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(Parte I)

“Mi mamá me platica que cuando yo era bebé, mi abuelito Polo me cantaba para que yo pudiera dormir”, me dice Elsa Moz al recordar su infancia rodeada de música y lo mucho que le gustaba escuchar cantar a su abuelo, quien además era compositor y poeta. También su abuelo Aureliano se dedicaba a la música, tocaba en orquestas de mambo y chacha chá, pero también tenía influencias de Jazz; fue él quien le dio sus primeras lecciones de teclado “de manera empírica”.

Por otro lado, su tío Sergio Ocampo El Archie, como lo apodaban de joven, tuvo varios proyectos musicales y tocaba el bajo en la banda “Sangre Joven”, a quienes Elsa escuchaba en ensayos y conciertos.

De niña, Elsa disfrutaba cantar y bailar todas las tardes y en cualquier fiesta o cumpleaños con su hermana Paty y su prima Anel, “el punto más mágico fue cuando mi papá llegó a la casa con una consola para poner discos”. La herencia musical de Elsa es grande, su papá escuchaba Big Band, boleros y cha cha chá, mientras que su mamá escuchaba música contemporánea en inglés y en español.

Elsa también practicaba patinaje, participó en exhibiciones en escuelas, torneos o en el mismo auditorio de Jojutla, su municipio natal. Siempre quiso ser bajista, empezó a estudiar música “de manera formal” a los 21 años, después de que su primo, Eddie Huicochea, que es baterista, la invitó a tocar en su banda. Se compró su bajo, un amplificador, y poco tiempo después ya estaba estudiando solfeo, piano y guitarra en el Instituto Regional de Bellas Artes. Pero su deseo era tocar bajo y se fue a la Ciudad de México a estudiar en el Sindicato Único de Trabajadores de la Música. Saliendo del Sindicato se metía “clandestinamente” a las clases de su primo Eddie en la Escuela Nacional de Música.

Saliendo de las clases, Elsa y su primo se iban al “Arcano”, un bar al que asistían todos los jazzistas más reconocidos de México como Agustín Bernal o el contrabajista Víctor Ruiz Pasos. “Nos sentábamos frente a los músicos, sólo consumíamos o una cerveza o un café porque no nos alcanzaba para más, y a veces hasta llorábamos de la emoción de ver a estos grandes músicos interpretar jazz”.

Elsa continuó sus estudios de música y fotografía de manera independiente y paralela a su trabajo como contralora en una secundaria pública, misma en la que se ha desempeñado varios años como maestra de inglés. Ha tomado clases de armonía y composición con diversos músicos como el bajista Omar Vázquez o el productor Guillermo Durán y más tarde estudió producción musical en Estudio Áureo.

Elsa fue estimulando el arte de imaginar escenarios para componer canciones, “algunas veces esos escenarios vienen de un tinte muy personal, otros vinieron de observar hacia afuera”. De ahí que su primer álbum, producido por Guillermo Durán, lo titulara “Inner World”, una exploración de sus procesos y experiencias internas. En 2010 empezó a producir este álbum con base en la recopilación de composiciones que ya tenía, y es en 2015 que ve la luz en formato físico. En ese momento, Elsa no le encontraba mucho sentido a subir sus canciones a plataformas digitales, “no tiene tanto tiempo, sin embargo la revolución de cómo escuchamos música se dio en ese poquito tiempo (…) después vimos que ya no era rentable vender esos discos y yo dije, algo está pasando, la industria se está moviendo, la industria se había muerto como la había yo conocido y había que adaptarse a las nuevas formas”. 

En 2019 Elsa empezó a subir su música en plataformas de distribución digital. Para ese tiempo, ya tenía un segundo álbum titulado “De Afuera”, que ella misma produjo, hizo arreglos y grabó en un estudio profesional. “Yo ya sabía hacer maquetas, fui aprendiendo conceptos y a utilizar programas de producción”. Este segundo álbum es más un retrato de su entorno, “habla más de gente que observo, siempre hablando de la naturaleza humana”. 

Elsa aprendió a escribir partituras para los músicos y poder tenerlas listas cuando les invitara a colaborar en la ejecución e interpretación de sus canciones. Su trabajo se ha enriquecido y ha seguido produciendo, de todo este caminar les platicaré en la siguiente entrega. 

“Yo creo que la música llega a mi vida desde antes de que yo naciera”.