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El que hace más de 25 años era un modelo de conservación novedoso implementado por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y las comunidades que habitan en la Sierra de Huautla, ha probado ser exitoso al lograr más de 20 años de registros de investigaciones, trabajo académico y comunitario continuo, esquemas de gestión de recursos para beneficio de los productores de la región y especialmente, el aumento de avistamientos de grandes felinos silvestres, lo que evidencia que el hábitat está bien, asegura en exclusiva para La Jornada Morelos la directora del Centro de Investigación en Biodiversidad y Conservación, Elizabeth Arellano Arenas.

Vista de una montaña

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La Reserva de la Biosfera Sierra de Huautla. Foto: UAEM

En la charla, Elizabeth Arellano recuerda que si bien el decreto que convirtió a más de 53 mil hectáreas de la sierra de Huautla, al sur de Morelos, en Reserva de la Biósfera, está por cumplir 25 años, los trabajos de los investigadores pioneros en el proyecto empezaron desde varios años antes con un modelo de conservación y concertación con las comunidades, que no busca la reforestación u otras herramientas, sino dejar al ecosistema en paz y permitirle que se recupere solo.

Un modelo infrecuente

Nubes blancas en un campo

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El proyecto de coadministración ha sido exitoso. Foto: CONANP

El modelo de coadministración de la reserva involucra a las 31 comunidades que se ubican en la zona y a la UAEM. Son pocas las reservas que utilizan un modelo de coadministración y muchas menos las que involucran a una universidad en ello, pero los resultados han sido tan notables que desde 2006 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO acreditó a la Reserva de la Biósfera Sierra de Huautla (Rebiosh), en su programa El Hombre y la Biósfera, cuyas funciones principales son la conservación de la diversidad biológica y cultural, el desarrollo económico sostenible a nivel sociocultural y medioambiental, y un apoyo logístico que respalde el desarrollo a través de la investigación, el seguimiento, la educación y la formación.

En eso la Rebiosh tiene una enorme ventaja, el liderazgo de la UAEM ha permitido un trabajo académico continuo, que arroja más de 20 años de datos de investigaciones, explica Elizabeth Arellano. Todo el tiempo hay científicos, profesoras y profesores, estudiantes de posgrado y licenciatura observando la reserva y trabajando por ella.

Involucrar a las comunidades

Un grupo de árboles

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En la vigilancia de la reserva participan las comunidades. Foto: CONANP

Elizabeth Arellano asegura que también ha sido vital para el éxito del modelo el que las comunidades se hayan involucrado. La UAEM ha buscado escucharlas, y en conjunto han logrado alinearse con las prioridades de conservación de la reserva. Esto ha permitido que la UAEM ayude a gestionar recursos para beneficio de los productores de la región que se han convertido en monitores de la selva baja caducifolia, con la que se están reencontrando, ellos mismos han participado en los avistamientos de especies que sabían que vivían en la región, pero no las habían visto. El participar como monitores les permite seguir al cuidado de sus parcelas, pero también reciben del gobierno federal el pago de jornales.

El hábitat está bien y la tecnología lo comprueba.

En enero de 2016, la bióloga Floriely Castro logró, para su tesis de maestría en la UAEM el primer registro de un jaguar en la Sierra de Huautla. Para obtener las imágenes aprovecho el fototrampeo instalado por el CIByC en la reserva.

El fototrampeo consiste en colocar pequeñas cámaras fotográficas que se activan cuando un animal pasa por el campo que pueden detectar. Esta tecnología es mucho más fina que la disponible cuando se decretó la protección de la reserva de Huautla. Entonces se tenía que confiar en imágenes en blanco y negro y casi adivinar los especímenes captados, recuerda Elizabeth Arellano y se congratula de que ahora, con el fototrampeo “podemos detectar nuevos felinos”.

Y así ha sido, en los últimos años el CIByC ha registrado más avistamientos de pumas, tigrillos, linces y yaguarundis, lo que demuestra, además de las ventajas de la tecnología, el éxito en las acciones de conservación.

La presencia de estas especies, además de lo atractiva que puede resultar, señala, es una evidencia de que el hábitat está bien, o como dice un investigador de felinos, que el menú en la mesa (de los depredadores) es bueno, es decir, que ha aumentado también la población de otras especies como venados y pecaríes.

Animal con la boca abierta

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Yaguarundi. Foto: CONANP

Imagen que contiene exterior, parado, pequeño, café

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Extremidades delantera y trasera de pecarí recuperadas en Huautla. Foto: Revista Mexicana de Mastozoología

Las comparaciones son injustas

Aunque preguntamos a Elizabeth Arellano si el éxito del modelo en Huautla podría evidenciar que otros esquemas de protección establecidos, incluso en territorio morelense como el del corredor Chichinautzin, han fracasado, dados los escasos resultados en la conservación de los bosques de la zona norte de Morelos, la directora del CIByC aseguró que una comparación así sería imposible.

En las otras áreas protegidas también se trabaja bien y con las comunidades, pero hay otras circunstancias, otros intereses que marcan enormes diferencias. En Huautla no se padece la expansión de las zonas urbanas como en el Chichinautzin, donde el crecimiento de la Ciudad de México, el de Cuernavaca y de otras zonas urbanas, significan el deterioro constante de la zona de reserva. Tampoco se enfrenta en Huautla el problema de los talamontes, lo que opera en beneficio de los trabajos en la reserva.

Flor de color naranja

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Serjania triquetra de la Sierra de Huautla. Foto: CONANP

Los retos de la Rebiosh y el cambio climático

El trabajo con las comunidades ha generado un modelo tan exitoso que hay condiciones para extender el área protegida a Puebla y Guerrero, estados que comparten la sierra de Huautla y el ecosistema de Selva Baja Caducifolia. Ya está listo el estudio para extender la protección a Puebla, y se han iniciado las pláticas con Guerrero para lograrlo.

El cambio climático ha provocado los primeros incendios forestales en la Sierra de Huautla, en la zona limítrofe entre Morelos y Guerrero. Antes no se generaban, explica Elizabeth Arellano, porque no había tanto combustible, pocos son los árboles de Huautla que generan resina material que acelera el fuego. Pero los cambios en el clima han afectado también el área.

Por fortuna, explica la investigadora, gracias a la coordinación con las comunidades, se ha destinado parte de los recursos a la capacitación y el equipamiento para prevenir y combatir los incendios forestales.

La minería un riesgo permanente para la Sierra de Huautla

Aunque la mayor parte de la actividad minera se ha ido de Huautla, aún quedan algunos “jales”, lo que representa un riesgo permanente para la salud de las comunidades y el ecosistema. Los depósitos de residuos y sus lixiviados contaminan la región y provocan problemas de salud que ya han sido registrados. Tenemos que ser muy prudentes al informarlo, pero tratamos de informar y orientar a la gente sobre el riesgo.

Hay evidencias de que la contaminación derivada de la actividad minera altera la conducta de las aves y es algo que debemos seguir investigando e informando, para que la gente tome sus decisiones, porque son sus tierras.

Un árbol con hojas verdes

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Colibrí corona violeta. Foto: CONANP

Un loro verde en una rama

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Guacamaya verde. Foto: CONANP

Un festejo digno del proyecto ¿quieres oír a los murciélagos?

Elizabeth Arellano explicó a La Jornada Morelos que para celebrar los 25 años de la declaratoria de la Reserva de la Biósfera, además de la exposición en la Biblioteca Miguel Salinas en el Centro de Cuernavaca en la que podrás entrar a una cabina de arte sonoro para escuchar a los murciélagos de la Sierra de Huautla; y la cancelación de una estampilla postal, se han programado un simposium el 9 de septiembre.

Además, durante quince días, las primarias y secundarias ubicadas en la Reserva serán visitadas por investigadores y estudiantes de posgrado para exponerles los trabajos de conservación, enseñarles a hacer moldes de huellas, prensar plantas, hacer pomadas y hasta extraer el ADN de las fresas.

Son actividades de vinculación con la sociedad que, además de ser parte del proyecto, ayudan a que los residentes de la zona, desde su niñez se involucran en las actividades de protección, y además busquen estudiar carreras universitarias que permitan defender su tierra.

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Algunos escarabajos de la Sierra de Huautla. Foto: UAEM

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Ejemplares de fauna pequeña nativa de la Sierra de Huautla. Foto: UAEM