
Morelos y su recorrido de la virtud (propia) a los vicios (ajenos)
Si la historia y los personajes de Morelos han mostrado algo, es ser capaces de enormes dimensiones de virtud, pero también de terribles vicios a menudo protagonizados por gente que desde otras latitudes vino a instalarse al estado temporalmente para aprovecharse de la hospitalidad y la confianza que la tierra de Zapata y la primavera les obsequian. Esta edición de Plaza de La Jornada Morelos refleja dos botones de muestra.
Del lado virtuoso el proceso de reconstrucción de edificios religiosos e históricos y el significado que ha tenido para las comunidades del estado, pero también para la producción del conocimiento arquitectónico, histórico y antropológico. La magnitud de la rehabilitación de los casi 250 monumentos de Morelos, la mitad de ellos con daños severos, facilita la polémica respecto de los trabajos. En honor a la objetividad presentamos ambas posiciones con los argumentos de dos expertos en la materia, el antropólogo director del Centro INAH Morelos, Víctor Hugo Valencia; y el cronista y escritor, Roberto Abe Camil, quien también ha seguido muy de cerca los trabajos de reconstrucción, desde sus respectivas atalayas.
Más allá de la polémica, sana para construir el conocimiento, tratamos también el impacto que la caída y cierre de los templos y la reconstrucción y apertura de los cultos nos enseñó sobre las comunidades morelenses y su relación con sus parroquias. Lo que el sismo del 2017 arrebató a Morelos está mayormente en pie y lo que significa mucho para los pueblos, barrios y colonias, pero también para el turismo.
Por parte de los vicios, la década que Cuauhtémoc Blanco, este febrero en Morelos inauguró nuevos ciclos de corrupción que, a diferencia de la del pasado (también criminal y pendiente de castigarse), se exhibieron con un absoluto cinismo. Los escándalos de abusos de la función pública desde su periodo como alcalde; la permisividad con que el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca fuera infiltrado por grupos criminales; la exhibición abierta de la impunidad; su ascenso al gobierno de Morelos para seguir coleccionando denuncias penales y acusaciones de corrupción en casi cada uno de los despachos públicos; representan una historia de abusos de la confianza ciudadana que tuvo su origen en la crisis de la clase política morelense entre 2015 y 2021.
Pero esa crisis no exculpa al exgobernador cuyos excesos personales y públicos llevaron a Morelos a una barrena de corrupción, falta de desarrollo económico y violencia criminal. Tampoco atenúa la responsabilidad de cada uno de sus colaboradores que colaboraron en esquemas de corrupción ,y hasta inventaron los propios. No libera a quienes, desde la sociedad facilitaron la actuación del gobernador como cómplices directos o meros aplaudidores de una gestión cuyas corruptelas, abusos y escándalos se presentaban cada semana todos los meses que duró su muy largo sexenio.

Además del recuento de la década incluimos el testimonio directo de uno de quienes en alguna etapa creyeron en Cuauhtémoc Blanco y colaboraron con él, y posteriormente se avocaron a denunciar cada una de las faltas públicas del exmandatario.
Los escándalos del exgobernador no ocurrieron solo en la función pública, también ocurrieron en su círculo privado y es por uno de ellos, la gravísima acusación de violación en grado de tentativa interpuesta por su hermana, que Blanco Bravo podría perder ahora el fuero que lo ha protegido desde hace más de seis años, cuando lo adquirió al agotarse la protección que desde la Secretaría de Gobernación del gobierno de Enrique Peña Nieto le había brindado.
