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El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) concluyó la reconstrucción del patrimonio histórico y cultural afectado por el sismo del 19 de septiembre del 2017, y lo ha hecho con transparencia, aprendiendo en el proceso, devolviendo a los inmuebles su estructura original, recuperando la identidad de las comunidades y el atractivo turístico del estado, asegura Víctor Hugo Valencia Valera, director del Centro INAH Morelos, en entrevista exclusiva con La Jornada Morelos.

El antropólogo inició en el 2019 su segunda etapa como director en el estado y recuerda la destrucción que el sismo del 2017 provocó en Morelos como gravísima, una que tocó de forma drástica a más de la mitad de los 259 monumentos históricos y edificios religiosos; la mayoría de ellos emblemáticos de regiones y comunidades que habían construido su vida alrededor.

Valencia Valera llegó al Centro INAH Morelos en 2019, antes había estado en Puebla donde más inmuebles a cargo del Instituto resultaron dañados -621- pero con afectaciones menores: “yo me encuentro aquí con un diagnóstico y con un censo de 259 inmuebles afectados, de los cuales 250 son arquitectura religiosa de diferentes épocas y temporadas y datación histórica. Los otros nueve, son las zonas arqueológicas, Xochicalco, Teopanzolco, las propias instalaciones del Instituto, el museo Palacio de Cortés, la mayoría inmuebles históricos… el [daño en el] 50 por ciento, más menos, era severo, quiere decir que había bóvedas caídas, techos afectados, estructuras movidas, es decir: muy grave, casi a punto de derrumbarse” por completo.

Desde 1999, a partir de la atención a los daños provocados por el Huracán Gilberto, el Fondo para la Atención de Desastres Naturales (Fonden) tenía una partida para atender el patrimonio histórico y arqueológico; pero además el INAH había asegurado todos los inmuebles del país, recuerda Víctor Hugo, “la arquitectura religiosa histórica son bienes de la nación (eso es lo que a veces a algunos se les olvida: arquitectura propiedad federal, es custodia de la Iglesia y administrada por la Iglesia, en su mayoría) pero, desde el siglo XIX, todos esos bienes son parte de la nación”.

El Fonden y los seguros de los edificios ayudaron a enfrentar la destrucción del 2017. “El Instituto aplicó de inmediato el seguro en todos los siete estados que fueron afectados, incluyendo Morelos, y eso permitió que se diagnosticara rápidamente la desgracia o la dimensión del daño y se empezaron a intervenir inmuebles”. La intervención tuvo dos fases, la primera correspondía al apuntalamiento y aseguramiento para evitar mayores derrumbes, y, la segunda, el diseño y ejecución de los trabajos de reconstrucción.

“Hubo un trabajo de arquitectos, de restauradores, de investigadores, que también entraron no nada más a ver el daño, sino ver el impacto social. En Morelos podemos decir con mucho interés -que no nada más se atendió lo técnico, no nada más se vio cómo resarcir la torre, cómo inyectar grietas y cómo arreglar daños estructurales- sino también hubo investigadores como Miguel Moraita, como Eduardo Corona, gente que fue en las brigadas y registraron el impacto social”, explica.

Los recursos para la reconstrucción

Valencia Valera explica que en Morelos se atendieron los 259 inmuebles en la primera etapa con recursos de la aseguradora y, posteriormente, llegaron del Fonden. “Se invitó a algunas empresas para apuntalar, para proteger, en tanto se intervenía de manera más integral… hubo un momento en que el mismo seguro terminó de pagar las pólizas, eso más o menos en el 2020. Lo que provocó que se suspendieran actividades porque el recurso se estaba aprovechando de una instancia como el seguro, y a partir de 2020 empezamos a aplicar recursos del gobierno federal que habían estado etiquetados en el Fondo Nacional de Desastres, y tras la desaparición de éste fueron respetados por la Secretaría de Hacienda, que los aplicó en carteras de inversión”.

En otras entidades, los gobiernos estatales colaboraron con recursos para la reconstrucción de sitios históricos, pero en Morelos, dado que el daño prácticamente era general en municipios como, por ejemplo, Jojutla, el INAH se encargó completamente de la reconstrucción, con el apoyo de organizaciones y ciudadanos. Así fue que en Morelos el sismo hizo que el INAH dejara de ser una institución solamente de investigación y normativa, y se convirtió en la protagonista de la reconstrucción.

El rescate y cuidado de los santitos

El daño de los templos y edificios religiosos de Morelos fue un impacto terrible para las comunidades. Víctor Hugo Valencia explica la urgencia de los pueblos y colonias por volver a ver sus iglesias en pie “podrá haberse afectado la casa equis, pero la Iglesia se repara”, y como no era un asunto de pocos días, el INAH empezó su trabajo comunitario en ayudar a sacar las figuras de santos de las iglesias, “porque si no lo haces, la gente lo hace. Y esos santos tienen una situación de fe, pero además hoy tienen valoración económica. Entonces, en términos de lo que es el arte sacro, los bienes para la gente, la Virgen es fe, no necesariamente vale millones de pesos, sino vale millones en fe”.

Los trabajos incluyeron entonces también el registro y protección de 800 bienes muebles (efigies y figuras religiosas), “se registró, se embaló, se guardó, se registró mientras pasaba la crisis y que el cura se los llevara a otra parte, pero estaban controlados… Hubo participación de las comunidades y eso revaloró la relación con la institución, con los restauradores, que el arquitecto que va a intervenir el edificio y el restaurador que va intervenir una pintura, una pintura mural, una pintura de caballete o una escultura, son dos especializaciones que hay que entender que tienen especificidad y momentos de intervención”.

Restauración conforme a la época

Los inmuebles dañados por el sismo en Morelos fueron construidos entre los siglos XVI y XIX en su mayoría, y toda una tarea fue identificar los materiales originales; “hoy te vas a encontrar restauraciones como se hicieron hace 400 años, a cal y arena”, porque, reconoce, una buena parte del daño que sufrieron los inmuebles se debió a malas intervenciones hechas en el pasado, “un excesivo uso del cemento que golpea y agrede a los inmuebles o hasta incluso metiéndole elementos contemporáneos como varilla a inmuebles que no fueron construidos con esos materiales, que fueron construidos con materiales de momento que fueron la cal, la arena e incluso algunos, como en Totolapan, con piedra bola y arcilla totalmente”.

Hubo, eso sí, una ventaja, el amplio daño mostró las características constructivas y hasta decorativas de los inmuebles que permitió hacer restauraciones con materiales y técnicas de la época.

Un torreón baja de peso

Si bien la regla era restaurar solo lo que se afectó, en muchos trabajos hubo hallazgos muy importantes que también fueron recuperados, como pinturas murales en conventos e iglesias, “empiezas a escarbar a la grieta y encuentras pintura mural de diferentes autores, de diferentes manos, de diferentes cualidades, pero que son parte de la historia del edificio, como es el torreón de Palacio de Cortés.

Ese torreón no es de la época del siglo XVI, es de inicios del siglo XX. Lo partió el sismo, lo quebró totalmente, hubo necesidad de retirarlo, [entonces] no es restauración, es reintegración, porque es un elemento simbólico y parte de la historia de ese inmueble. Por eso, el Instituto, decidió restaurarlo con madera. A ese torreón se le calcula 44 toneladas en su estado original, hoy son cuatro toneladas y media en madera, con una estructura muy bien hecha y afianzado al piso”.

Reconstrucción exitosa y transparente

El INAH atendió la restauración en tiempo y forma “hemos pasado incluso revisiones de auditoría. Te puedo decir que ahorita una está en proceso, la tercera o la cuarta y se está atendiendo como debe ser porque se usaron recursos, porque se aplicaron técnicas que consideramos son válidas, necesarias, como utilizar materiales de fábrica donde se requiere”, asegura, pero también reconoce que una buena parte de la reconstrucción fue reorientada.

Valencia Valera no quiere dar una cifra definitiva de los costros de la reconstrucción en Morelos “por respeto a la institución y al público… Aplicamos recursos muy fuertes del seguro con la póliza que está establecida con el banco y recursos del gobierno federal a través de Hacienda de muchos millones de pesos. No evado la responsabilidad de la pregunta, no damos por lo regular el precio o los montos, porque hay muchas situaciones a nivel social. ‘Uy, yo lo haría por menos. Uy, me parece que aquí hay otra’ (persona que podría haberlo hecho)”.

Y no es como que cualquiera podría hacerla, ni que haya muchas empresas dedicadas a ello, comentamos.

“Fuimos al procedimiento de evaluadores del seguro, técnicos del Instituto, llegamos a unas cantidades, fueron discusiones que teníamos que llegar a acuerdos, y llegamos, están firmadas las conciliaciones y puedo decirte que fue una inversión millonaria en términos económicos”, explica.

Y sobre las empresas que participaron acota que figuran en el padrón del INAH “son especialistas en restauración de bienes muebles históricos. Esa es una ventaja. Y a partir de eso, en el seguro se asignó a las mejores empresas que el Instituto ya tenía por experiencia antes en otros estados de la República… Te puedo decir que intervinieron en este proceso, tanto en obra con el seguro como con dinero federal, un mínimo de 40 empresas, algunas tuvieron tres, cuatro, cinco obras a su cargo. Y hoy que terminamos la última obra, los últimos detalles en Tetela del Volcán, (puedo decir) fueron las mejores”; cada obra realizada cuenta, además, con un expediente técnico y una bitácora que explica cada trabajo realizado, los llamados libros blancos que, además, ayudan a aprender del proceso.

Otra prueba de la calidad de la restauración, “la mayor por cierto”, dice Valencia Valera está en “los diferentes movimientos sísmicos que ha habido después de 2017… Los inmuebles están en pie, están protegidos por la ley de obra pública, y hay muchos elementos para protegerlos de corto y mediano y largo plazo, que se llaman finiquitos, vicios ocultos, etcétera, que en su momento hemos aplicado, pero en menor grado”, como alguna filtración de agua, humedades o cuestiones menores que han sido plenamente reparadas.

La respuesta comunitaria en la reconstrucción

El proceso habría sido imposible sin las comunidades, y el director del Centro INAH Morelos recuerda: “una cosa es la comunidad de una zona urbana, como la capital del estado, tiene diferentes comunidades en torno a diferentes templos, y otra cosa es las comunidades más pequeñas, que su única referencia es la parroquia inmediata, posiblemente una o dos, tres capillas después. Entonces las respuestas son diferentes”.

Primero, fue el espanto por el sismo, recuerda, pero casi de inmediato: “se organizaron el cura y diferentes grupos que existen en torno a la iglesia, fiscales, mayordomías que hicieron capillas provisionales. Así y todos los inmuebles donde el daño fue grave, donde hubo necesidad de no ocupar el templo durante todo el proceso de restauración, estamos hablando de aproximadamente más de 100 inmuebles de diferentes dimensiones”.

“El INAH en aquel momento de crisis buscó y en algunos casos logró autorizar la construcción de una capilla provisional. En otras ganó la comunidad y hay unas capillas que son verdaderos muebles grandes, con pisos de cemento en atrios… Esa fue la respuesta ante una necesidad de la liturgia y de la fe”.

Y abunda, “las comunidades tienen una dinámica muy diferente a lo que son la legislación existente o las leyes del país que no son escritas. Ese concepto de uso y costumbre, entonces hay que saber cómo atenderlo… estamos diciendo y vamos a buscar antes que aplicar la ley, convencer de eso como antropólogo, como responsable de una institución de cultura… que se retiren de manera organizada”.

También, explica, se dio prioridad en la reconstrucción a los inmuebles más necesarios para las comunidades; pero hoy el INAH ha concluido sus trabajos en materia de reconstrucción en Morelos, aunque no todos los templos ya están abiertos al culto por decisiones de las comunidades que, en algunos casos, quieren equipar nuevamente las parroquias, instalar luces, y otras cosas.

El INAH y el turismo en Morelos

Dada la restauración en la ruta de los conventos, en las iglesias que son atracciones turísticas por todo el estado, en las zonas arqueológicas y museos que atraen miles de visitantes cada semana, aventuramos el comentario: “el INAH ha hecho más por el turismo que cualquier gobierno reciente”.

Víctor Hugo Valencia advierte que el Instituto es una instancia primordialmente de investigación, pero reconoce que la reconstrucción y restauración son un aporte invaluable al atractivo de Morelos para los visitantes.

“En los últimos años el Instituto sí ha pensado en el turismo. No todo son reconocimientos de la UNESCO, hay inmuebles que por sí mismos son más importantes, con reconocimiento, sin reconocimiento. La ruta de los conventos es muy especial. El INAH hizo lo suyo, es un expediente del INAH: La ruta de Zapata en Tlaltizapán, Anenecuilco, Chinameca, todos tienen iglesias más allá de la Hacienda de Chinameca, más allá… El INAH le llama turismo cultural. Pueden definirla de muchas maneras”, explica.

Y reconoce: “también aportamos en ese sentido. El INAH tiene muy claro que los espacios arqueológicos, los museos y hoy la arquitectura histórica religiosa, son parte de proyectos turísticos que se deben aprovechar. Y no nos oponemos, no somos turisteros, pero tenemos claro -y siempre lo hemos hecho- que debemos cooperar con las políticas del estado. Nosotros somos normativos y tenemos que dar permiso para una serie de cosas, pero siempre buscaremos que se haga bien”.

Una torre de un edificio de ladrillo

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El torreón de Palacio de Cortés en 2017 y en 2025. Foto: INAH

Edificio de piedra

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Casa en medio de la calle

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El exconvento de San Guillermo Totolapan en 2017 y 2025

Iglesia de piedra

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Torre de una casa

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Santuario del Señor del Coto en Telelilla, Jonacatepec en 2017 y 2025

Una torre de piedra

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Templo del Divino Salvador en Ocotepec en 2017 y 2025

Una casa de piedra

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Imagen digital de una casa

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Exconvento de San Pedro en Jantetelco en 2017 y 2025

Daniel Martínez Castellanos