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Este sábado se cumplieron 304 años desde que Doña Agustina Andrade, movida por la curiosidad que le causaba oír los cantos, percibir el aroma a flores y ver una pequeña luz que salía de un baúl abandonado en su casa de huéspedes por dos jóvenes, decidió abrirlo para encontrar la resplandeciente figura de la Virgen de los Milagros.

Los jóvenes (que la leyenda describe como de aspecto angelical, llegaron a Tlaltenango provenientes de Acapulco, hacia mayo de 1720, unas semanas después partieron encargando a su hostelera, Doña Agustina, que les cuidara el arcón.

La mujer vivió muchos días intrigada por el aroma, el sonido y la lucecilla que provenían del cofre aquél y acudió con Fray Pedro de Aranda a la parroquia de El Calvario para pedir consejo y ayuda. El párroco acudió a la casa de huéspedes junto con el alcalde de Cuernavaca y pidieron que se abriera el baúl.

Ahí encontraron a la Virgen de los Milagros el 30 de agosto de 1720.

Entonces la llevaron a la parroquia de El Calvario y ahí le realizaron un novenario que concluyó el 8 de septiembre. De ahí las fechas para la Feria que inicia cada año la noche del 30 de agosto y concluye el 9 de septiembre.