“Yo siento que los Cuicapicques eran cineastas sólo que no tenían la tecnología, pero también eran músicos y también eran poetas y filósofos”, me platica Luz María Cardenal sobre los forjadores de cantos mesoamericanos.

Luz María es una creadora morelense genuina y entregada. Supongo que todas las cantantes tenemos algo de pájaras, pero Luz ha llevado su vuelo de ave un poco más lejos. No solo es observadora cuasi coleccionista de especies, sino que inspirada en un efímero pero mágico encuentro en la sierra de Querétaro, cambió su apellido por el nombre de su ave favorita: Cardenal.

Los prejuicios de su familia alrededor de la música y su convicción por hacer un camino profesional independiente la llevaron a estudiar dos años en la Facultad de Artes de la UAEM, con la idea de no alejarse “mucho” de su exploración artística.

Ahí encontró el cine, “la verdad, siento que yo no elegí tanto el cine, sino que el cine se me fue acercando”. Varios compañeros de la carrera aplicaron al Centro de Capacitación Cinematográfica y en ese impulso ella también lo hizo. Se dedicó de tiempo completo al cine, “hasta que, en mi tesis, mi personaje principal era una chica que su padre la encerraba en una habitación, y dije ¿qué cosa puede hacer esta chica encerrada en esta habitación?, pues música”. Luz pasó buena parte de su adolescencia creando en un estudio, tocando la guitarra, cantando o tocando el piano, todo de manera autodidacta.

Durante muchos años Luz se alejó inconscientemente de la música, orillada por su frustración de no haberla estudiado, pero a la distancia se pregunta si en realidad hubiera sido feliz en la escuela de música al ser una formación con una aproximación más clásica, “y yo soy más, me vas a entender, somos como cantautoras, medio poetas (…) para mí esto de la palabra era muy importante”.

Después de filmar la historia de la joven que aprende a tocar el piano en el encierro, Luz pensó que podría incluir sus canciones en los siguientes proyectos de cine. Dirigió el cortometraje Jampäätt, hablado en Ayuuk y filmado en la sierra Mixe. Jampäätt relata la historia de una joven trompetista que desea salir de su pueblo para estudiar música “y pues la chica tiene que luchar por cumplir sus sueños (…) después de filmar ese corto me liberé de algo”.

Luz María vivió 10 años en la Ciudad de México y regresó a Cuernavaca a poner su actual escuela de cine: IMA, una plataforma de creación y de creadores que le ha permitido explorar en el cine desde la multidisciplina de sus integrantes, “algo que a mí me hubiera gustado que me dijeran”.

“Primero me dijeron que no podía ser artista y luego me dijeron qué tipo de artista tenía que ser y no me encontraba”

A Luz le pasó lo que a muchas personas creadoras, hallarse en una camisa de fuerza que delimitaba o presionaba a decidir uno u otro camino. En su vida cotidiana era cineasta o maestra y durante un tiempo sólo compartía su música en plataformas digitales.

“Últimamente he sentido que todo forma parte de todo, me siento más integrada, fuera de las etiquetas y lejos de las esferas que te dicen que no puedes hacer algo o cómo lo tienes que hacer”.

Hasta aquí la primera parte del camino de esta talentosa Cuicapicque contemporánea, nos leemos en la siguiente entrega donde les platico de su obra y nuevos horizontes.

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