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I

Del CIDHEM a la autonomía de la barbarie en El Colegio de Morelos

(Segunda parte)

Por iniciativa del gobernador Marco Antonio Adame Castillo, el Poder Legislativo aprobó el Decreto 1159, que fue publicado el 4 de marzo de 2009 en el Periódico Oficial Tierra y Libertad. Este Decreto fue el segundo anuncio de muerte del CIDHEM. El Congreso contribuyó también con su turbia labor, al dictaminar y aprobar la iniciativa del Ejecutivo estatal, para abrogar el Decreto de creación original y volver a “crear” el CIDHEM, pero ahora con una Junta de Gobierno a modo, sin académicos críticos y con mayoría de secretarios del gobierno del Estado. También fueron suprimidas la representación de la UNAM (Dr. Ambrosio Velasco) y de Conaculta (Dr. Eduardo Matos Moctezuma) y hasta de la entonces titular del Instituto de Cultura de Morelos, Mtra. Martha Ketchum, borrando también de esta manera, las voces disidentes que perturbaron la imposición de Juan de Dios Andrade en la Dirección General del Centro. Posteriormente, y como resultado de las muchas voces críticas que nos manifestamos contra este absurdo Decreto 1159, los legisladores reconocieron como una “errata” la exclusión de la UNAM y trataron de enmendar el absurdo agravio a la razón, que esta “errata” produjo mediante una “fe de erratas” legislativa.

El nuevo director del CIDHEM, Juan de Dios Andrade, no se mostró muy entusiasta desde el principio con su nuevo puesto. Mantuvo su residencia familiar en Puebla, por lo que dividió su tiempo de trabajo entre la Angelópolis y el CIDHEM. Quien realmente mandaba en el Centro, era la Dra. Margarita Argüelles Gómez, (doctoranda entonces en “Gobierno, gestión y democracia” por El Colegio de Tlaxcala). La ahora Dra. Argüelles, titulada en 2010, fue nombrada Coordinadora Académica del Centro. Desde esa posición, empezó a colocar de inmediato a profesores de la UPAEP por su filiación ideológica yunquista, más que por su solidez y pertinencia académica. Al mismo tiempo que hostigaba a profesores incómodos, propiciando con esto su salida de la institución. Pérdidas terribles de profesores para el CIDHEM en diferentes momentos fueron, entre otros, las de los doctores: Octavio Rodríguez Araujo e Isidro H. Cisneros, dos prestigiados politólogos de nuestro país. El Dr. Octavio Rodríguez Araujo, publicó el jueves 6 de marzo de 2009 en La Jornada nacional, un estupendo artículo titulado: La reconversión panista del CIDHEM.[1] Remitimos al lector interesado a esta fuente.

La Dra. Argüelles supo ganarse la animadversión de los profesores, los trabajadores y, sobre todo, de los estudiantes de la comunidad, debido a su trato despótico y autoritario. El “Dr.” Andrade se cansó de tanto viaje y finalmente renunció a la dirección del Centro. Pero antes de su renuncia, designó con su dedo índice al Dr. Jesús Manuel Araiza Martínez como Profesor de Tiempo Completo y también como su delfín en gestación.

Un curioso enroque político se dio entonces en la figura del Dr. Jorge Morales Barud, quien pasó de ser Secretario de Gobierno, en la administración del gobernador panista Adame, para ser designado como el tercer Director General del CIDHEM. Su sucesor al frente de la Secretaría de Gobierno fue el Dr. Óscar Sergio Hernández Benítez.

El Dr. Morales Barud, es un político de filiación priista, fue Gobernador interino del Estado de Morelos de 1998 a 2000 y Presidente municipal de Cuernavaca de 2012 a 2015. También es un académico con trayectoria. Realizó estudios de Economía en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y de especialización en la Universidad de Texas en Austin. Obtuvo el doctorado en Ciencia Política en el CIDHEM. Durante su gestión el Dr. Morales Barud, tuvo algunos importantes logros de carácter presupuestal y laboral para el Centro, a pesar del poco tiempo que permaneció en el CIDHEM, de julio de 2010 a septiembre de 2011, fecha en la que renunció para contender por el PRI para el cargo de Presidente municipal de Cuernavaca, posición que alcanzó en la contienda electoral de 2012.

A partir del último trimestre de 2011, el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, entró en una nueva etapa, con el nombramiento por parte de la Junta de Gobierno, del Dr. Jesús Manuel Araiza Martínez como Director General. Su gestión inició con una deslucida ceremonia en lujoso restaurante, a unos pasos de la residencia oficial del gobernador Adame. El flamante director empezó su discurso agradeciendo a la Mtra. Mayela Alemán de Adame, quien estaba presente, por ser la artífice de su nombramiento. Ni una sola alusión a la Junta de Gobierno. El estupor recorrió el rostro de los asistentes. El desliz con el que inició su discurso el flamante director fue la comidilla obligada tras concluir la primera intervención del cuarto Director General del CIDHEM. El café aguado y las galletas rancias terminaron de ensombrecer el acto inaugural, en aquella tarde otoñal. Continuará…

[1] https://www.jornada.com.mx/2009/03/26/opinion/020a1pol

Braulio Hornedo Rocha. www.braulio-hornedo.com

II

Invitada como víctima de una cacería de brujas

Llegué a El Colegio de Morelos a entrevista directamente con el Rector, un lunes. Yo pensaba regresar el martes y darle las gracias por la oportunidad y no aceptar el trabajo porque lo que vi fue un caos, y eso mismo fue lo que comenté directamente con el mismo Rector. Sin embargo, él habló conmigo por teléfono para decirme que por eso mismo me necesitaba, para que fuera sus ojos y pusiera orden en el caos que había dejado su anterior trabajador de ese puesto. Acepté la oferta ese lunes por la noche durante nuestra llamada.

Llegué entonces al Colegio cuando yo llevaba media carrera en la UPN, empero, media carrera, dos años y medio de créditos satisfactoriamente obtenidos; no iba empezando, ni tenía la prepa trunca, ni siquiera llegué sin ganas de seguir estudiando y preparándome, pues entré con la promesa de terminar aquí el proyecto que ya casi culminaba, una promesa hecha por el mismo Juan de Dios González Ibarra, quien me ofreció una fuente de ingresos al mismo tiempo que la posibilidad de continuar con mis estudios. Todo esto me pareció una bendición.

Sin embargo, cuando comenzaron las primeras clases, tuve el infortunio de toparme con una maestra, que era amiga íntima en ese entonces de la Coordinadora de Docencia. El poco profesionalismo de esta maestra, como profesora y psicóloga, quedó en evidencia a tal grado que fue despedida en 2023. Esta situación, además de otras como que no me iban a revalidar los créditos que había cumplido en la UPN ­–-y que posteriormente me enteré de que en realidad no tenían plan de estudios desde la transición del CIDHEM al Colegio, y que incluso copiaban la currícula de otras instituciones–, fueron los obstáculos que se sumaron a que mi trayectoria académica se viera completamente afectada y trunca.

Todo esto resultó ser una paradoja, ya que al ser despedida por la razón de no tener un título fue solo efectiva hacia mi persona. Esta no era una situación desconocida para los trabajadores del Colegio, curiosamente se sabía a voces que el mismo Rector había ordenado al contralor de ese entonces a emitir un comunicado que avalara esta decisión o requisito arbitrario y que, tal como se menciona en la carta que llegó tiempo después de mi despido a la Junta de Gobierno, emitida por un excolega, solo se aplicó contra mi.

Mi tránsito por el Colegio, que prometía ser una oportunidad, terminó siendo una cacería de brujas. Mi vida se vio afectada laboral, académica, mental y emocionalmente, pero como ayer se mencionó, se me hizo firmar que no tomaría acciones legales e incluso tomaron mis huellas digitales en el acta de renuncia.

Esta caza de brujas comenzó desde el momento en que alguien escuchó que yo le decía al Dr. Eliezer Cuesta Gómez que no estaba bien que lo saturaran del trabajo de otras áreas (como docencia), trabajo que recaía en mí por mi puesto dentro de la institución, pues ya lo tenían en dos coordinaciones (sin retribución de la segunda) y apoyando en las funciones de la Secretaría General, pues quien cumple actualmente el puesto de secretario es un amigo cercano al Rector, amigo que es incompetente.

A partir de allí fue que el rector llamó al Dr. Eliezer para que “me pusiera en mi lugar “, porque, le dijeron, “¿cómo era que una mujer lo iba a mangonear?” y que mejor “controlara a su gente”. Por el mismo motivo de no prestarme a ser parte de su círculo de allegadas que carecen de principios y valores, así como por haberme rehusado a ser partícipe en cosas que no me parecen éticas (porque estaba su interés propio de por medio, y no el bienestar de la institución) fue que ya se me había movido de puesto desde principios de 2023. Al estar en esta nueva, pero no desconocida situación, fue que se comenzó a fabricar una manera que pareciera “lógica” de correrme y que se pudieran lavar las manos. Al no tener ninguna incidencia mía en recursos humanos, y ningún sustento de peso para correrme como por incompetencia o cualquier otra cosa, fue que se giró el oficio ya mencionado para rescindir mi contrato laboral. El argumento: por no haber terminado la licenciatura, por no contar con un título profesional, cuando ellos mismos lo impidieron desde el inicio de mi contratación y mi intento por continuar mis estudios dentro de la institución.

No siendo suficiente con despedirme, durante el tiempo que Eliezer se ausentó por la incapacidad por dengue, hizo una llamada en la que lo condicionó para que escogiera entre su trabajo en el Colmor o su relación de compromiso que tenía conmigo, porque, cito textualmente sus palabras “porque [yo] había causado muchos problemas”, y que “el problema no era [él]”, sino yo, una mujer que se rehusó a prestarse para realizar trabajos de ética cuestionable como los que se han expuesto en la serie de artículos sobre el Colegio de Morelos en este periódico. Queda claro que el rector disfruta de meterse en la vida personal y de vivir a través de los demás. Para mí es un problema de machismo, de violación a los derechos humanos y de género.

Se hablaba mucho de la dignidad de los animales, pero ¿dónde queda la dignidad humana? Se pasaron por alto derechos, en el Colegio de Morelos se permitió el acoso y se cometieron un sinfín de injusticias.

Ana Gabriela Priego Trujillo. Ex colaboradora de la Coordinación de Difusión del Colegio de Morelos

III

Mi paso por el Colegio de Morelos

Llegué al Colegio de Morelos en la transición del feudo del Dr. Luis Tamayo para dar paso al feudo del Dr. Juan de Dios González Ibarra. Aunque debo reconocer que tuve un contacto breve, pero difícil, con la administración del primero, a diferencia de mi experiencia de varios años, también difícil con el segundo.

Vale la pena señalar para dar inicio a mi relato, como el ColMor comenzó a dar tumbos desde la llegada al CIDHEM del primer Juan de Dios, de apellido Andrade, con quien empezó a “barrerse” la filosofía con la que el Dr. Ricardo Guerra fundó el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos (CIDHEM) y que sin razones de peso, Graco Ramírez antes de irse, le quitó el nombre y lo “bautizó” como El Colegio de Morelos.

Designó como primer rector al Dr. Tamayo, hasta llegar al decadente momento que se vive en la actualidad, después de que el actual rector “dejara ir” a profesores como Ricardo Pérez Montfort, Pablo Escalante, Antonio García de León, entre otros brillantes académicos, para suplirlos con abogados y profesores cuyo requisito para poder permanecer en el empleo, es mostrarse incondicionales al rector y sobre todo a su allegada, cuyo cargo oficial es Coordinadora de Docencia, pero que en realidad es quien decide a quien se despide y se contrata en el Colegio de Morelos.

Pero regresemos a la gestión del Dr. Tamayo, de quien esperábamos que por ser discípulo del Dr. Ricardo Guerra y, por ello, heredero de lo que fue la columna vertebral del CIDHEM, esto es, para recuperar la mirada filosófica y humanista sostenida por más de veinte años. Rescataría a la institución del secuestro del que fue objeto por parte del PAN, pero esta esperanza empezó a desvanecerse muy pronto, pues entre otras acciones reprochables pero que tenían que ver con haber defraudado la confianza de todos aquellos que genuinamente creían en su discurso prometedor, la confianza fue decantándose.

La gota que derramó el vaso fue cuando estableció convenios con el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) UNAM para que impartieran clases de matemáticas y física y que las llamadas ciencias duras fuesen el eje de la “renovada institución” ahora Colegio de Morelos.

En una asamblea general donde expuso su “innovadora idea” al alumnado, entre ellos mi persona, intentamos transmitirle que la complejidad no se circunscribe al C3, que abarca mucho más… es un robusto aparato epistemológico compuesto por un conjunto de ciencias, diversidad de disciplinas, métodos, aproximaciones y lenguajes .

Intentamos hacerle ver que es una forma de parase en el mundo y gestionarlo, ya que todos los problemas sociales son complejos y tienen que abordarse desde la transdisciplina, que quedó atrás la visión lineal y compartimentada de la ciencia clásica, así como la idea reduccionista de causa-efecto, para dar paso a la circularidad y recursividad, donde la causa se convierte en el efecto y el efecto en la causa, donde se busca la síntesis y no la disyunción, donde se plantean problemas y no objetos de estudio, pero toda esta forma alternativa de entender y hacer ciencia no implica que seamos expertos en todas las áreas, sino que se disponga de un abordaje multi y transdiciplinario.

Él insistió en que para ser un buen investigador era necesario formarse también dentro de las llamadas ciencias duras y obligó a los alumnos que cursaban literatura, historia del arte, filosofía o antropología a entrarle a las matemáticas y a la física “si querían ser buenos investigadores”, sin lograr entender que asumirse o inscribirse dentro de la complejidad no demanda que el complejólogo sea “todólogo” pero si alguien que tenga la consciencia respecto a que hay que tejer y entretejer entre disciplinas pues una disciplina no puede dar cuenta de un solo fenómeno a menos que trascienda sus propias fronteras.

Dra. Alicia Castrillón y Moya. Egresada del doctorado en El Colegio de Morelos