
Enrique Balp y Daniel Martínez Castellanos
Fotos: La Jornada Morelos

En Morelos la Iglesia Católica fue perseguida y luego ignorada por las administraciones de Graco Ramírez Garrido Abreu y Cuauhtémoc Blanco Bravo; una de cada diez parroquias (hay 115 en el estado) padece extorsión del crimen organizado; pero eso no mina sus esfuerzos para participar en la construcción de la paz, en anunciar su doctrina con alegría, prepararse para el futuro, abrir sus puertas sin excluir a nadie y seguir denunciando la corrupción y la descomposición social, de valores y económica que padecen el país y el estado, tareas que realiza con una esperanza renovada y diálogo hasta con los gobiernos.
El presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y obispo de la Diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, recibe a La Jornada Morelos en la oficina donde hay una larga mesa para charlar. En las paredes, las imágenes de otros obispos y en el cuarto adyacente una de las más grandes y cuidadas bibliotecas en el estado. En la charla hablamos de política, construcción de la paz, aborto, reconciliación y, sobre todo, de esperanza.
La tarea del presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano
Monseñor Castro Castro reitera que su elección como presidente de la CEM fue una sorpresa, aunque ya había sido el responsable de la dimensión de Paz y Justicia, luego tesorero, posteriormente secretario general “y ahora viene esta sorpresa que es la presidencia de la Conferencia episcopal. Ante todo, es un servicio. Nosotros siempre tenemos en la mente y en el corazón que todo es un ministerio, es decir, es un servicio a los demás. Y es una gran responsabilidad porque tengo la enorme realidad y desafío de ser en la historia uno de esos presidentes de la Conferencia Episcopal que tiene como objetivo acompañar a sus hermanos y de alguna manera proponer algunas guías, algunas propuestas pastorales”.

No se trata de abrir todos los caminos “yo recibo una herencia de los presidentes anteriores, particularmente lo que llamamos el Proyecto Global de Pastoral, PGP, que fue algo que el Papa nos pidió cuando vino a México hace siete años y nos dijo ‘obispos, quiero de ustedes un plan pastoral para todo el país que sepa responder a la realidad que estamos viviendo’. Y ese plan se realizó en dos años, con tres características ver, juzgar y actuar”.
Ese Proyecto Global de Pastoral es la responsabilidad central del obispo de Cuernavaca, pero también “sacar adelante un reto histórico que tenemos en el 2031 y en el 2033, 2031 a los 500 años de la aparición de la Virgen de Guadalupe, que para nosotros es fundamental, y el 2033 que son los 2000 años de la redención, de la muerte de Cristo. Eso no puede pasar desapercibido, tiene que reflejarse en nuestros trabajos pastorales. Entonces recibo esta herencia”.
“El objetivo general es muy claro… ser una Iglesia sinodal, es lo que el Papa Francisco nos ha invitado a todos. Es una esencia misma de la Iglesia que el Papa ha venido a recordar y hacer más presente todavía. Una Iglesia que sabe escuchar, una Iglesia que sabe dialogar consigo mismo y con el mundo… Y hay un método espiritual sinodal en donde con la oración, en donde compartimos y en donde sacamos conclusiones que suponemos y estamos seguros viene del Espíritu Santo”, abunda.
“Y la otra dimensión, una iglesia profética, está dentro de nuestro objetivo general, ser verdaderamente una iglesia profética, que significa la iglesia que anuncia y que denuncia como Cristo. Cristo anunció la buena nueva, pero denunció el mal y eso es a lo que nosotros también nos dedicamos y es parte de la misión del presidente. Hay algunas ocasiones en que no se entiende por qué la Iglesia denuncia, porqué la Iglesia habla del mal y a veces lo confunden con meterse en política. No es así, es parte esencial de la Iglesia denunciar el mal, venga de donde venga… La injusticia es pecado, la falta de solidaridad es pecado, la corrupción es pecado. Entonces en ese sentido, cuando lo he vivido personalmente lo hago convencido de que es parte de mi misión y he sido acusado de ser un obispo que se mete en política, pero es porque no comprenden esta dimensión profética de la iglesia que es anunciar y eso es lo que tenemos como fundamento”, explica.

Un México descompuesto desde hace años
Y en este hablar de la realidad que se vive todos los días en México, Ramón Castro Castro tiene un diagnóstico “tenemos una descomposición en México que viene arrastrándose de años, no es una cuestión de los últimos años, no, desde ya tanto tiempo hay una descomposición social… educativa… económica… de valores, eso es lo que nosotros consideramos que es parte de esta realidad y jamás hemos ofendido nadie, ni hemos dicho un nombre, pero sí en esta parte de la dimensión de anunciar y denunciar”.
Y advierte, en esto coincide con todos los expertos, incluso en el gobierno: “no puede haber paz si no está fundamentada en la justicia y en la verdad. Con mentiras no se puede construir la paz. Entonces buscamos la verdad como fundamento, buscamos la justicia como fundamento para que haya paz, lo ha dicho siempre el magisterio de la Iglesia, desde todos los Papas del siglo XIX y XX, y ahora del XXI, sin justicia y sin verdad no se puede construir la paz”.
“Cuando uno piensa en esta impunidad terrible que vive México, en donde el 92 % es una cifra negra de casos criminales que no se denuncian, que queda el 8 % y (de esa proporción) sólo el cuatro o a veces el 3 % llega a ser sentenciado, reina la impunidad. Entonces muchos dicen vamos a hacer lo que queramos, que al fin y al cabo nadie, nadie va a hacer justicia. Cuando uno ve la corrupción del sistema judicial también y escucha tantas cosas, se llena uno de ánimo de trabajar y sabemos que esto trae consecuencias, como le trajo a Jesús que dijo la verdad, defendió la verdad y por esa verdad murió, entonces sabemos que hay consecuencias”, agrega.

Recuperar el diálogo con los gobiernos
Cuando Monseñor Castro Castro habla de los gobiernos con los que ha tratado en los últimos años plantea un definitivo antes y después. El sexenio pasado, por ejemplo, las puertas de la presidencia de la República estuvieron prácticamente cerradas: “Hubo al inicio una acusación muy seria y dolorosa, se nos llamó ‘apergollados de la oligarquía’ y que nunca habíamos denunciado y ahora estábamos denunciando. Entonces como secretaría general saqué a la luz 132 documentos que (evidencian) de 1968 a la fecha hemos siempre denunciado y hemos criticado falta de justicia y la falta de verdad. El régimen que haya sido desde el 68 para acá. Entonces ya durante la mayor parte del sexenio anterior no hubo, al final casi el señor presidente tuvimos el gusto de recibirlo, pero fue una mañanera más, simple y sencillamente”.
La relación mejoró sustancialmente con la llegada de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo: “ahora en este nuevo sexenio vislumbramos algo diferente. Porque vino (la presidenta), a visitarnos a todos los obispos en nuestra asamblea que fue la electiva, donde su servidor fue elegido presidente. Y ella estuvo en la mejor disposición de escucharnos y además de escucharnos, de respondernos libremente. Los obispos que quisieron hicieron sus preguntas, manifestaron sus angustias, sus problemas, eso no había sucedido en el sexenio pasado. Esto nos abrió un horizonte más amplio y nos llena de ánimo y de esperanza el saber que fuimos escuchados y que se nos respondió a cada uno de los problemas, dramas, situaciones conflictivas que viven nuestros hermanos obispos de Michoacán, de Jalisco, de Sinaloa, etcétera”.
Pero también hay un puente de diálogo: “precisamente a través de la secretaria de Gobernación con la señora Rosa Icela (Rodríguez Velázquez), y no solamente con ella, sino también con Clara Luz (Flores Carrales, directora de Asociaciones Religiosas en la misma secretaría). Hay una puerta que está abierta con ellas dos y eso nos permite respirar más tranquilamente… México necesita, ante los males y las enfermedades que tiene el país, dialogar y hacer sinergia cada quien, en su trinchera, sin violar la Constitución, con esa separación de iglesia y estado podemos, porque tenemos el mismo objetivo, el bien del pueblo, el bien común. Entonces creo que esto puede seguir profundizándose y trabajar juntos para beneficios sobre todo de los más pobres”.

En Morelos, perseguidos, ignorados y finalmente escuchados
En Morelos las cosas fueron bastante peores.
Algo de contexto, la administración de Graco Ramírez “persiguió” a sus críticos y opositores, les tocó a los partidos políticos, a medios de comunicación e intelectuales, a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y, por supuesto, a la Iglesia Católica. Cuando en el 2016 Cuauhtémoc Blanco asumió la alcaldía de Cuernavaca, también él fue denunciado y llevado a juicio político.
Monseñor Ramón Castro era, desde 2013, obispo de Cuernavaca, y recuerda la relación con Cuauhtémoc Blanco así: “hubo dos etapas: La primera, cuando era presidente de Cuernavaca hubo una mejor relación, hasta incluso le di asilo aquí en Catedral cuando hizo su huelga de hambre, que me costó mucho porque me regañaron de gobernación federal, me regañaron de la nunciatura, dijeron esto no es lo correcto, pero y yo me arriesgué porque nos sentíamos ambos perseguidos por el gobierno estatal de aquel momento”. Entonces, recuerda, hubo muchas reuniones, incluso marcharon juntos por la paz, justicia y dignidad: “había diálogo y el deseo de trabajar”.
“Una vez que fue electo gobernador no hubo más diálogo, no hubo más encuentros, no hubo una consecuencia, digamos, del primer momento. Yo respeto absolutamente decisiones y actitudes. Y aquí como es un centro espiritual, viene mucha gente a desahogarse. Escuché muchas cosas no gratas del señor Cuauhtémoc que a mí no me constan y que yo no las puedo decir porque yo no soy testigo, pero que escuché tantas cosas, pues las escuché, pero no las repito, no puedo repetirlas porque no me constan”, reconoce.
Incluso antes de que la gobernadora Margarita González Saravia asumiera el cargo, cuando aún era candidata, las cosas empezaron a cambiar: “vislumbro con mayor esperanza, porque veo que en el fondo de su corazón hay sinceridad, amor a Morelos, y eso a mí me llama mucho la atención. Tuve la oportunidad de recibirla cuando era candidata, tuvimos la oportunidad de que firmara el acuerdo de paz como candidata junto con las otras dos candidatas, y tuve también el gusto de recibirle ya una vez gobernadora, y platicamos de que ella tiene la intención de mejorar y de trabajar por la paz. Fue ahí el ofrecimiento que hicimos nosotros también, para conjuntar esfuerzos. Yo sé que es una mujer que tiene una historia, digamos, que no ha sido precisamente de una relación profunda con la iglesia y con la fe, pero podemos por el bien del pueblo, por el bien común, trabajar y en eso estamos”.
Y aunque “no ha habido últimamente encuentros”, Monseñor Castro tiene esperanza en que el estado mejore porque hay: “buenos deseos y mayor eficacia… ha sabido poner gente capaz”. Y expresa también la buena impresión que le ha dado el nuevo fiscal, Édgar Maldonado Ceballos.
Persiste el no al aborto en la Iglesia, hay alternativas
En las últimas décadas, la Iglesia Católica ha suavizado sus posiciones y modificado su visión sobre muchos temas, pero uno que se mantiene firme es el rechazo a la interrupción voluntaria del embarazo, al aborto. Sobre el asunto, que en Morelos se mantiene en debate por la dilación del Congreso del estado para despenalizar la práctica, el obispo advierte primero: “Ojalá desapareciera un prejuicio que ha causado daño: el prejuicio de pensar que la Iglesia está contra la mujer. De ninguna manera, absolutamente. Si ha habido una institución que ha defendido la mujer es la Iglesia”.
Recuerda que “últimamente el Papa Francisco ha tomado decisiones muy efectivas para reconocer precisamente la dignidad de la mujer. Se ha defendido siempre de que somos exactamente iguales hombres y mujeres. Eso siempre ha estado en el magisterio de la Iglesia, en el catecismo de la Iglesia. Y hay hechos muy concretos. Tenemos en el Vaticano una gobernadora, una mujer, una monja gobernadora. Tenemos en algunos dicasterios tribunales y oficios que asisten al Papa) también encargadas en cuestiones muy importantes. Desde hace tiempo en los dicasterios, y el Papa lo ha dicho, la mujer tiene el mismo papel y tenemos que darle el reconocimiento que se merece. Yo mismo, en diferentes ocasiones y en diferentes realidades públicas he defendido esa dignidad de la mujer”.
Pero la oposición al aborto, a lo que grupos feministas llaman la libertad de las mujeres de decidir sobre sus cuerpos, se mantiene firme: “nosotros acompañamos espiritualmente a muchas personas y a muchas mujeres, y muchas, muchas de ellas, después de ver abortado, uno ve el drama que viven y el arrepentimiento, porque no se imaginaron las consecuencias que iban a tener. La Iglesia ha defendido siempre la vida y la dignidad de cada ser humano. Para nosotros y también para muchos científicos, la vida comienza desde la concepción y termina hasta la muerte natural. Entonces, convencidos de que la vida, con la dignidad que implica una persona es desde la concepción, defendemos esa vida”.
Reconoce la existencia de delitos graves, como la violación: “que hay violadores, que hay gente que realmente comete ese tipo de crímenes, cierto, pero hay otras opciones, no solamente el eliminar a una persona, sino el tenerla y darla en adopción”.
Y asegura: “yo mismo, durante el inicio de mi ministerio, dos casos tuve, en donde una chica fue violada por un taxista y en donde otra fue violada por su propio hermano. Y yo les dije adelante, apenas tengan esos niños, yo me encargo de que tengan una familia y así tú no vas a tener el dolor de conciencia de haber asesinado, haber desaparecido alguien de tu propia sangre. Aquella que fue embarazada de su hermano me dijo, ‘pero es que puede nacer mal’. Tú no te preocupes, yo me encargo. Y de hecho soy padrino de uno de ellos, y ahora es un profesionista extraordinario, y el otro es un buen ciudadano también. Y ellas están tranquilas en su mente y en su corazón, y no vienen arrastrando ese dolor y esta pesadumbre”.
Cita a la madre Teresa de Calcuta: “no aborten, denme todos esos niños y yo los consigo un hogar. Entonces que no se cierren en su dolor o en su angustia. Puede haber otra opción. Y para eso estamos también nosotros, para ayudar”.
La Iglesia como constructora de paz en Morelos
Aunque la Iglesia Católica en México ha tenido una intención permanente por la paz en el país desde hace muchas décadas; los esfuerzos se intensificaron y reorganizaron a partir del asesinato de dos sacerdotes jesuitas en la comunidad de Cherocahui, en Chihuahua en el 2022. Hubo reuniones, primero entre jesuitas, después con superiores generales de los religiosos, los laicos, en las que se definió la urgencia de hacer más para construir la paz.
“Nace el movimiento por la paz, nace el deseo de hacer un análisis toda la realidad mexicana. En periodo cuestión de casi un año, veinte mil personas, de norte a sur, de este a oeste, nos reunimos, analizamos sinodalmente el dolor y la situación que están viviendo, y de ahí nace el Encuentro Nacional por la Paz. Y de allí, del Encuentro, nace la Agenda Nacional por la Paz. Y de esa agenda nace precisamente ese tipo de experiencias que son modelo para otras”, narra el obispo.
En Morelos, se emprendieron programas específicos, el más notorio en la colonia Antonio Barona de Cuernavaca, y otro en el poblado de Oaxtepec en el centro del estado: “Bien sabemos que la Barona es una realidad social compleja, difícil, violenta, y ahí se está probando, como se está probando en docenas de otras poblaciones en el país”.
Lo que se busca es demostrar que “sí se puede (lograr la paz). Es cuestión de disciplina, de entrega, de organización y de tiempo, porque es un proyecto, y los proyectos requieren tiempo y madurez. Entonces queremos proponer, porque hay líneas de acción que nacieron de la agenda de paz. Una de esas líneas de acción es reconstrucción del tejido social y de promover las buenas prácticas, así los llamamos. Como también hay policías honestos, honrados, que trabajan, pero que se les paga lo que se les tiene que pagar. Es una buena práctica. Hay pueblos en donde se ha podido realmente animar a la policía, sobre todo municipal, a que hagan lo que tienen que hacer y a no corromperse. Entonces, cuestión de fortalecer y esa es nuestra misión y nuestro trabajo en los municipios, en los estados y hasta donde se permite, en la federación también”.
Bajo la amenaza del crimen organizado
En Morelos, como en otras partes del país, las instituciones religiosas trabajan en la calle, las plazas, los campos y en sus templos; algunas de esas calles y plazas dominadas por el crimen organizado; y como los religiosos son parte de la sociedad, padecen casi los mismos males.
“Somos víctimas de la extorsión, como la mayoría del pueblo mexicano; principalmente de las telefónicas”, explica y recuerda una historia con la hoy gobernadora, cuando era secretaria de Cultura y Turismo del gobierno de Morelos: “alguien llamó con mi voz a pedirle dinero prestado de parte mía, y ella le prestó y le dijo dice el obispo que la invita a desayunar un día, llegó aquí a desayunar y yo, con toda la pena del mundo, no sabía nada. Una extorsión que sufrimos los dos. Ya después le invité a comer”, recuerda.
Pero hay extorsiones mucho más graves que padecen el 10% de las 115 parroquias que hay en Morelos “en donde se nota esa presencia del crimen organizado. Yo les puedo decir que en algunas fiestas parroquiales el crimen organizado ha llegado y les ha dicho me van a dar la mitad de lo que saquen la feria… la feria la organiza el municipio, la organizan otras personas y prefieren detener la fiesta parroquial o la externa, sobre todo, con tal de no darle dinero al crimen organizado. Entonces ha habido un 10 % de parroquias que han vivido esta situación. Hay párrocos con mucho miedo, sobre todo en las áreas rurales”.
Y recuerda, por ejemplo: “una parroquia en donde el crimen organizado cobra doscientos pesos por cada miembro de la familia solo por vivir no es derecho de piso, derecho de existencia. Entonces una familia que tiene tres hijos tiene que pagar mil pesos al mes si quiere seguir viviendo. Eso me parece algo tan triste, tan difícil de concebir. Y eso también sucede, hasta donde yo sé, en una parroquia”.
También: “ha habido otras dos parroquias que han sido balaceados los campanarios, porque hay un crimen organizado más fuerte, que llega y quiere destituir al crimen organizado local, que es más débil, y para asustar a la población, disparan a los campanarios. Han sido dos”.
Pero monseñor Castro Castro mantiene la esperanza: “Ojalá que se siga trabajando con eficacia para que esto mejore”.
Sismo y pandemia interrumpieron la recuperación de la feligresía
Hace décadas la sociedad experimenta cambios vertiginosos, los divorcios, la visibilización de la diversidad sexual y otras conductas censuradas por la Iglesia Católica fueron alejando a sus feligreses, en este siglo y más desde la llegada del Papa Francisco al Vaticano, quien, asegura el presidente de la CEM: “nos ha dado un ejemplo extraordinario de apertura, de comprensión y de misericordia, en donde se ha recordado todos que las puertas están abiertas y que no hay exclusión en la Iglesia para nadie, sobre todo quien quiera reconciliarse estará siempre esa misericordia a disposición”.
Pero el proceso en Morelos se ha retrasado por imponderables, el sismo del 2017 “en donde apenas después de más de siete años estamos recuperando los templos, 320 iglesias se dañaron en Morelos, con daños medianos, graves y gravísimos… todos los edificios del siglo XVI apenas en un 80 % ya se está recuperando. Eso golpeó mucho a la feligresía y después la pandemia, la pandemia realmente pues un año y medio, casi dos, celebrando en los atrios, celebrando a media, celebrando por medios de comunicación, etcétera… algunas personas quedaron acostumbradas a seguir la eucaristía por los medios de comunicación que se transmite para los enfermos casi exclusivamente, pero creo que nos estamos recuperando bastante”.
Poco a poco las cosas van mejorando: “Yo veo por ejemplo las parroquias cuando voy, la misma Catedral cada domingo está llenísima por gracia de Dios. Entonces creo que hemos ido recuperando por la apertura del Santo Padre, gente que está regresando porque se siente ya en casa y también porque después de estos dos problemas tan graves del sismo y de la pandemia, la gente comienza a tener más ánimo y confianza”.
Se retirarán las capillas temporales
El obispo reconoce el trabajo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Morelos en materia de reconstrucción, aunque aún no reabren todas las iglesias que fueron dañadas por el sismo: “se está trabajando por ejemplo Jonacatepec, se está trabajando Tlaltizapán, se está trabajando este pueblo mágico, son todavía estos que están digamos en proceso y se nos ha advertido y creo que es justo. No es el 100% de la recuperación y de la restauración, por ejemplo, la cuestión eléctrica o la cuestión del sonido ya corresponde a la comunidad en algunos otros lugares… por ejemplo he visto Tetela del Volcán, ha recuperado todo su esplendor, Yecapixtla han regresado y hasta mejor todavía porque están renovados. En Tetela (del Volcán) el párroco le está echando muchas ganas porque está haciendo especie de museo, está recuperando el comedor y poniendo platos y vasos de aquel tiempo y la cocina, un dormitorio para que la gente que va lo vea como un encuentro también cultural, no solamente religioso”.
Desde que el sismo dañó los templos hasta que concluyó la reconstrucción de cada uno, muchas de las iglesias colocaron capillas temporales, que ahora “se van a retirar, eso fue una condición que se nos puso… Yo hice una circular a todas las parroquias, tenemos un pequeño problema que son los mayordomos, los mayordomos dicen invertimos tanto dinero y no lo vamos a permitir, pero yo creo que es cuestión de tiempo, ya algunas han comenzado a retirarlas, están plenamente convencidos los párrocos de que tiene que ser así, por cuestión de decoro y también por cuestión de un compromiso que nosotros adquirimos”.
Un recuerdo en la Biblioteca de la Diócesis de Cuernavaca. Foto: La Jornada Morelos
