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El colectivo Metlixs lamentó que, pese a la apertura que paulatinamente avanza en México en materia de legislación para personas con algún tipo de minusvalía, en Morelos sólo existe como ley muerta, toda vez que las mujeres que sufren algún tipo de discapacidad no son tomadas en cuenta, además de que deben luchar contra una triple violencia que no se denuncia, es silenciosa y de las autoridades son cómplices de una situación adversa para esta comunidad.

Así lo manifestó la presidenta de la agrupación, Martha Paola Sánchez Orozco, quien explicó que como parte de la jornada para conmemorar el Día Internacional de la Mujer han decidido manifestarse y señalar la omisión por parte de las autoridades, para visibilizarse y denunciar que son víctimas de discriminación, además de que no hay inclusión social, ya que son víctimas de rezago en materia laboral, educativa y sexual.

“Las mujeres con discapacidad lamentablemente no hemos avanzado mucho. Si tenemos apertura en varias cuestiones, pero la violencia sexual, psicológica, política, económica y patriarcal aun la vivimos considerablemente, este sector de la población y peor aún, no es visibilizada, pero hoy por eso estamos aquí y en representación de Morelos”, expresó.

Sánchez Orozco añadió que una de las principales problemáticas a las que se han enfrentado es su derecho a participar dentro de los procesos políticos y su desarrollo integral dentro de la sociedad; sin embargo, pese a que México es uno de los países con mayores políticas públicas para las personas con discapacidad, en la realidad, no son tomados en cuenta.

De acuerdo con el Censo 2020 del INEGI, existen 376 mil 173 personas con alguna discapacidad, de las cuales 53.1 por ciento son mujeres. En total, 19.1 por ciento de los morelenses se encuentra en esta condición, una limitación en su actividad cotidiana o un problema de salud mental y la mayoría oscila entre los 60 y los 84 años.

Las vicisitudes a las que deben de enfrentarse

Tres de la mañana. Olivia se levanta aún en la oscuridad. Se baña, se arregla y sale de casa al filo de las 4:20, el alba aún no rompe en el horizonte, pero ella se suma a las olas de mexicanos que madrugan para salir a trabajar, para tomar el primer micro y llegar a la chamba: la casa de una familia rica, en la que hace el quehacer.

Una trabajadora del hogar que, a sus 59 años, carga con los achaques de la edad y avanza lento. La rutina es sencilla: prepara los utensilios para fregar, lavar y cocinar. El doctor le prohibió hacer esfuerzos. Tiene secuelas de polio y se le complica caminar. Usa un aparato ortopédico.

Pese a su condición, y la emergencia sanitaria, nunca dejó de asistir ni un solo día a su trabajo aún en días festivos porque su “patrona” le descuenta los días que falta, “estaría muy bien que, por lo menos, me diera el día y me lo pagara, pero no puedo faltar porque si no, no recibo mi dinero y me hace mucha falta para por lo menos comprar lo esencial, que es huevo, leche, tortillas” y, con su madre a su cuidado, una mujer de la tercera edad, Olivia no puede parar.

Cada mañana, antes de que salga el sol, ya se habrá bañado, vestido y caminado al paradero, donde esperar la primer micro “para que no se me haga tarde”, y cumplir así con sus deberes, este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, aún sin seguridad social y ningún tipo de prestación.

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