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Elsa Castorela Castro, periodista y radialista con una trayectoria de más de 40 años, ha centrado su labor en dar voz a quienes a menudo quedan excluidos de los medios convencionales. Su experiencia la llevó a crear su proyecto más ambicioso: Campo-Ciudad Radio Comunitaria, que desde el pasado 25 de febrero está al aire a través de la frecuencia XHSCCS 101.1 FM, un espacio dedicado a fortalecer la identidad de las comunidades y promover la difusión de sus historias, problemáticas y logros, pero con su propia voz.

Raíces y Movimiento

Elsa nació el 28 de octubre de 1956 en Veracruz, hija de Bertoldo Castorela Molina y Selma Castro Serrano. Desde pequeña, su vida estuvo marcada por el movimiento, ya que sus padres la llevaron, junto a sus hermanos, a vivir en diferentes lugares. En la tierra de sus padres, en Guerrero, Elsa pasó su primera infancia en el paraje de El Rincón, en Acapetlahuaya, donde las condiciones para estudiar eran limitadas. Fue allí, en medio de la naturaleza y la ausencia de escuelas formales, donde aprendió a leer y escribir con la ayuda de sus hermanos mayores. En su recuerdo permanece el silabario de su hermana, que fue su primera herramienta para acceder al conocimiento.

Elsa Castorella en la Hora Nacional. Foto: Cortesía

En busca de mejores oportunidades, la familia se trasladó a Cuernavaca en 1967, donde Elsa comenzó a asistir a la escuela. Aunque la educación formal en su niñez fue intermitente, fue allí donde sus primeros años marcaron el comienzo de su historia académica.

Formación académica tenía un rumbo

A pesar de las constantes mudanzas, Elsa nunca dejó de luchar por su educación. En Cuernavaca, su formación académica continuó, y a lo largo de su adolescencia asistió a diversas escuelas: la Escuela Niños Héroes de 1847, el Instituto México y la Escuela Loyola Ignacio de Loyola, entre otras. Estos cambios no fueron fáciles, pero la determinación de Elsa la llevó a completar la preparatoria y a inscribirse en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1975, donde se dedicó al estudio de Periodismo y Comunicación Colectiva, completando todos los créditos de la carrera.

Su camino académico también incluyó la maestría en Desarrollo Rural en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, lo que reflejaba su creciente interés por las cuestiones sociales y el desarrollo de las comunidades rurales. Para Elsa, la educación fue más que la obtención de títulos; era una herramienta para dar forma a su identidad y comprender el mundo que la rodeaba.

De la docencia a los medios

Elsa comenzó su carrera profesional en 1979, dando clases en una escuela de Trabajo Social en el Estado de México, aunque pronto descubrió que su verdadera pasión estaba en los medios de comunicación. Realizó prácticas en una radio comercial, lo que le permitió acercarse a su sueño de trabajar en este ámbito. En los años 80, comenzó a colaborar con Televisión Rural de México (TRM), promoviendo el acceso a la programación en comunidades rurales de Morelos.

Castroella ya en Campo-Ciudad. Foto: Cortesía

Aunque la docencia fue su primer empleo formal, Elsa encontró en los medios el espacio para desarrollar su vocación. En sus años iniciales, también trabajó en la creación de programas de radio y se dedicó al desarrollo de contenido cultural. Fue junto a Efraín Ernesto Pacheco en un área de Cultura e Investigaciones Históricas donde Elsa comenzó a proponer y desarrollar programas de radio, explorando el potencial de los medios para difundir la cultura. En ese período, también comenzó a colaborar con Laura Ortega en la creación de los primeros programas de radio en la región, en lo que consideraban un «ensayo» dentro de la radio pública.

Más tarde, su vida la llevó a Mérida, Yucatán, donde trabajó en el Diario del Sureste antes de regresar a Morelos con la idea de estudiar radio en Italia. Aunque no logró concretar la beca, esa experiencia inicial le permitió cimentar su carrera en los medios, siempre orientada a utilizar las plataformas de comunicación para fortalecer la identidad y la cultura local.

De la radio a la consolidación

Elsa nunca pensó que su destino profesional la llevaría a la radio, pero la vida tenía otros planes. Después de una experiencia que la marcó profundamente en Mérida, decidió quedarse en Morelos, una tierra que, aunque desconocida al principio, se convertiría en el escenario de su crecimiento y su carrera.

“Una amiga, con quien había trabajado y que había sido mi jefa, me dijo que podía ir a trabajar en Stereo Mundo. Pensé, ‘es mi oportunidad para hacer radio’”, recuerda Elsa, quien, aunque no tenía la beca que deseaba, optó por quedarse y seguir su pasión. Sin embargo, el destino le tenía preparada una sorpresa: en lugar de hacer radio, le tocó la edición de un periódico con el mismo nombre, Línea Caliente.

Pero Elsa, siempre dispuesta a aprender, no se dejó desmotivar. Apenas seis meses después de comenzar, y ante la ausencia inesperada de todos los compañeros de la redacción, ella tomó las riendas del noticiario. “Me dijeron: ‘Elsa, tienes que pasar el noticiario. Son tantas notas y tienes cinco minutos para leerlas’”, dice, mostrando una determinación que pronto la catapultó al mundo de la radio. En esos momentos de incertidumbre, Elsa supo que la oportunidad para hacer radio finalmente había llegado.

A partir de ese momento, su carrera despegó. Elsa no solo pasó a ser parte de la redacción de Stereo Mundo, sino que también asumió cargos de responsabilidad como jefa de información, incluso en condiciones difíciles y con poco apoyo. Su disciplina y compromiso la llevaron a ser una de las pocas mujeres en un entorno dominado por hombres, lo que para ella significaba un reto adicional. “Si hoy hablamos del patriarcado, imagina en aquella época”, reflexiona, al recordar cómo, aunque las oportunidades eran escasas para las mujeres en los medios, ella logró sobresalir.

Durante esos años, su influencia fue creciendo, gracias a su meticulosidad y su capacidad para mantenerse actualizada. “Siempre estaba al día con los periódicos y los cables de noticias, me quedaba tarde revisando las novedades. Siempre buscaba la otra nota, la que no era solo un seguimiento”, explica. Y así, poco a poco, fue ganando el respeto de sus compañeros, no solo por su capacidad, sino por su liderazgo.

Un giro en su carrera

El giro clave en su carrera ocurrió en 1991, cuando asumió el desafío de combinar su amor por el periodismo con la producción y conducción de programas de radio. Fue en ese mismo año cuando entró al Sistema Morelense de Radio y Televisión (IMRyT), lo que le permitió explotar la televisión y arrancar con Diálogos Campesinos y, más adelante, con Campo Ciudad, programas que se convirtieron en espacios donde Elsa abordaba temas cruciales para la región, tales como la crisis agrícola, la contaminación y la salud pública. Fue en estos programas donde comenzó a consolidar su propuesta y a fortalecer su estilo de comunicación.

“En esa época, estaba viviendo una gran transformación tanto a nivel personal como profesional. Mi perspectiva cambió completamente, ya no solo era reportera; mi enfoque también abarcaba la producción y la conducción de radio. En esos años, todo era nuevo y un desafío constante. De alguna manera, tenía que adaptarme a las nuevas exigencias, y más aún, con el deseo de continuar desarrollando mi carrera para ser una periodista más completa», explica Elsa con determinación.

Con Irene Camacho, integrante del colectivo Regresando a Casa-Morelos. Foto: Cortesía

Elsa fue asignada a cubrir temas del campo, una fuente que muchos consideraban poco atractiva, pero que, como ella recuerda, representó una oportunidad que no desaprovechó. “Me ‘castigaron’ por algo que hicimos, pero yo lideré esa situación. A pesar de las dificultades, logré destacar, porque, aunque era una fuente difícil, me permitió profundizar en temas que me apasionaban», relata Elsa.

En ese momento, Elsa empezó a vislumbrar la necesidad de tener una mayor preparación académica, por lo que decidió inscribirse en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) para realizar la maestría en Desarrollo Rural.

Esta decisión marcó un antes y un después, pues no solo le permitió profundizar en su conocimiento sobre el contexto rural y social del estado, sino que también le otorgó el reconocimiento como una periodista preparada y comprometida con su labor.

¿Por qué Campo-Ciudad?

El concepto de campo-ciudad surge en medio de una crisis agrícola. La prohibición del cultivo de hortalizas debido a una epidemia de cólera afectó gravemente la economía de municipios como Cuernavaca, Temixco, Jiutepec, Xochitepec y Emiliano Zapata, que dependían de la siembra de arroz, maíz y sorgo.

Paralelamente, la expansión urbana y la industrialización en Jiutepec, especialmente en Civac, junto con la contaminación de las barrancas, transformaron la relación entre el campo y la ciudad. A partir de estas problemáticas, nació Campo-Ciudad, un programa que abordó temas como derechos humanos, medicina tradicional, mexicanidad y movimientos sociales.

Pionera en la producción independiente: un sello personal

Elsa también fue pionera en otro aspecto de su carrera: la producción independiente. Fue la primera productora en lo que hoy conocemos como el Instituto Morelense de Radio y Televisión (IMRyT), un logro que consolidó su nombre en los medios locales. En esa etapa, la producción de contenido no solo era una tarea, sino un desafío que Elsa enfrentó con una ética de trabajo imparable. “Producía diez notas diarias para radio, y de una sola entrevista podía sacar varias piezas. Teníamos que estar constantemente generando contenido. Era un trabajo muy exigente, pero me enseñó a manejar la presión y a encontrar siempre la forma de ofrecer un producto de calidad», afirma Elsa.

Los primeros pasos hacia la radio comunitaria

Todo comenzó en 1992, cuando Elsa participó en la Quinta Asamblea Internacional de Radios Comunitarias, donde nació la Asociación Mundial de Radios Comunitarias en su capítulo México. Desde entonces, tuvo claro que quería una radio que no se dejara llevar por los intereses comerciales, sino que reflejara las inquietudes reales de las comunidades. Quería que, a través de la programación, la gente pudiera hablar de sus necesidades y aspiraciones sin intermediarios.

En 2014, su hijo Renato, compartiendo la misma pasión, creó una plataforma digital para la radio comunitaria. Un año después, juntos empezaron a trabajar en Campo Ciudad Radio Comunitaria. Sin embargo, la vida les tenía preparada una dura prueba: en 2015, Renato falleció inesperadamente, dejando a Elsa con el corazón roto y un proyecto a medias. Pero en lugar de rendirse, encontró apoyo en los amigos y compañeros de Renato, así como en la comunidad. Gracias a ellos, lograron transmitir entre septiembre y diciembre de 2017.

La radio comunitaria: un espacio de resistencia

Elsa ha enfrentado la indiferencia y el desinterés de las autoridades. En una ocasión, le pidió apoyo a un funcionario de alto nivel y la respuesta fue decepcionante: “Prefiero seguir vendiendo despensas, porque eso sí ayuda a la gente”, le respondió. Pero ni ese rechazo la desanimó. Confiando en su comunidad, siguió adelante con rifas, mercaditos comunitarios y donaciones para mantener a flote la radio.

“Esta experiencia me ha enseñado que la comunidad es lo más importante. Nos ha dado todo: recursos, tiempo y, sobre todo, apoyo incondicional”, cuenta Elsa. En Tetela del Monte y otras zonas cercanas, la gente ha sido el pilar de Campo Ciudad Radio.

Un futuro con más proyectos y retos

Hoy, Campo Ciudad Radio transmite en el 101.1 FM con 500 watts de potencia, suficiente para llegar a Cuernavaca, Jiutepec, Emiliano Zapata, Temixco y Xochitepec. Aunque aún falta el reconocimiento oficial, Elsa confía en que pronto llegará y, con él, más apoyo para seguir creciendo.

Además de la radio, ha impulsado proyectos de autogestión como la venta de productos artesanales y separadores de radio, buscando generar ingresos sin depender de subsidios. “Lo hemos logrado con el esfuerzo de todas y todos. La radio comunitaria no puede depender del gobierno, sino de la comunidad que la sostiene”, dice con determinación.

Para Elsa Castorela Castro, la radio es más que un micrófono y una antena. “Es un espacio de empoderamiento, un lugar donde la comunidad se encuentra y se escucha”. A pesar de los obstáculos, sigue adelante con la certeza de que la radio comunitaria es una herramienta de transformación y resistencia.

La radio como voz de la comunidad

Para muchas personas, la radio es solo un medio de comunicación, pero para Elsa, que ha impulsado Campo-Ciudad, es mucho más que eso: es un espacio de participación, un punto de encuentro y un reflejo de la realidad comunitaria.

“Se suele decir ‘le damos voz a los sin voz’ o ‘somos intermediarios’, pero no es así. La radio comunitaria no es un intermediario, sino un lugar donde la comunidad habla directamente”, enfatiza la impulsora del proyecto.

Campo Ciudad nació como respuesta a la crisis agrícola y a la transformación del entorno en Cuernavaca, Temixco, Jiutepec, Xochitepec y Emiliano Zapata. Con el tiempo, se convirtió en un referente para hablar de economía local, movimientos sociales y cultura.

“Aquí, cuando prohibieron cultivos como el maíz, las hortalizas, el sorgo y el arroz, la comunidad no se quedó de brazos cruzados y encontró en el viverismo una nueva forma de subsistir”, explica Elsa.

Desde su inicio, la radio ha sido incluyente. “Cualquier persona de estos cinco municipios que quiera producir un programa puede hacerlo”, afirma con convicción.

Actualmente, transmiten programas previamente producidos para la web y contenidos de otras radios comunitarias del país, gracias a su integración en la Red de Radios Comunitarias de México.

Un camino con obstáculos

El camino no ha sido fácil. “Aún nos falta personal, todo el trabajo es voluntario”, comenta Elsa. A pesar de los retos económicos y técnicos, han logrado consolidar una transmisión estable y mantener un espacio físico sin costos de renta.

El apoyo comunitario ha sido clave. “Siempre hay gente dispuesta a ayudar. Zared Orea nos da su voz, Rocío Suárez y Raúl Silva colaboran, y muchas personas están diseñando y alimentando la programación”, cuenta con gratitud.

Además, músicos locales han cedido contenido, asegurando que la programación esté libre de música comercial y sin mensajes de violencia, especialmente contra las mujeres.

La solidaridad como motor

Para seguir adelante, buscan más apoyo y colaboración. “Pueden sumarse a nuestras campañas de recaudación”, invita Elsa.

También han abierto un espacio en redes sociales bajo el nombre ‘Campo y en medio Ciudad’ en Facebook, aunque aún están afinando su presencia digital.

El camino ha sido largo y lleno de desafíos. “Nuestro presupuesto inicial era de 400 mil pesos, y parecía imposible salir al aire con esa cantidad. Incluso temíamos perder la concesión. Pero logramos reducir los costos a una cuarta parte, gracias al apoyo de la comunidad, la familia y todas y todos los que han hecho esto posible”, relata.

A pesar de todo, el proyecto sigue avanzando con paso firme. “Estoy segura de que en un futuro muy cercano seremos un referente”, dice Elsa con confianza. Campo Ciudad no solo es una radio comunitaria, sino la prueba de que la comunidad unida puede lograrlo todo.

Estrella Pedroza