El escenario es poco alentador, pero cabe hacernos esta pregunta, como los principales afectados de la crisis inmobiliaria y la precariedad en el trabajo ¿Qué estamos haciendo para evitarlo? Tomemos como ejemplo países como Chile, Argentina, Portugal o Francia donde las protestas por parte de sectores de la juventud cobran mayor fuerza y tratan de incidir en el cambio. Y, sin embargo, en México en general y en Morelos en particular esta problemática parece no hacer eco en la gente de mi generación. Y si lo hay, ese aún es poco visible como para que nos tomen en cuenta. Aún así, hay quienes se espantan y hacen llamados a quemar y destruir materiales educativos que incentiven la conciencia y politización de la juventud y el papel que nos toca desempeñar.

No, los millenials no vamos a asaltar el Palacio de Invierno, y tampoco soy un ingenuo, aunque muchos somos conscientes de esta situación, es poco lo que podemos hacer dadas las condiciones laborales y económicas que nos dejó el neoliberalismo. El que tiene que trabajar todos los días para poder llevar de comer todos los días al hogar familiar, no puede permitirse el lujo de perder, por un acto de rebeldía, su puesto de trabajo. De ahí la gran culpabilidad de muchos actores políticos e intelectuales, que, comiendo todos los días, bien del pesebre, bien de su trabajo, no han sido capaces de decir “Basta” a esta situación de degradación y actuar en favor de las mayorías precarizadas.

Ante una situación en la que nada cambie, el último camino que nos queda es arriesgarlo todo en una actitud de rebeldía. En este sentido vale la pena recordar las palabras de Julio Anguita: La rebeldía es un grito de la inteligencia y la voluntad que dice… ¡No me da la gana de decirle que si a esta actual situación! ¿Por qué? ¡Porque no quiero! Y me niego a decirle que sí, porque entiendo que pueda haber otra situación, y por tanto no asumo esta podredumbre, y no participo de ella, y lucho contra ella. (Julio Anguita, Conferencia Alternativas al Neoliberalismo: la izquierda con Saramago. 23 de febrero de 1999), y a la par de la rebeldía siempre debe estar la idea de que un país mejor es posible, que nuestra realidad puede y debe cambiar, debemos luchar por ello en todos los frentes.

El panorama no pinta muy bien y solo con una visión política y social que permita y asegure el acceso a una vivienda digna, amplias oportunidades de empleo, salarios justos, todas las prestaciones que marca la ley, el respeto por las comunidades y sus espacios tanto habitacionales como de cultivo, podría detenerse la especulación sobre la tierra, la precariedad laboral y de esta forma cambiar la difícil situación en la que se encuentra mi generación y las que vienen delante de nosotros. En otros términos, un desarrollo con equidad.

En el capítulo XXIV de El Capital, Karl Marx mencionaba que: “En la historia de la acumulación originaria […] la naciente clase capitalista, y sobre todo los momentos en que grandes masas de hombres son despojadas repentina y violentamente de sus medios de subsistencia y lanzadas al mercado de trabajo como proletarios libres y desheredados.” (Karl Marx, El Capital, Fondo de Cultura Económica, México, 1976, p. 609), los sin tierra. De continuar esta situación, aquellos que no podemos acceder a la vivienda digna y trabajos estables próximamente nos convertiremos en los otros sin tierra. Quedando como única opción, resignarnos y aceptar que viviremos peor que nuestros padres. Pero vale la pena intentar hacer que las cosas cambien, señalar lo que no está bien, incidir en la política y trabajar para un mejor futuro.

*Historiador