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¿Zapata vive?

El máximo líder campesino de nuestra revolución mexicana defendió los principios de justicia social, libertad, igualdad, democracia social y respeto a las comunidades originarias. “Tierra y Libertad” sintetiza su propuesta. A más de un siglo de su nacimiento, ¿qué tanto se ha hecho realidad su bandera?

Iniciará próximamente un nuevo gobierno estatal, el cual deberá divulgar cuál es el uso y propiedad de la tierra actual en los diversos municipios. Hay que saber qué producimos, y quién se beneficia de ello. Eso incluye conocer, a la luz del pensamiento rebelde de Emiliano Zapata, la situación que guardan los ingenios de Casasano La Abeja ubicado en Cuautla, y el Corporativo azucarero Emiliano Zapata en Zacatepec.

Vicente Arredondo Ramírez

Amador Ortega. Zapata no murió, lo estamos matando.


 

No se le hace justicia a un hombre que transformó un país

Hace muchos años, el aniversario del nacimiento de Emiliano Zapata era un evento celebrado a todo lo grande por los gobiernos priistas. A Anenecuilco llegaban desde días antes del 8 de agosto, manadas de trabajadores que barrían el pueblo, pintaban fachadas, quitaban basureros, construían un inmenso presídium a todo lujo y armaban tribunas, colocaban equipo de sonido con enormes bocinas, preparando la escenografía para el grandilocuente acto, que era la visita presidencial. Llegaba también el temido Estado Mayor Presidencial, que tomaba por asalto Anenecuilco y lo ponía prácticamente en estado de sitio.

Al mismo tiempo la que fue poderosa Confederación Nacional Campesina (CNC), alistaba los miles de acarreados que llevaría a la ceremonia, las mantas alusivas, viseras, sombreros y pancartas. Llegaba el día y desde temprano en la mañana llegaban los acarreados, desplegaban sus mantas, se colocaban las porras. Empezaban a llegar los invitados, primero los de mas baja categoría, en las sillas frente al presídium, luego los de medio pelo, algunos en el presídium y quedaban las sillas vacías, había rebatinga por que llegaban diputados, senadores, gobernadores, secretarios de estado que llegaban con la comitiva del presidente en turno y con el gobernador y dos o tres de sus funcionarios.

Comenzado el acto las multitudes, bien amaestradas, empezaban con las porras, pero no para Emiliano Zapata, no, para el presidente, ya fuera este Echeverria, Zedillo, Salinas, los que sostenían las mantas las alzaban frenéticamente con textos agradeciendo al presidente de la Republica por su labor en favor del campo. Luego venían los discursos, los de cajón, es decir un pequeño párrafo dedicado a Emiliano Zapata, para inmediatamente después deshacerse en loas y elogios al presidente en turno, finalmente hablaba el presidente que iniciaba con un breve párrafo acerca de Zapata y luego se aventaba un interminable rollo auto alabándose de todo los que había hecho en favor del campo mexicano… Mientras tanto abajo, entre la multitud nadie lo pelaba porque, al ser el último en hablar, los acarreados ya estaban aburridos, cansados y hambrientos por lo que estaban más ocupados en la rebatinga por los lonches, los boings, los 100 pesos y asoleados, desmañanados y exhaustos lo único que querían era regresar a sus casas. Todo esto lo viví tantas veces…

Hoy ya no ocurre esto, vemos que, por ejemplo, a los gobiernos panistas nunca les importó Zapata, a los del PRD casi nada y estos últimos seis años en Morelos, a un gobernador que nunca le importó Morelos y que probablemente nunca supo lo que es el Plan de Ayala, nunca le interesó.

El enorme valor de lo que significó Emiliano Zapata en Mexico y en el mundo, por haber sido uno de los primeros en encabezar una lucha agraria con su Plan de Ayala, pasó de ser un instrumento usado por la demagogia priista, el desinterés panista y la ignorancia del régimen actual en la entidad a ser una celebración menor. Es decir de una ceremonia faraónica donde el presidente en turno era el faraón, a una ceremonia de poca monta, donde no se le hace justicia a un hombre que transformó un país, sino que creo una ideología agraria que aun vive, por que mientras haya un campesino pobre y explotado en el mundo, Emiliano Zapata y el Plan de Ayala seguirán vigentes.

Paco Guerrero

Alberto Gironella. Zapata con marcas de ganado


Morelos, Zapata e Illich. La tradición política del radicalismo humanista mexicano

Erich Fromm identificó a partir de fuentes griegas y hebreas, una tradición política que parte de la antigüedad de los tiempos bíblicos hasta nuestros días. A esa tradición la llama: radicalismo humanista. Esta tradición política no representa una teoría acabada, tampoco es una ideología que hay que aprender y recitar. La postura del radicalismo humanista es política y moral. Fromm la resume en su introducción al libro Alternativas de Iván Illich, en tres puntos: 1. Es una actitud, 2. Es una aptitud y 3. Es una fe poética, política y moral.

Ser humanista radical es una actitud comprometida y disruptiva ante la vida como la tuvieron Morelos, Zapata e Illich. Es una aptitud para ser y obrar en el mundo según sus legados históricos nos revelan. Es también una fe poética y política para servir a nuestros prójimos. Ser humanista radical es una actitud moral ante el mundo y sus circunstancias. También es una aptitud política para con el mundo y nuestros semejantes. El radicalismo humanista es un decir que es una forma de hacer. También es un hacer que es una forma de decir. Al sostener el radicalismo humanista como una convicción profunda que apunta hacia la fe, se revela su fundamental y compleja naturaleza. La forma de decir de Morelos y de Zapata era el hacer. La forma de hacer de Illich era el decir. Los tres hacían y decían al actuar como humanistas radicales.

Morelos, Zapata e Illich fueron humanistas radicales oanarquistas” en el sentido que el anarquismo moderno es una continuación del republicanismo humanista de los tiempos anteriores a la modernidad. Giordano Bruno, Tomás Moro, Erasmo, Galileo, o Vico, son elocuentes ejemplos. En el siglo XVIII encontramos en Rousseau, Godwin y otros los primeros brotes de lo que en la actualidad llamamos anarquismo. Uno de cuyos afluentes, hemos delineado previamente pues tiene una doble vertiente, por un lado violenta como en Morelos y Zapata. O bien, en una vertiente pacífica como corresponde a Illich.

Morelos, Zapata e Illich son notables eslabones del radicalismo humanista que viene desde Lao Tse y Jesucristo, hasta: La Boétie, Kropotkin, Tolstoi y Gandhi. En 1994, hace 30 años este 2024, el EZLN puso al día en la práctica política de comunidades indígenas el radicalismo humanista intercultural zapatista.

Braulio Hornedo

Raúl Anguiano. Retrato de Zapata.


Zapata en Turquía

Marmaris, puerto de Turquía a orillas del mar Egeo, es un importante destino turístico de la región. Ahí llegamos a alojarnos por un día. En su restorán trabaja Hamat, mesero que apenas supo que éramos mexicanos, nos empezó a recitar la lista de héroes de estos rumbos, entre ellos Simón Bolívar, Emiliano Zapata, y por supuesto, el subcomandante Marcos.

Él comenta que desde la secundaria incluían en sus lecturas, contenidos sobre estos héroes y que está al tanto de nuestros países por una sólida razón: “ustedes se parecen a nosotros, sus países viven dificultades y hay pobreza en ellos”. Emiliano Zapata es su héroe preferido.

Miguel A. Izquierdo

Diego Rivera. Retrato de Zapata


Zapata y la Comuna de Morelos

En el Cuartel del Ejército Libertador del Sur en Cuernavaca se instaló el primer gobierno campesino en 1914: La Comuna de Morelos. Luego de la toma de la Ciudad de México por las tropas villistas y zapatistas regresaron a sus pueblos para ejercer la democracia directa.

Antes de terminar agosto, en el aniversario del natalicio de Zapata, recordaremos en México el inicio de la insurrección de los pueblos campesinos e indígenas que derrocaron una dictadura porfirista que dio paso a un nuevo régimen. Una revolución interrumpida. Sobre la que podemos sacar conclusiones históricas, sin idealizar, ni minimizar. Esa que unió en un instante fugaz las luchas de los pueblos, como lo reflejó la carta de Zapata dirigida a la revolución rusa: llegará el día en que se unan las manos callosas del obrero y del campesino, para construir una nueva sociedad libre de explotación.

Que la memoria histórica se levante desde el zurco para dignificar las luchas indígenas y campesinas con el legado de Zapata.

José Martínez Cruz

Abelardo Favela. Zapata en Jiutepec


Emiliano Zapata hoy

H. Alexander Mejía García[1]*

8 de agosto de 1879, hace exactamente 145 años, en el pequeño pueblo de Anenecuiclo nacía un niño que sin saberlo en ese momento sus padres, estaba convocado a ser uno de los agentes que darían forma al siglo XX mexicano, el movimiento y la lucha encabezada que junto con otros hombres y mujeres encabezaron, nos permiten entender parte de nuestra realidad. Hoy más que recordar el nacimiento de un personaje de esa rígida historia de bronce de México, nacido en el cada vez más lejano siglo XIX, vale la pena recordar al Emiliano Zapata de carne y hueso, reivindicar sus luchas, recuperarlo para los pueblos y las cusas populares, porque las luchas por las que dio su vida en muchos casos siguen siendo las nuestras.

Esa lucha representaba en palabras del propio Emiliano Zapata algo más importante que ellos mismos:

“En esta gran pugna de los muchos contra los pocos, de los hombres trabajadores contra los amos holgazanes es formidable el empuje de los oprimidos cuando se deciden a hacerse justicia. Hay que conquistar la tierra para todos…, arrancándola de las garras de los poderosos. Cuando esto se haya logrado, cuando el campesino pueda gritar: ‘Soy hombre libre, no tengo amos, no dependo de nadie más que de mi trabajo’ entonces diremos los revolucionarios que nuestra misión ha concluido; entonces podrá afirmarse que todos los mexicanos tienen Patria; entonces será grande el pueblo, poderosa y respetada la república. Emiliano Zapata, General en jefe, Tlaltizapán, 29 de mayo de 1916.”

Mario Guzmán. Zapata en Rojo.


  1. * Historiador