El sistema electoral mexicano vivirá el próximo domingo 2 de junio la mayor de sus pruebas en la historia reciente de nuestro país. Un sistema construido durante décadas con la participación y el sacrificio de muchas y muchos mexicanos. Derrotar a un partido de estado solo se consiguió con la creación de instituciones democráticas. Generaciones de mexicanos vieron cómo se logró la consolidación de un sistema que tenía como principal objetivo que las elecciones fueran democráticas, que fueran las y los ciudadanos quienes decidieran con su voto a quienes querían como gobernantes.
Sin embargo ese proceso de perfeccionamiento de nuestro sistema electoral y de consolidación de las instituciones se detuvo. Cada Presidente en turno impulsaba sus propias reformas después del proceso en el que habían sido electos. Generalmente como resultado de las presiones ciudadanas y partidistas, y/o de las lagunas que se detectaban en la operación del sistema. Así en 1990 la reforma de Carlos Salinas fue muy importante pues se creó al IFE y al Tribunal Federal Electoral. En las reformas de 1993-1994 se da la ciudadanización del IFE, saliendo el gobierno de su operación y se crea el sistema de financiamiento público para los partidos políticos. En 1996 la reforma impulsada por Ernesto Zedillo-desde mi punto de vista una de las más importantes-, se da autonomía al INE; se crea una nueva composición del Congreso específicamente del Senado; se establecen cláusulas de sobre representación; y se crea el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Ya con gobiernos del PAN, Vicente Fox en 2002 por primera vez se establecen cuotas de género. En la reforma de Felipe Calderón se reforma el sistema de comunicación política destacando la repartición de los tiempos aire en los medios de comunicación entre los partidos políticos. En el 2011, lo destacado es sobre delitos electorales y se perfecciona el sistema de impugnación. En 2014, ya con Enrique Peña, se da la transformación de las atribuciones del IFE pasando a ser INE; se crean los organismos locales electores (OPLES) para las elecciones estatales; se establece la reelección legislativa; y, se aumenta el umbral de votación del 3% para mantener registros para los Partidos Políticos. En el presente sexenio con AMLO se da paso importante la revocación de mandato y, en una accidentada reforma, la reorganización del INE.
Lo triste, trágico y preocupante es que el sistema electoral mexicano no se ha actualizado, hay nuevas realidades y todavía viejos lastres que la partidocracia se niega a reformar. Por ejemplo, desde el 2016 el Partido Encuentro Social, hoy Solidario (PES) presentó la iniciativa para instaurar el voto electrónico, con esta será la tercera elección en que esta manera de votar no ha sido aceptada por los partidos hegemónicos. El voto electrónico los perjudica pues no tendrían el control de sus estructuras electorales que manipulan con dinero y por eso no lo aceptan. Lo cierto, es que todo sería más fácil porque se podrían tener resultados rápidos, transparentes y sin la posibilidad de ser manipulados si votáramos, como la mayoría de los países en el mundo, en urnas electrónicas.
Otra de las reformas pendientes es el voto obligatorio. No tengo duda que revolucionaría el sistema y que obligaría a todos -ciudadanos, partidos y candidatos- a cambiar las estrategias tramposas que hoy siguen imperando en muchas regiones de nuestro país. Cambiar la fecha y que la elección no sea el domingo sino entre semana, dando un día de asueto a todos los trabajadores. Todas y todos los ciudadanos estarían obligados a demostrar que acudieron a la urna a costa de ser incluso multados. El voto se convertirá no solo en un derecho sino en una obligación ciudadana.
La intervención del crimen organizado en las elecciones, que crece en todo el país cada tres años, debe ser urgentemente parte de una reforma electoral integral. Se necesitan medidas drásticas como puede ser la cancelación del registro a los candidatos que soliciten o reciban apoyo de las organizaciones criminales (OCs). Para los partidos que acepten recursos, apoyos o ayuda debe sancionársele con la pérdida del registro. A las autoridades que sean omisas y no investiguen y permitan que siga creciendo la participación de las OCs en los procesos electorales debe sancionarse e incluso con responsabilidades administrativas y hasta penales.
Dentro de este mismo línea de reformas debe legislarse sobre la seguridad de los candidatos en campaña. La ola de violencia no es nueva, solo que ahora ante su crecimiento la opinión pública está más atenta. Desde la ley debe obligarse a la autoridad de los tres niveles de gobierno a velar por la seguridad e integridad de las y los candidatos.
Un tema más es el del sistema de financiamiento y fiscalización de los partidos políticos. Está claro que a pesar de los esfuerzos y la normatividad extensa -que raya en lo ridículo- es poco eficiente. La inequidad en la contienda sigue siendo una realidad violando el principio constitucional de equidad en la contienda. El desvío de recursos públicos, las aportaciones ilegales, el gasto excesivo en las campañas es uno de los grandes pendientes que el día de hoy sigue distorsionando la voluntad ciudadana.
Por último, las instituciones sobre todo el INE, los OPLEs y la autoridad judicial -tribunales estatales, salas regionales y Sala Superior- les urge una reforma que fortalezca su autonomía e independencia. Sin duda, la democracia está en riesgo si estas instituciones vuelven a sucumbir ante los intereses partidistas y las presiones de grupos tanto económicos como políticos.
El perfeccionamiento de nuestro sistema electoral para alcanzar una democracia sin adjetivos es prioritario para el próximo sexenio. Las reformas necesarias como el voto electrónico; el sistema de financiamiento y fiscalización; así como blindar legalmente los procesos electorales de la intervención del crimen organizado son impostergables. Si el sueño de las y los demócratas mexicanos de tener elecciones libres donde los ciudadanos puedan elegir a sus gobiernos sin presiones, sin chantajes, sin compra, sigue vigente pues entonces mi lista semanal de anhelos sigue creciendo. Claudia, ahí está otro llamado de la historia: garantizar y perfeccionar el sistema electoral para vivir en un país verdaderamente democrático.