

Procesando periódicos donados por Valentín López González Aranda al Instituto Estatal de Documentación encontramos el encabezado “Si Zapata viviera nos mandaría a fusilar” (1) De inmediato recordamos aquellas consignas gritadas a coro en las marchas contra los gobiernos neoliberales: “Si Zapata viviera, la madre les partiera” o “Si Zapata viviera, con nosotros estuviera”.
Y es que desde los gobiernos de Miguel Alemán para acá (de 1940 a la fecha) se desmantelan las conquistas del pueblo mexicano en la gesta revolucionaria. Tierras, montes y aguas, banderas centrales del zapatismo, vienen siendo vendidas, arrasadas y contaminadas de manera contundente después que se reformó el artículo 27 constitucional.

Las reformas neoliberales significan que primero y antes que nada está el negocio, el lucro. Qué importa que montes y bosques sean incendiados o talados, lo importante es que generan riqueza a unos cuantos, aunque las consecuencias las paguen multitudes. Qué importa que ahora en las buenas tierras de riego en que antes se cultivaba el mejor arroz del mundo ahora producen pasto para jardín o flores para el ornato. Debido al lucro hoy en aquellas zonas de los Altos (Atlatlahuacan, Totolapan, Yecapixtla, Tlayacapan) en lugar de sembradíos de jitomate florecen lujosos fraccionamientos, construcciones residenciales. Duele ver que en el Oriente del estado pululan líneas de piedras encaladas que delimitan lotes en venta para que germine no sorgo sino la caótica e irregular mancha urbana.
Ah, pero eso sí, en Morelos somos zapatistas a mucha honra y cada vez con fervor patrio conmemoramos el paso a paso del general Emiliano Zapata y su Ejército Libertador. Las efemérides del legado zapatista crecen de manera paralela al avance de la venta de parcelas y explotación irracional de bosques y contaminación de ríos.
A 106 del asesinato de Zapata la inmensa mayoría de los descendientes de aquellos que regaron los campos con su sangre vive entre la medianía, la pobreza y la miseria. Aún esperan que la justicia revolucionaria llegue. El zapatismo fue y sigue siendo traicionado. Y no está por demás mencionar otro rubro traicionero: ese insano afán de perpetuarse en cargos públicos, olvidando que Zapata rechazó propuestas de riqueza y puestos políticos.
- El Cotidiano en Morelos, periódico de proyección estatal, 17 de junio de 1977.
