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(Segunda)

 

Si mal no recuerdo, la idea era continuar con el tema y compartirles el balance global de los acuerdos y desacuerdos alcanzados en la Cumbre del Clima de Naciones Unidas (COP-28), que se celebró en Dubai, así como la posición adoptada por la delegación de México.

Recordemos que las urgencias planteadas a lo largo de toda la Cumbre fueron: (a) eliminar los combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo); (b) resolver quién controla y quién financia la puesta en marcha del fondo para pérdidas y daños, orientado a reparar impactos climáticos en zonas vulnerables. Unos 70,000 delegados de 198 naciones desde el 30 de noviembre al 12 de diciembre se propusieron alcanzar algunos acuerdos para definir qué hacer o qué seguir no haciendo para evitar un calentamiento por encima de los 1,5ª C (respecto a la era preindustrial), que era el umbral fijado precisamente en París, para evitar daños irreversibles. En los distintos bloques que debatieron para alcanzar las negociaciones hubo diversas posiciones alrededor de los temas tratados, que excede a este espacio poder describirlos a todos. Por ejemplo, ¿capturar las emisiones o no producirlas? Las contradicciones estuvieron al orden del día: los países que pretenden aumentar la producción de carbón hasta el 2030, y la del petróleo y gas hasta al menos el 2050. Otro grupo de países se mostraron a favor de no hacer nuevas exploraciones ni explotaciones de combustibles fósiles, sobre todo de carbón, porque escasean los sistemas de captura para eliminar las emisiones. Y otros países son aún dependientes del carbón. Pensemos también en nuestros países de Latinoamérica, y en México principalmente, sobre el uso que hacen de los combustibles fósiles y sus consecuencias.

Todas estas tensiones, como generalmente suceden en estas Cumbres, terminan con más desacuerdos que acuerdos. Si bien se produjeron algunos avances comparados con Cumbres anteriores se acordó una “transición para alejarse de los combustibles fósiles en los sistemas eléctricos, de manera justa, ordenada y con equidad, acelerando las acciones en esta década crítica para alcanzar emisiones netas cero para el 2050”, por otra parte “triplicar la capacidad de energías renovales y duplicar la tasa de mejoría en eficiencia energética, ambas para el año 2030”.

A pesar de estos tenues avances, se evidencian también desacuerdos o al menos cuestiones que dejaron descontentos a muchos países. Por una parte, se aprobó el Fondo de Pérdidas y Daños, a pesar de que no se cuenta con recursos suficientes para cubrir las necesidades por parte de los países más vulnerables frente al cambio climático. Además, se evidenció una clara concesión a los países que bregan en favor del gas ya que “se reconoce que los combustibles de transición pueden jugar un papel en facilitar la transición energética mientras garantizan la seguridad energética”. Esto significa que aún por muchos años el gas puede continuar sustituyendo a las plantas de carbón existentes y recién a mediados del siglo las emisiones llegarán a cero.

Cierro esta columna, entiendo que sigue pendiente mi compromiso de abordar el posicionamiento de México, los desafíos que el país debe afrontar para cumplir con los mismos, y que significan estos acuerdos para las ciudades.

*Integrante del NODESS Morelos Solidario y Cooperativo.

c.girardo@hotmail.com