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“El cine es mucho más que filmar películas, es un fenómeno que involucra a mucho, incluso escribir críticas y reseñas es hacer cine” Roberto Fiesco.

Roberto Fiesco es un destacado productor, director y guionista mexicano, conocido por su trabajo en el cine independiente y su enfoque en temas sociales, particularmente relacionados con la diversidad sexual y los derechos humanos. Nacido en la ciudad de Tamaulipas, ha sido parte fundamental en la producción de numerosas películas que se han aclamado tanto en México como en festivales internacionales.

Entre sus trabajos más destacados como productor se encuentran películas como Mil nubes de paz cercan el cielo, Amor, jamás acabarás de ser amor del 2003, dirigida por Julián Hernández, en la cual aborda la temática de la homosexualidad en la juventud, y Rabioso sol, rabioso cielo en 2009, también dirigida por Hernández, que ganó el Teddy Award en el Festival Internacional de Cine de Berlín.

En el marco de las Séptimas Jornadas de la Comunicación, oficiadas en el auditorio Emiliano Zapata de la universidad del estado, Fiesco compartió en una Master Class, acompañado del director de cine Armando Casas, su profundo conocimiento cinematográfico y parte de su experiencia como productor creativo.

A continuación, les presento un pequeño pero significativo encuentro, que Roberto Fiesco concedió a La Jornada Morelos:

JA: Roberto, cuéntanos, ¿Cuál es tu brújula para identificar un tema para desarrollar en un proyecto?

RF: Creo que tiene que ver mucho con lo que estás viviendo en ese momento, los temas que te importen y las historias que van apareciendo en tu vida, a veces tienes que filmarlas como inmediatamente, hay historias que están en tu cabeza y que van dando vueltas y vueltas durante muchos años. Yo creo mucho más en estas segundas; dos de mis trabajos más conocidos: Quebranto y Trémulo, son historias que tardaron como ocho años en mi cabeza, porque ideas tenemos todo el tiempo, pero esas que tienes que filmar son las que has ido madurando durante mucho tiempo. Creo que esa es la brújula en realidad, ser fiel a esas historias que te van acompañando en la vida, que te guían a una curiosidad por algo que no conoces, totalmente ajeno a ti o exactamente lo contrario, con un mundo que conoces muy bien.

Como director, Fiesco ha explorado temas relacionados con la identidad, la memoria y las luchas sociales, en Quebranto su documental más famoso, narra la historia de Coral Bonelli, una mujer transgénero que fue estrella infantil de cine en México, este documental ha sido ampliamente reconocido por su sensibilidad y enfoque profundo en temas de género.

JA: Todo aquel que haya visto tu trabajo puede escuchar la voz de los no escuchados, ¿cómo le haces esas voces que deben escucharse?

RF: Me parece que cada historia tiene acentos especiales y focos rojos, cosas que pueden ser un riesgo enorme y otras que son mensajes o ideas que quieras destacar; hacer una película, cortometraje, documental es tratar de hacer un armónico, sin fisuras; esa es la vida cinematográfica, en la pantalla. En ese sentido no hay nada que puedas dejar al azar. Creo mucho en la planeación y en el desarrollo de las ideas, en los términos más pragmáticos. Cuando filmo, hay como una relación muy obsesiva con lo que se ve a través de la cámara: cada uno de los elementos que estás filmando significa, el color, los gestos, un trozo de pared, etc. Es un trabajo minucioso, agotador, porque significa estar involucrado en un nivel de concentración tan absoluto, esa es una razón por la cual dirijo poco, ser director te absorbe mucho, tienes que entregarte completamente al filme.

Fiesco es conocido por su rigor y dedicación a cada etapa de la producción cinematográfica. Él pone mucho énfasis en la selección de su equipo, el diseño de producción, y de la estética visual de las películas en las que trabaja, sus producciones son reconocidas por la alta calidad técnica, a pesar de que muchas veces los proyectos cuentan con presupuestos modestos.

El romance de Roberto con los Cineclubs

JA: Hace unas horas hablamos sobre los cineclubs como un espacio de resistencia, he sabido que tú también te formaste en los cineclubs, ¿cuéntanos qué podemos encontrar en ellos, que los hace tan especial, tan importantes para una comunidad joven, estudiantil, universitaria?

RF: Me encanta, es la primera vez que me preguntan algo sobre los cineclubes. Es una forma de acercarse a las películas que está en camino a extinción, para mí fue una posibilidad en un mundo en dónde no existía el internet ni nada por el estilo, de acercarme a las películas que transformaron por completo de mi vida. Lo digo con todas sus letras, me dedico tal cual al cine gracias a que un día fui a ver Teorema (Italia,1968, dirigida por Pier Paolo Pasolini) al cineclub del Centro Universitario Cultural, en Copilco al lado de la UNAM; La otra (1946) de Roberto Gavaldón en la sala Fósforo de la UNAM o vi Él (1953) de Luis Buñuel, en el cineclub de la Universidad Obrera en el centro de la Ciudad de México. En fin, yo corría de un lugar a otro, al Politécnico, al INEP Acatlán, a ver películas porque tenía una necesidad absoluta de acercarme al fenómeno cinematográfico, pero también, como de vivir esas experiencias tremendas que significaban las películas, era un abrir mi mente por completo, un despertar hacia el mundo que marcó mi quehacer profesional; por otro lado, encontré la posibilidad de conocer gente igual de fanática que yo. Tengo recuerdos imborrables de, por ejemplo, ver Berlin Alexanderplatz (1980) que es una película de 12 horas que dirigió Werner Fassbinder, fue toda una noche verla completa, o La segunda patria de Edgar Reitz, que dura 18 horas, pasaban 3 horas diarias en el cine del IFAL, Instituto Francés de América Latina. Entonces gracias a eso me sigo dedicando al cine, todas estas películas y muchas más, me formaron, la decisión de ir voluntariamente a un espacio como el cineclub a compartir tu tiempo, ver una película con otras personas, me parece en sí mismo una experiencia fantástica.

JA: En la actualidad el mudo del cine es muy diferente del de hace unas décadas, dinos, ¿cómo resistir a la presión de la industria de medios especialmente cuando la escena profesional no se ajusta a esos principios éticos, me refiero a darle voz a grupos vulnerables o hablar temas de crítica social?

RF: He tratado a lo largo de los casi 30 años que llevo dedicándome a esto, de jamás trabajar en un proyecto en el que me pueda avergonzar, que no esté de acuerdo ideológicamente o emocionalmente en ese momento. Eventualmente, he tomado decisiones erróneas respecto a proyectos, pero no hay ninguno del que me sienta avergonzado. En este país, en esta industria en particular, puede ser difícil, pero también me ha llevado por un camino de autogestión, de no esperar el apoyo público o privado, sino que tratar de encontrar como otro tipo de esquemas de producción que me permitan seguir desarrollando mi trabajo. También entendí que el cine es mucho más que filmar películas, el cine es también hablar de películas, en el cine también es escribir sobre películas. Hay temporadas de mi vida que me he dedicado a la investigación, como este año que me enfoque más a la investigación en torno al cine mexicano que en la producción, y me satisfacen de la misma manera, son igualmente fascinantes. El cine es más que solamente realizarlo, es un fenómeno que incluye al espectador, al crítico, al historiador; incluye a mucha gente aparentemente pasiva, pero que sin embargo interactúa, reacciona en relación a las películas. Ese camino de la autogestión ha sido muy importante para producir, pero también para poder teorizar sobre ellas.

Muchos de los proyectos de Fiesco se han realizado con presupuestos reducidos, lo que lo ha forzado a ser extremadamente ingenioso con los recursos disponibles, su ingenio no se limita, se enfoca en maximizar la creatividad en cada decisión, desde el guion hasta la edición final, asegurando la calidad en todos sus trabajos.

La escuela de Fiesco

Me llena de orgullo, el ver a gente creciendo, decir: esta persona empezó trabajando conmigo. Este trabajo es un poco de descubridor de talentos, pero no solo es descubrirlos, sino también pulirlos, tratar de que aprendan más de lo que la escuela o la vida les dejó para que se conviertan en grandes profesionistas. Esta es una forma de comunicar visiones de cómo uno piensa el oficio y esta visión se va traspasando como una cadenita de generación en generación, que esto no es un conocimiento inventado, es una tradición de por lo menos a través de mí, de 5 o 6 generaciones de cineastas, es cómo una cadena genealógica de conocimiento.

JA: Vamos a situar al cineasta en este papel de formador, ¿cómo plantearías tu propia pedagogía del cine para forjar esta conciencia social de las nuevas generaciones? imaginando la escuela de Fiesco (para esta parte de la entrevista, logro sacarle una carcajada al productor).

RF: Es una escuela donde suele haber preguntas, donde no hay respuestas, tratar de pensar que hay solamente un camino de formación, un camino que seguir, una manera correcta de poner la cámara me parece que sería absolutamente erróneo, en la medida en que uno se cuestiona está el aprendizaje futuro. A mí me pasa que permanentemente me cuestiono por qué me dedico a esto, y casi todos los días tengo la respuesta, que es porque me apasiona. Todos los días son preguntas, y si dejas de pensar que cada película es una experiencia de aprendizaje, me parece que ya se perdió por qué estabas ahí. Yo trato de recuperar siempre el candor de la inexperiencia y la ignorancia de los primeros cortos que hice, eso me llevaba de pronto a descubrir cosas, que fueron sumándose, y le permite a uno tener una bolsa de trucos, tratar de llenarla todo el tiempo, esa escuela sería, una donde solo hay preguntas.

Entre su listado personal de directores de cine, esos que han marcado su visión profesional, Roberto nos cuenta que no hay nadie que haya filmado mejor en la vida con un conocimiento formal tan absoluto y una conciencia social brutal que Fassbinder, cineasta alemán; Pasolini, Vittorio De Sica y muchos otros cineastas italianos que detonaron el neorealismo, son entrañables para él, así como François Truffaut, uno de los principales representantes de la teoría del cine de autor y del movimiento llamado La nouvelle vague. En cuanto a los cineastas mexicanos tenemos a: Ismael Rodríguez el gran constructor del mito de Pedro Infante, Roberto Gavaldón destacado por la estética noire del cine mexicano y Emilio Fernández, por mencionar a los que se le vinieron a su memoria.

Morelos idóneo para grabar el cortometraje “O”

Para finalizar la intervención, Roberto Fiesco nos adelanta información del trabajo más reciente que producirá:

JA: Cuéntanos sobre el corto en que van a hacer aquí en Morelos

RF: Es un cortometraje que dirige Giovanna Zacarías que además actriz es directora, se llama “O”. Ganó el Concurso Nacional de Proyectos de cortometraje con trayectoria del Instituto mexicano de cinematografía (IMCINE). Se va a realizar aquí cerca del pueblo de Chiconcuac en Morelos, estamos ahorita justo en la preparación del proyecto. Empezamos la filmación en octubre y tendría que estar listo para mediados del próximo año.

JA: ¿en dónde podremos verlo?

RF:Los cortos siempre son difíciles de exhibir, pero el corto anterior de Giovanna Ramona, dónde debutó como directora, ganó el Ariel, ganó el Festival de Cine de Morelia, estuvo de gira por toda Europa gracias a la Academia Francesa, entonces digamos que es un corto tuvo mucha difusión; se utilizó incluso en libros de texto de la SEP. Lo realizamos con Columba Domínguez estrella de la Época de Oro del cine mexicano que fue pareja Emilio (El indio) Fernández. Este corto que habla sobre la óptica de un niño entorno a la violencia estructural que se vive en el campo mexicano, y las condiciones climáticas, geográficas de Morelos son ideales. Parte del corto se desarrolla en un río y en un paraje más o menos selvático, entonces digamos escogimos Morelos por este sentido, no por nada en particular socialmente, la historia que contamos en el corto, consideramos es universal, que ocurre en muchas partes del país.

Un hombre con un micrófono

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Fotos: Alan Verdejo Cruz