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Viviana Gutiérrez La Jornada Morelos  

  

La pandemia de COVID-19 ha marcado un antes y un después en la vida de la población mundial. Uno de los sectores más afectados ha sido el educativo, en donde la pandemia ha tenido grandes repercusiones y ha visibilizado que la mayoría de los países, incluido México y el estado de Morelos, no estaban actualizados en materia tecnológica para impartir ni recibir clases a distancia, así como el rezago que enfrentan en sus planteles.

Los y las docentes han sido clave para que, en plena crisis sanitaria, las clases no colapsen. Desde sus hogares, han empezado a enseñar lejos de las aulas, al igual que los alumnos, lo que ha dejado al descubierto la desigualdad social y el difícil acceso a la red informática.

En Morelos, existen 36,268 docentes, de los cuales 24,229 pertenecen al sistema educativo público y 12,039 al privado para atender a las 3,748 instituciones que existen en el estado para los 497,308 estudiantes distribuidos en los 36 municipios, según la Secretaría de Educación Pública (SEP).

De ese total, 25 docentes están abocados a la población indígena para la educación inicial, 58 para preescolar y 67 para primarias. Además, 95 profesores imparten cursos comunitarios de educación preescolar y 39 a nivel básico.  

Rezago y diferencias impiden educación para todos los estudiantes  

  

Más de la mitad de los estudiantes de la maestra Elizabeth Delgado Nazario no asistieron a sus clases con regularidad, ya que tenían que compartir un dispositivo entre tres hermanos y turnarse para usarlo o dejarlo en manos del mayor, especialmente aquellos provenientes de escuelas públicas.

Debido a la pérdida de empleos en Morelos, se estima que 11 mil personas se quedaron sin trabajo, muchos padres y madres de familia ya no podían pagar el servicio de internet, lo que provocó que hasta un 70% de los alumnos no pudieran tomar sus clases. En los planteles privados, la cifra fue menor, de un 40%.

“Estudiantes de nivel básico, secundaria y medio superior recargaban sus celulares, principalmente en comunidades rurales como Oacalco y Atlatlahucan, que no tenían internet. Con solo 30 pesos podían tener acceso a internet por un día, pero prácticamente tenían que elegir si tomar matemáticas o español porque el saldo solo les alcanzaba para una hora o hora y media. Eran seis horas de clase al día y era lo mismo todos los días. Por eso hubo mucha deserción”, explicó la maestra.

En algunas escuelas privadas, se permitió a los estudiantes que no tenían dispositivos usar las computadoras del plantel y conectarse a internet, lo mismo que a los maestros. Esto fue diferente en las escuelas públicas, donde los costos corrieron por cuenta de cada estudiante y docente. Ante la falta de ingresos, los padres y madres de familia no pudieron cubrir completamente los gastos de internet, incluso después de que las clases presenciales se reanudaron, por lo que hubo meses sin acceso a internet.

“Las clases en línea se enfocaban en juegos didácticos que muchos alumnos ya saben manejar, así como programas educativos, pero en comunidades como Atlatlahucan y Oacalco, muchos estudiantes desconocían estas herramientas. Los maestros solo les hablaban, les dejaban trabajos y los alumnos los entregaban. Las clases en línea fueron prácticamente para cumplir con las tareas. Esto provocó un gran rezago”, explicó la maestra.  

Bullying en las aulas, más que un problema escolar 

  

Para erradicar el acoso escolar en las aulas, la maestra Delgado Nazario explicó que los docentes se basan en el Programa Nacional de Convivencia, que aborda la violencia física, psicológica y simbólica mediante actividades para reforzar el diálogo, la resolución de conflictos y la promoción de la paz.

“El ciberacoso es cada vez más común. Los grupos de WhatsApp ‘Los Quemados’ están muy de moda en los niveles básico y medio superior, ya sean ‘Los Quemados de la Secundaria tal’, ‘Los Quemados del COBAEM’ o de otras instituciones. Los estudiantes toman fotos sugestivas y las comparten en sus redes sociales, lo que provoca el acoso cuando regresan al salón de clases. Esta es otra forma de violencia”, destacó la maestra.

La violencia en las aulas, según la experiencia de la maestra Delgado, tiene un contexto social, ya que muchos estudiantes “cargan con emociones muy fuertes y sufren una gran cantidad de agresiones en sus hogares. Algunos incluso mencionan casos de violencia doméstica con perspectiva de género, donde sus madres también son golpeadas”.

“Todo esto afecta su comportamiento. Ellos manifiestan la violencia que viven y la descargan en la escuela, lo que afecta su rendimiento académico y los aísla. Todas estas cuestiones se tratan en las reuniones del Consejo Técnico o con la dirección del centro escolar. Muchos casos son canalizados a la oficina de atención psicopedagógica de la escuela”, agregó.

La maestra Elizabeth Delgado recordó que ha sido testigo de dos homicidios a pocos metros de las escuelas donde imparte clases. Estas situaciones también influyen en el comportamiento de los estudiantes, quienes se han convertido en víctimas indirectas de la creciente inseguridad en Morelos y la falta de atención por parte de las autoridades. Por lo tanto, se busca que las escuelas sean lugares pacíficos y seguros.

Condiciones “deplorables”; terminan poniendo de sus bolsillos 

 

A diferencia de las escuelas privadas, cuyos sindicatos de maestros les permiten tener condiciones y salarios “un poco más dignos”, en las instituciones públicas al menos el 10% del salario de los docentes se destina a festejos del Día del Estudiante, Día del Niño, graduaciones, kermeses, material didáctico, lápices, borradores, proyectores y otro material didáctico para su día a día. El dinero de las cooperaciones de los tutores solo es para la administración, por lo que no hay apoyo para ellos.

“Antes, la instancia que se encargaba de evaluar a los maestros realizaba los exámenes de admisión y de promoción en algún plantel grande, como la UTEZ, que prestaba sus instalaciones y equipo de cómputo. Ahora, cada maestro debe hacerlo desde su casa desde que ocurrió la pandemia. Cuando postulé para promoción, tuve que comprar una cámara, un micrófono y adaptar todo mi espacio. Las autoridades solo descargan el programa seguro de Ceneval. Esto es a nivel federal y se están ahorrando varios miles o millones de pesos. Siempre estamos pagando y cooperando desde nuestro propio bolsillo”, indicó.

Además, en algunas escuelas privadas, las condiciones son “deplorables”. La matrícula ha disminuido considerablemente, los salarios no han aumentado y los maestros llegan a ganar hasta 80 pesos por hora, un monto que ha permanecido igual durante ocho o diez años. Incluso los días feriados y las vacaciones no se pagan, por lo que el pago es indistinto.

“Una cosa es la hora que te pagan, pero otra cosa es que muchas veces los maestros nos llevamos trabajo a casa. Invertimos dos o tres horas en preparar una clase, planear, hacer manualidades y calificaciones. La gente dice que tenemos muchos días de descanso, pero no es así. Ese tiempo lo invertimos para hacer proyectos cuando regresamos a clases, además de que no nos pagan por ese tiempo”, comentó.  

Día del maestro, amor por la cátedra 

  

Galletas hechas en casa, dulces, pastelitos e incluso papitas son algunos de los regalos que los alumnos les dan a sus maestros por el Día del Maestro, que se celebra cada 15 de mayo. A menudo, los docentes celebran este día junto con sus estudiantes, quienes a veces organizan convivios para honrarlos.

En algunas ocasiones, la Sociedad de Alumnos planifica desayunos o prepara pequeños detalles como plumas, marcadores digitales para presentaciones y termos. Los docentes también corresponden a sus alumnos en su celebración el 23 de mayo, a menudo contribuyendo con regalos o dinero para sus reuniones.

“Es un día muy emotivo que celebramos junto con los estudiantes, ya que también se celebra el Día del Estudiante en mayo. Siempre me ha parecido curioso que ambos días se celebren en el mismo mes, y de alguna manera encuentro una relación significativa entre ellos, porque uno no existiría sin el otro”, reflexionó el docente.



Si ocupan estas fotos, difuminar cara de alumnos




Martín Zetina / cuartoscuro.com



Martín Zetina / cuartoscuro.com

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