La escena es dramática. Un camarógrafo con respiración agitada corre sin motivo aparente. El escenario, una playa repleta de lobos marinos. Va moviéndose desesperadamente para alcanzar un cachorro enrollado en cuerdas plásticas que envuelven su cuerpo. Junto con otros compañeros que aparecen en la escena, las cortan y lo liberan. Su recompensa es inmediata, una serie de risas y alegría en todo su cuerpo. Yo, lejano testigo de este evento, siento lo mismo.

En cuanto a las problemáticas ambientales, de alguna manera u otra, hemos sido impactados por estrategias de comunicación que tocan temas sobre el cambio climático, contaminación de ríos, tala ilegal, etc. Sin embargo, muchas veces esta información no se traduce en la trasformación de la realidad. Es decir, contamos con información técnica, diagnósticos, pronósticos, escenarios, desarrollo tecnológico y comprendemos de cierta manera la línea causal de nuestras acciones y su relación con la debacle ambiental local, nacional y planetaria ¿Entonces? ¿Qué sucede?

En la academia, se ha tratado de investigar el porqué de esta situación. Se comenta en variadas líneas de investigación que propiciar una conducta proambiental generalizada requiere, más allá de sólo compartir información sobre dichas problemáticas ambientales, la motivación de las personas para realizar acciones concretas. He ahí un verdadero reto. Y de esto deviene la pregunta, ¿Qué nos motiva?

Cómo especie sentimos, observamos, deseamos, nos alimentamos y nos preocupa nuestra familia. En ciertos casos, parece que la motivación por realizar alguna actividad proambiental, como reciclar, revisar y dar mantenimiento a fosas sépticas, considerar el arbolado existente en proyectos arquitectónicos, revisar los ordenamientos ecológicos territoriales, reciclar y compostar nuestros residuos, no comprar flora o fauna silvestre y un largo etcétera, es muy poca. Como sociedad, no estamos motivados para realizar acciones que cambien nuestra realidad. ¿Cuál pudiera ser una característica compartida como especie que nos haga participar activamente por el bienestar colectivo?

En unas capas más profundas de nuestra naturaleza humana subyace la Empatía, ésta se describe como la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Por ejemplo, sentimos empatía cuando vemos a un animal silvestre atrapado en un alambrado o un ave lidereando a una decena de polluelos para cruzar una autopista. Sin embargo, anidar la empatía en nuestro interior es un reto mayúsculo. Las condiciones de la sociedad moderna, la rapidez del mundo, la necesidad de acumulación de la riqueza, la vida familiar y un largo etcétera hacen de la empatía una especie de piedra en el zapato. No se tiene tiempo para pensar en alguien diferente a mí mismo y mis cercanos. Y si lo hago ¿Cuál es el premio?

La compasión en cambio es definida como el sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien. En la terrible batalla por la sobrevivencia de la fauna, ayudaría a la conservación de nuestros ecosistemas sentir compasión por como nuestros comportamientos exacerban la reducción de alimentos, la contaminación de su hábitat y su extinción. Compasión como la que sentí cuando me enteré de que en el Parque Nacional Lagunas de Zempoala se secó un arroyo donde hace años observé ajolotes (Ambystoma altamirani) en su estado natural.

Estos dos poderosos elementos, la empatía y la compasión, pueden apoyar nuestra motivación para generar acciones proambientales. Esta es una invitación para conectar con tu empatía y compasión y ver cómo la motivación crece en tu interior. Recuerda la última vez cuando conectaste con otro ser de una especie diferente. Aquella planta que no pudiste hacer crecer y se terminó secando, aquel perrito callejero que se aproximó por comida. Transitar de la empatía y la compasión a la conservación de la naturaleza nos hará más humanos, y gracias a ello lograremos grandes descubrimientos colectivos como habitantes de la casa común.

*@victor.bios Miembro fundador de Reconcilia EcoSocialA.C. y de la iniciativa Valoración Social del Capital Natural de las Barrancas de Morelos(www.barrancasdemorelos.mx). Miembro de la Dirección de Educación Ambiental y Vinculación Estratégica de la Secretaría de Desarrollo Sustentable Morelos

Una caricatura de una persona

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