, pido a las empresas que le den oportunidad de trabajar a los jóvenes que ye tienen su carrera porque ellos pueden ayudar mucho con lo que ya saben, pero a veces no encuentran dónde trabajar”, comenta Hermelinda, quien dice que, cada día, cuando no trabaja, disfruta de hacer algo de ejercicio, aprender algo nuevo o platicar con sus seres queridos.

Espacios para los adolescentes

El trabajo de Gabriela Díaz Flores es atender a personas que llegan con preocupaciones, malestar, miedo y en busca de soluciones. Es Coordinadora de Asistentes Médicas, en la consulta externa del Hospital General # 1, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en Cuernavaca. Coordina un equipo de 26 compañeras asistentes y, juntas, reciben y orientan a casi 500 pacientes diarios que acuden a consulta con médicos familiares y especialistas; pero además es madre de una hija de 37 años, con quien comparte casa, y un hijo de 34, que ya es padre de dos niños, de 5 y 10 años.

Gaby tiene 27 años trabajando en atención a los derechohabientes y considera que es una labor sumamente satisfactoria, aunque también difícil: “Somos la primera cara o el primer contacto de personas que llegan con problemas y sufrimiento. A veces sí hay gente que nos trata muy duro y con mal carácter; pero hay mucha gente que es muy amable, cariñosa y agradecida. Creo que aquí, nuestro principal trabajo no es tanto con los formatos, papeles e informes sino cómo vamos volviéndonos empáticas con todo tipo de personas”, comenta en entrevista.

“Ser mamá trabajadora sí es muy difícil, pero se puede salir adelante cuando platicas mucho con tus hijos. Cada hijo o hija es diferente porque tienen personalidad diferente, pero yo tuve la suerte de que mis hijos entendían sin regaños, con mucha plática. Incluso me acuerdo una vez que, estaba yo trabajando en casa y mi niño, chiquito, comenzó a jugar con cerillos y se comenzaron a quemar cosas. Yo llegué y no lo regañé, solucioné y le pregunté tranquila: ‘¿Dónde vamos a vivir si se quema nuestra casa?’, y él entendió muy bien. Después, cuando yo tenía que venir a trabajar al hospital, ellos ya se quedaban solos y se portaban muy bien, sin tener que encargarlos con otros adultos, aunque yo les llamaba por teléfono mucho”, agrega mientras dice que, aunque sus hijos ya han crecido, sigue atendiendo su casa en una jornada completa y aunque su hija y ella se apoyan mucho para el cuidado de la casa, no deja de cocinar y asear todos los días.

“Por mi propia experiencia como mamá trabajadora y por el contacto que tengo con mis compañeras diría que cada una de nosotras ha podido sacar adelante a sus hijos, pero sí es una gran ayuda cuando hay una guardería, cuando tienes servicio médico para llevar a los niños, pero lo que yo he visto que falta mucho es algo para los hijos adolescentes. Me gustaría que hubiera algo para ayudarlos y platicar con los hijos cuando son adolescentes porque es la etapa más difícil de cuando crecen y muchas veces ellos están solos y nosotras nos sentimos solas. Creo que crear algo para apoyo a adolescentes es algo que no se ha hecho”, propone Gabriela, quien, como las otras madres entrevistadas, no pide cosas para ella, sino para sus hijos.

La palabra “Madre” significa “Dios” pronunciada en la boca de un niño. Así dice el guión de una película de los años 90, llamada El Cuervo. La frase refleja la gran fragilidad que siente un niño o niña frente al mundo, y el enorme poder y capacidad de protección que observa en su mamá. Las madres cuidan mucho, y las madres trabajadoras duplican ese esfuerzo. Por eso sigue viva la pregunta: ¿Cómo cuidamos a quienes cuidan?

Demografía de las mamás que trabajan

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), del año 2023, la tasa de participación económica de las madres de 15 años y más fue de 46.1 %, lo que representa a 17 millones 748 mil mujeres. Al analizar a esa población por grupos de edad, se encontró que las madres de 40 a 49 años que trabajan representaron el 60.0 % de todas las mamás de esa edad. Siguieron el grupo de 30 a 39 años con 58.4 % de madres trabajadoras, y el grupo de 50 a 59 años de edad con 52.2 por ciento de madres trabajadoras.

De las madres ocupadas, 64.4 % eran trabajadoras subordinadas y remuneradas, 26.9 % trabajaban por cuenta propia, 5.3 % no recibieron algún pago por su trabajo y 3.5 % eran empleadoras.

Por duración de la jornada laboral, 43.8 % trabajó entre 35 y 48 horas, 23.7 % lo hizo de 15 a 34 horas, seguido por las que laboraron más de 48 horas (17.8 %) y menos de 15 horas (11.7 %).

En cuanto al ingreso de las jefas de hogar que eran madres, trabajadoras subordinadas y remuneradas, 46.7 % ganó hasta un salario mínimo y 31.3 % recibió más de un salario y hasta dos salarios mínimos. Solo 6.9 % percibió más de dos y hasta tres salarios mínimos y 3.8 %, más de tres.

La Jornada Morelos