(segunda parte)

 

A principios de la década de los años 2000, México se embarcó en una de las campañas más ambiciosas para mejorar la vivienda de la clase trabajadora. El gobierno ofreció hipotecas atractivas a las personas con bajos ingresos. Por medio de asociaciones público-privadas surgieron nuevas viviendas suburbanas en todo el país y multimillonarios, arrasaron con ellas. El resultado de esto fue la construcción de viviendas de baja calidad. Quienes compraron estos inmuebles no recibieron lo prometido, como escuelas locales o un alcantarillado eficiente. La consecuencia final, más de un millón de personas se han visto obligadas a pagar hipotecas por viviendas inhabitables. (https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2022/03/08/gentrificacion-que-es-mexico-push-documental-financiarizacion/)

En cuanto al trabajo, este se ha vuelto eventual provocando que perdamos el espíritu de compañerismo, despiden a la gente y nuevos trabajadores ingresan sin mayor contratiempo. Lo peor, es que somos una generación que creció entre algodones y no estamos acostumbrados a la lucha por mejores condiciones laborales, de salud y de acceso a la vivienda como en su momento lo hicieron nuestros abuelos. Aunque debo añadir que de algunos años para acá esto comienza a cambiar.

Las empresas suelen fomentar las aspiraciones personales, ya no hay solidaridad con el compañero, la mayoría trata de subir a costa de los demás. Como dato podemos agregar que, en México, la organización sindical se ha erosionado a lo largo del tiempo. Mientras que, según datos de la OCDE, en México en 1978 33% de los obreros pertenecían a un sindicato, actualmente sólo el 12% son miembros de uno. (Irvin Rojas, Trabajo, salarios y relaciones laborales, en Blanca Heredia y Hernán Gómez Bruera (Coords.), 4T Claves para descifrar el rompecabezas, Grijalbo, México, 2021, p. 263.)

Pero hay que agregar que, aunque el neoliberalismo y las políticas aplicadas por gobiernos afines a este sistema son los principales responsables, estos no son los únicos. Tras la caída del Muro de Berlín y el desplome del Socialismo Realmente Existente, las organizaciones políticas y sindicatos de izquierda paulatinamente abandonaron las principales demandas de sus bases sociales, la lucha y la defensa por mejores condiciones de vida, el derecho al trabajo y a una vivienda digna y a una vejez decorosa. Estas banderas ya no encajaban en las nuevas estrategias políticas en un mundo Post-Guerra Fría.

En palabras de Benjamín Arditi: “Desde que el grueso de los partidos socialistas y las organizaciones de centroizquierda comenzó a dejar de lado sus resistencias a la economía de mercado y a desechar paulatinamente el lenguaje de la lucha de clases, la liberación nacional, el internacionalismo, la soberanía westfaliana estricta y demás.” (Benjamín Arditi, El giro a la izquierda en América Latina: ¿una política post-liberal? Ciências Sociais Unisinos, vol. 45, núm. 3, septiembre-diciembre, 2009, pp. 232-246, Universidade do Vale do Rio dos Sinos São Leopoldo, Brasil, p. 233) Las diferencias entre izquierda y derecha, se han ido borrando, los programas y las ideologías son lo menos importante a la hora de presentarse a una elección, lo único que importa es que se pueda vencer al de enfrente y lo demás son solo agregados.

La deriva es tal, que la falta de definición ideológica y la práctica en el gobierno provoca que nosotros, el pueblo llano seamos incapaces de saber quiénes, personas y partidos políticos, realmente velan por los intereses de las mayorías. Dando como resultado que de entre todas las opciones se opte por “el menos peor”. Es alarmante que la solución de problemas tan graves como son la incapacidad de acceso a la vivienda, mejores condiciones de empleo y la salud de la generación nacida en el último cuarto del siglo XX esté en manos de personajes completamente alejados de la realidad que aqueja a millones de jóvenes en México y Morelos.

*Historiador