Las plantas son alquimistas por naturaleza. Aprovechan la luz del sol para generar azúcares, los compuestos del suelo y el agua de la lluvia para crecer tallos, hojas, flores y un sin fin de compuestos químicos que le permiten sobrevivir a plagas, infecciones y distintos intentos de herbivoría por parte de animales variopintos. Nosotros hemos sabido aprovechar esa creatividad química mediante tés, fomentos y otras aplicaciones médicas para curar o prevenir distintos males.
El análisis químico de las plantas de uso medicinal, nos permite tener un conocimiento con detalle molecular de sus mecanismos de acción dentro de nuestro cuerpo, e incluso poder obtener fármacos con mayor potencial curativo. Este es el objetivo de la investigación que realiza la Dra. Gabriela Carmona Castro investigadora postdoctoral del Centro de Desarrollo de Productos Bióticos (CEPROBI) del Instituto Politécnico Nacional, ubicado en Yautepec, en colaboración con el Centro de Investigación en Biotecnología de la UAEM.
Carmona se ha enfocado al estudio de la tilanina, un compuesto de origen vegetal que tiene propiedades antihipertensivas, antiinflamatorias y que combate la diabetes tipo II y la hipertensión. Este compuesto se encuentra en grandes cantidades en al menos cinco plantas. Cuatro de ellas —la menta coreana, la cabeza de dragón, el toronjil azul y el helecho trepador— son de origen asiático, pero por fortuna hay una que es mexicana, el toronjil morado, también llamado tlalahuhuetl o Agastache mexicana. Esta planta es nativa del eje volcánico transversal y su uso en la medicina tradicional está enfocado a tratar dolores de estómago y alteraciones del corazón.
Si bien el toronjil se puede encontrar fácilmente en farmacias naturistas y en los mercados de las zonas donde crece naturalmente —como los altos de Morelos—, la planta tiene ciertas limitantes cuando se le piensa desde un posible uso industrial. Ejemplos de estas limitantes es que la planta solamente crece a 1,800 metros sobre el nivel del mar y su propagación únicamente se da por esquejes.
Sin embargo, Carmona y su grupo de trabajo del CEPROBI —según reportaron el día de ayer durante el seminario institucional “Bioticando”— han logrado crecer la planta en el laboratorio, generando condiciones idóneas para un crecimiento contínuo y uniforme, obteniendo además plantas libres de patógenos, sin herbicidas ni pesticidas, y mediante un proceso sustentable. Utilizando un sistema semiautomatizado de propagación de plantas, Carmona logra crecer en frascos de un litro, hasta cien brotes de la planta. Con esto, la investigadora ha puesto los cimientos para poder crecer el toronjil a gran escala, lo cual permitirá extraer tilanina de manera eficiente y poder combatir de manera segura y sustentable dos de las enfermedades que más afectan a las y los mexicanos: la diabetes y la hipertensión. ¡Enhorabuena!