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Cuitláhuac Alfonso Galaviz Miranda*

Las amplias dinámicas de rebeldía social de las décadas de 1960 y 1970 han sido el tema que más me ha ocupado durante los últimos años. Como historiador, defiendo una línea de interpretación sobre dichas dinámicas: muchas de las protestas y movilizaciones del periodo se retroalimentaron entre sí y se influyeron mutuamente; ello es comprobable mediante la observación de discursos y prácticas compartidos, pero que, al mismo tiempo, se interpretaban a través de contextos particulares.

Un ejemplo de los intercambios e influencias mutuas durante esas décadas fue el movimiento cultural brasileño Tropicália. Los músicos que formaron parte del movimiento mezclaban géneros como el Rock y el Jazz (con origen en Estados Unidos, pero popularizados por jóvenes de prácticamente todo el planeta) con la samba tradicional brasileña. El cantautor Caetano Veloso fue uno de los representantes más visibles de Tropicália. Durante los años que nos ocupan, Veloso se volvió especialmente famoso por componer e interpretar piezas que lo acercaban (o más bien lo hacían parte) de la rebeldía juvenil de la época; sobre todo de aquella que optaba por los cambios culturales y las nuevas nociones estéticas de la contracultura y el movimiento hippie.

Hoy en día, Veloso sigue siendo un cantautor vigente y con éxito musical. Yo conocí sobre sus experiencias en los 60 y 70 mientras realizaba mi tesis doctoral. Fue entonces cuando supe que Veloso escribió una autobiografía, donde, entre otros temas, toca uno especialmente importante para las protestas y movimientos del periodo: para algunos sectores, géneros musicales como el rock y el jazz eran considerados una “influencia del imperialismo” estadounidense. Ello ocasionó tensiones entre el artista y parte de las izquierdas brasileñas —como los militantes comunistas—, quienes lo consideraban muy “americanizado”.

Veloso también tenía críticas para estos sectores. En su mencionada autobiografía, señala que dicha izquierda “hablaba de antiimperialismo y de socialismo, [pero] jamás abordaba temas como el sexo o la raza, la elegancia o el gusto, o el amor y la forma” y que para él eran fundamentales si se pretendía hablar de libertad. En su libro testimonial, Veloso deja ver cómo, durante la época en cuestión, se sentía parte de una generación rebelde y tenía aspiraciones de cambios sociales: “Claro que me interesaban las ideas generales en torno a la necesidad de justicia social y que yo sentía el entusiasmo de pertenecer a una generación que parecía tener ante sí la oportunidad de cambiar profundamente las cosas”. Desde mi interpretación, la distancia con la izquierda más militante era sobre todo en términos de libertad; para Veloso, la creatividad provenía en gran parte de la libertad individual; por ello, guardando distancia con la izquierda comunista, sostiene que “sinceramente, no creía que los trabajadores de la construcción […] debieran decidir cuál sería mi futuro”.

No hay que olvidar que en 1964 hubo un golpe de Estado en Brasil, el cual inició una dictadura militar que reemplazó a un proyecto político nacionalista. Los militares que llegaron al poder después del golpe fueron explícitamente pro estadounidenses, por lo que las críticas al imperialismo y sus resistencias adquieren otro sentido en dicho contexto. Con todo, Caetano Veloso también fue afectado por el autoritarismo y las represiones de la dictadura militar: fue encarcelado alrededor de dos meses y exiliado tres años (de 1970 a 1973) en Londres.

Veloso mantiene que las ideas del proyecto nacionalista que antecedió a la dictadura podían llegar a generar una idealización de lo “brasileño” y manifestarse en contra de todo lo extranjero, lo cual le parecía un atentado contra su libertad individual. Él prefería un tipo de proyecto político (aunque no lo llame así) donde tuvieran cabida las innovaciones culturales que la rebeldía juvenil del periodo a escala mundial estaba produciendo. Así, el testimonio escrito del cantautor brasileño es especialmente valioso si se pretende indagar sobre las diferencias entre distintos sectores de las protestas y movilizaciones de las décadas de 1960 y 1970.

Entre las y los jóvenes rebeldes de la época hubo similitudes, sin duda; pero también particularidades y conflictos entre sí que no hay que obviar si queremos conocer mejor las dinámicas de esos años, así como extraer enseñanzas útiles para nuestro presente.

*Profesor de Tiempo Completo en El Colegio de Morelos. Doctor en Estudios del Desarrollo por el Instituto Mora.